La pieza no informa: repite propaganda con formato periodístico. Su titular acusa; su texto omite; su fuente miente. EFE no firma con el "Ministerio de Sanidad de Gaza", pero podría hacerlo: ambos publican los mismos datos, con el mismo vocabulario y la misma intención moralizadora.
Pero para la amplia mayoría de los medios en español, estos serios sucesos no tienen importancia; aún no proveen el material apropiado, el signo provechoso
EFE emplea las cifras de Hamás como si fueran hechos comprobados y transmite la impresión de que Israel ataca gratuitamente, que abre y cierra el grifo de la guerra a su antojo y de manera arbitraria.
¿Cómo se denomina a la actividad de difundir las afirmaciones de una parte de un conflicto? Informar no es. Al menos, no periodísticamente. Falta, precisamente, el elemento del oficio del reportero.
¿Y cómo se designa al acto de repetir fielmente las aseveraciones de un grupo terrorista como Hamás? No, tampoco es informar.
«¡Celebren la victoria!», exclamó con entusiasmo el comentarista político británico Sami Hamdi pocos días después de que Hamás masacrara a 1200 israelíes y extranjeros el 7 de octubre. «¿Cuántos de ustedes sintieron la euforia?». La AP convierte la euforia documentada de Hamdi por el ataque genocida de Hamás en una acusación sin confirmar.
El método para ajustarlo todo a eso que llaman “narrativa”, y que apenas si es un encastre de eslóganes y fabricaciones, es sencillo. Y el ente público de Radio Televisión Española lo demostraba muy bien
Desde desconocimientos esenciales al empleo de una única fuente, difícil imaginar un ejemplo más claro de cómo un medio puede convertirse en caja de resonancia de la propaganda
Los engaños, la desinformación y los libelos están hechos de fabricaciones y distorsiones y de algo que, aunque igualmente diligente, es menos palpable, por decirlo de alguna manera: esto es, la omisión, la censura. La más reciente, la evidencia documentada acerca del vínculo y cooperación entre Hamás y el canal catarí Al-Jazeera
El antisemitismo no es simplemente un prejuicio como tantos otros, sino que constituye una actitud fundamental ante el mundo. De modo que quienes lo comparten, lo hacen para dar sentido a todo lo que ocurre en lo político y en lo social - aquello que no pueden o no quieren explicar y comprender -, ya que ofrece un sistema global de resentimientos y teorías conspirativas