¿Qué es lo que lleva a más de un medio a tolerar el fanatismo ideológico, la necedad, o la incapacidad profesional crónica, cuando estas apuntan siempre a un mismo actor? ¿Qué conveniencias o, más bien, qué compromisos sostienen ese vínculo?
Cada vez más, la definición que sale del análisis del supuesto abordaje informativo a Israel y el conflicto árabe-israelí se acerca a la de propaganda, de dispositivo ideológico
Ese “periodismo”, de activismo o 'mercenariazgo' propagandístico, interviene precisamente en la escenificación de un pretendido “consenso” – para el cual el judío e Israel encarnan paradigmáticamente las características humanas nocivas
El objetivo es generar una división. Pero no tanto entre un “nosotros” o “ellos”, sino entre la realidad, la dignidad, y las entelequias que precisan ciertos fines para instalarse como inexorabilidad, para establecer sus beneficios como forzada, forzosa “realidad
“Las palabras son los padres todopoderosos del hecho, y en sí mismas, por su enérgica formulación y su tono condenatorio, despiertan sentimientos de temor y ansiedad”; y, cabría añadir, de aversión, indignación y, finalmente, de exclusión y persecución.
La complicidad o la estulticia de buena parte de la audiencia aúpa a similares mediocres, cómplices o necios al rango de una suerte de “intelectuales morales del acontecer diario”
‘Dime que suscribes la narrativa del grupo terrorista y genocida Hizbúlá diciéndome que lo haces’... Porque, en este caso, hay tantos medios que no se arriesgan a sugerirle al lector lo que debe pensar, opinar, creer, que se ven inclinados a evidenciar lo evidente: tal aval; es decir, tal degradación profesional.
La historiadora Shulamit Volkov decía que a partir de finales del siglo XIX, en la Alemania imperial el antisemitismo funcionó como un “código cultural” que permitió que los judíos devinieran en la esencia de todos los males. Esa práctica se continúa, con leves adaptaciones, en el presente
Si algo ha patentizado el día después del atroz ataque genocida de Hamás contra Israel, es la utilidad que representan para tales grupos, y quienes están de atrás, con una agenda más amplia de expansionismo, los “periodistas” afines y los desnortados