La idea en general, era vender la sensación de que Israel escalaba la tensión en el Líbano a través de un ataque indiscriminado, en el que algún miembro de Hezbollah había caído. Para ello, casi la totalidad de los medios evitaban mencionar la cincuentena de muertos, ahí sí una mitad de ellos civiles, causados por los más de 8000 cohetes y misiles lanzados desde el 7 de octubre por Hezbollah.
Para qué disimular, si ni hay respeto a la audiencia ni a la profesión y, sobre todo, si no hay consecuencias al mal quehacer “periodístico”. De tal manera, la BBC Mundo, en lugar de presentar una crónica, parecía ofrecer un comunicado de Hizbulá aliñado con algunos de los elementos utilizados habitualmente por los informadores
Cómo parece molestar que el judío no sólo quiera sobrevivir en su fuero interno, en la intimidad de sus anhelos, sino en el plano de la realidad que afecta a quienes pretenden eliminarlo
El medio seguía al pie de la letra, y al instante, el guion de Hamás sin dejar lugar para un atisbo de periodismo, ausente ya de manera sistemática por una cuestión de evidente necesidad
La primera frase del artículo es especialmente elocuente, y podría ser paradigmática de un nuevo periodismo que escribe más basándose en la idea que en los hechos
El desconocimiento, la repetición y la negligencia se han erigido en las herramientas favoritas de quienes pretenden hacer de la mentira un consenso; en un recurso que habla dos veces mal de quien lo emplea, por festejar e incrementar la estupidez, y por manipular al público
Como ante el nombre Israel todo está permitido, el agresor palestino se convierte en víctima y fuente de información confiable por obra de la mera invocación, y uno de sus financiadores y anfitrión de su liderazgo, en “negociador” e, incluso, por esa misma potencia pronunciadora y, por fuerza, censora, en una suerte de ángel de "paz"
Visto lo visto, si lo que se intenta es hacer pasar el mensaje de Hamás como verdad absoluta y con ese fin se dispone de la información, habrá que inventar un nuevo término: Hamasar.
Buena parte de la cobertura mediática sobre Medio Oriente parece haberse reducida a mera muchedumbre – es decir, no a la suma de los individuos que la componen, sino a “una especie de animal sin lengua ni verdadera conciencia” –, que marcha por la conciencia colectiva cotidiana propalando el último capricho, la distracción más reciente, el odio de turno envuelto en benévola ideología de la solidaridad y la complicidad más descarada con aquello que se dice despreciar y denunciar