No hay bajeza más radical que aquella se muestra abierta, orgullosamente. Y en periodismo, o en aquello que se sirve de este como vehículo para la propaganda, no hay, seguramente, nada más abyecto que la inversión y manipulación histórica, es decir, la fabricación, para construir una “opinión”, una “realidad”
El periódico mexicano La Jornada tiene un severo problema de… ¿Cómo llamarlo? Digamos que algo así como una obsesión con el estado judío se le ha metido en el ojo de su cobertura
Los acuerdos han tenido, para el régimen de los ayatolás, el mismo valor que un truco de magia de salón. Como decía Hassan Rohaní en 2004, son una forma de ganar tiempo, una cortina de humo que permite al régimen continuar avanzando con aquello que los negociadores creen poder frenar.
Demasiados medios, “periodistas”, ONG, agencias internacionales y gobiernos actúan hoy como lo hicieron los soviéticos frente al desastre nuclear en Chernóbil: ocultando la nube que avanza. Vociferan y patalean que el problema es Israel, mientras ignoran deliberadamente el islamismo radical promovido por Teherán y Catar; mientras la masacre constante de cristianos en África, a manos de yihadistas, apenas merece cobertura noticiosa, y mucho menos atención diplomática.
Uno de los asuntos centrales que la casi totalidad de los medios de comunicación omiten – o, más bien, censuran – es la retórica genocida, la incitación al odio y la violencia, y su glorificación, por parte de la República Islámica y de líderes y organizaciones palestinas.
Ciertos “expertos” y “periodistas” recurren a las prácticas habituales, intentando censurar, deformar los objetivos y las acciones emprendidas en ese sentido por la República Islámica que, se pretende, es una "víctima" impotente de circunstancias impuestas. Como si no hubiese lanzado una guerra por proxies en 2023...
El medio español se hacía eco de una encuesta publicada por Ha'aretz, pero ignoraba un artículo posterior en el mismo medio que apuntaba problemas de muestreo del sondeo; como la sobrerrepresentación de ciertos grupos demográficos y la inclusión de encuestados «sospechosos» que dieron respuestas inverosímiles e incongruentes con su ideología; y, entre otros factores que contribuyeron a los resultados sesgados, la manera en que se formularon las preguntas
Nada ha evidenciado tan bien el carácter del apoyo occidental a la llamada “causa” palestina como el largo paseo mediterráneo de la auto proclamada “flotilla de la libertad”
Editorial. Las lágrimas venden. Se aprende de niño. Y si son de un personaje mimado por la prensa, probablemente lo hagan más que las múltiples de una telenovela. Las del 'embajador' palestino ante la ONU fueron difundidas como el símbolo sincero del dolor. Como la expresión diplomática de la realidad más elocuente, más precisa. Él sabía, si no el número preciso de cámaras que lo enfocaban, sí que eran un bulto importante y muy cálido