El grupo terrorista Hamás, muchos medios de comunicación, alguna que otra agencia internacional y no pocas ONG, encontraron allí la punta del hilo habitual que, en lugar de conducir fuera del laberinto, conduce a la audiencia occidental al terreno de sus intereses
Cifras que aporta un grupo terrorista. El mismo que lanzó el ataque contra Israel. Una atrocidad. Que asesinó. Torturó. Violó. Quemó. Secuestró. Destrozó. Hamás. El terror favorecido con eufemismos y silencios. El grupo que controla la Franja de Gaza con puño de hierro. Cifras, pues, que aporta del “ministerio de Sanidad” que controla. O de alguna ONG afín. Las vergüenzas ya no se tapan, se exhiben orgullosamente, como una virtud, como una medalla a la mediocridad y la abyección; un galardón al odio, a los perpetuadores y revalidadores del antisemitismo.
A esta altura debería ser posible partir, de entrada, con el conocimiento compartido de que la Franja de Gaza está controlada por un grupo terrorista: Hamás – y nunca mejor dicho, controlada, porque las vidas de los habitantes están bajo su poder. Es decir, que cuando se dice el “Ministerio de Sanidad” o “Ministerio del Interior” de Gaza, se está diciendo Hamás
La utilización – usurpación y trivialización – de los términos “campo” y “refugiados” encaja la ‘narrativa’ que hace del victimismo su eje central: justificación de sus acciones y crucial herramienta propagandística
Año tras año los medios aluden, dan cuenta, informan, con esa manera tan suya de desprenderse de todo contexto, de toda documentación, de todo sesgo ideológico, de la conmemoración de la denominada “Nakba”. Y lo hacen como quien recuerda el Holocausto, el Porraimos o el genocidio armenio
Si algo ha revelado el conflicto árabe-israelí es una suerte de indecorosa sinergia existente entre no pocos medios de comunicación, un grupo de ONG y agencias internacionales cooptadas por la ideología, con el fin de avanzar la “narrativa” o, mejor dicho, una de las estrategias palestinas en particular
Shanzhai es un término chino que ha adquirido una nueva connotación: imitación, falsificación. Desde el campo antiisraelí – en el que conviven no pocas ONG, organismos, medios de comunicación y periodistas – han optado igualmente por la apropiación y la adulteración, luego de comprobar que la sinceridad del discurso de los líderes palestinos respecto de sus fines y esfuerzos no conducía a los mismos
El apoyo a la “causa” palestina ha devenido en una suerte de prueba del algodón de los valores occidentales, o, antes bien, de la imagen moral que Occidente cree tener de sí. Ahí es donde radica el éxito de la propaganda palestina – una repetición de la diseñada la ex URSS
Casi no importa el asunto que tenga a Israel como protagonista, el medio parece publicar prácticamente el mismo artículo: un poco de ideología, otro de distorsión y altas dosis de omisión, todo reducido a una salsa “informativa” aguachenta, escasa y parcial
El medio alemán Welt informó que la organización terrorista palestina cuenta con una amplia red de empresas en el extranjero por valor de varios cientos de millones de dólares