Mladenov, el sesgo antiisraelí y los silencios que hablan

Sucede muy a las tantas que a alguien en la ONU – organización teñida de sesgo, si las hay – se le escapa una sinceridad; por más velada que sea, por más equívoca que pueda parecer. Y justo entonces, a los medios, tan atentos a sus pronunciamientos sobre el conflicto árabe-israelí, o bien se les escapa por esa tangente que parecen haber trazado para despejar aquello que les afea el posicionamiento; o lo maquillan o trasquilan tanto que la noticia resulta prácticamente otra.

En esta oportunidad, fue el Coordinador Especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Nikolái Mladenov, quien durante su discurso del 21 de julio de 2020 ante el Consejo de Seguridad de dicho organismo, y más allá de los habituales lugares comunes que parecen ya obligados, y que ponen el énfasis, la carga, en una de las consecuencias del conflicto (la ocupación, producto directo de una agresión árabe), como si se tratase de una de sus causas, dijo, entre otras cosas:

“El reto de hacer frente al rápido aumento de los casos en Cisjordania y de impulsar los esfuerzos de prevención en Gaza se ha visto considerablemente agravado por el fin de la coordinación entre la Autoridad Palestina e Israel. La negativa de la Autoridad Palestina a aceptar cualquier ingreso de liquidación transferido por Israel ha exacerbado una crisis fiscal ya preocupante y ha afectado la prestación de servicios. Ha bloqueado efectivamente la capacidad de los pacientes para viajar desde Gaza para recibir tratamiento fuera de la Franja y ha provocado retrasos en la entrega de la asistencia humanitaria y los materiales destinados a la respuesta a COVID-19 y otros servicios y apoyo sanitarios”.

Así, Mladenov responsabilizaba en gran medida a la Autoridad Palestina de la situación.

Y mientras la agencia de noticias Europa Press daba breve y correcta cuenta de esta presentación, la agencia Efe barría bajo la alfombra el grueso de lo dicho, es decir el hecho de que en la alocución el Coordinador responsabilizaba especialmente a la mencionada autoridad.

La agencia cambiaba el enfoque de la siguiente manera:

“…el fin de la coordinación con Israel, decidida por las autoridades de Palestina en respuesta a la amenaza israelí de anexionar partes de Cisjordania”.

Es decir, la decisión palestina resultaba ser así una reacción – dentro del papel usualmente asignado a dichos actores: sujetos pasivos o, a lo sumo, apenas reactivos – a una acción negativa israelí que es una “amenaza”, es decir, el anuncio de que se pretende o quiere hacer un mal.
A propósito de amenazas

El diario Times of Israel informabael 22 de enero de 2016, que Tawfik Tirawi, miembro del Comité Central de Fatah y ex comandante de la Fuerza de Inteligencia General de la Autoridad Palestina, dijo, en una entrevista con la agencia palestina de noticias Ma’an, que un “Estado palestino junto a Israel es sólo ‘una etapa’ y que Palestina debe extenderse finalmente del río Jordán al mar”. “No crean que habrá una solución a la cuestión palestina mediante el establecimiento de un estado cuyas fronteras estén limitadas a Cisjordania y Gaza”.

Y es que Fatah, la organización mayoritaria dentro de la OLP, y que controla la Autoridad Palestina, llama en el artículo 12 de su constitución a la “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista”; porque, según su artículo 8, la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista”.

Vale la pena recordar que, de acuerdo a lo que informaba el diario israelí Jerusalem Post, (1 de abril de 2020), la Autoridad Palestina había optado a principios de dicho mes por “pagar los salarios de los terroristas [presos en cárceles israelíes – un gran número condenado por delitos de sangre] antes que los de los maestros y los beneficiarios de la ayuda social, ya que prevé una caída de los ingresos como resultado de la crisis del coronavirus”. Las prioridades están claras: la violencia, glorificada y bonificada; la educación, relegada, ninguneada.

Esto, a la agencia, se le escapaba por la tangente.

A todo esto, Mladenov, apuntaba en dicha presentación que, “en el aspecto económico, el Ministerio de Finanzas palestino anunció el 2 de julio que pagaría parcialmente los salarios del Gobierno para el mes de mayo. Los pagos de los salarios de mayo se retrasaron debido a una reducción del 80% de los ingresos palestinos derivada del impacto económico de COVID-19 y de la negativa de la Autoridad Palestina a aceptar las transferencias mensuales de sus ingresos de liquidación. No está claro si el Gobierno palestino dispondrá de recursos suficientes para efectuar los futuros pagos de salarios o, de hecho, para seguir desempeñando sus funciones de gobierno en los próximos meses”. Y agregaba que la suspensión de la coordinación entre la Autoridad Palestina e Israel también ha impedido la capacidad de las fuerzas de seguridad palestinas para moverse a través de las Áreas B y C de Cisjordania, menoscabando su capacidad para hacer cumplir las restricciones relacionadas con la lucha contra el COVID-19.

Finalmente, Coordinador Especial de la ONU dejaba en evidencia a la amplia mayoría de medios en español, cuando señalaba que:

“En Gaza, mientras continuaba la relativa calma, militantes palestinos lanzaron cinco cohetes hacia el sur de Israel. … En todas las ocasiones, las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo ataques de represalia contra objetivos de Hamás, incluida la infraestructura subterránea de la Franja, sin que se informara de ningún herido. A lo largo del mes, los militantes también realizaron un número inusualmente alto de lanzamientos de prueba, 69, cohetes y morteros hacia el mar, con 44 proyectiles lanzados el 1 y el 3 de julio, solamente”.

Salvo el hecho de denominar como “militantes” a los terroristas palestinos, Mladenov hacía algo que los medios en español habitualmente no hacen:

1. Identificar las acciones israelíes como represalias (posteriores) a agresiones palestinas (causa)

2. Señalar que Israel ataca objetivos del grupo terroristas Hamás – y no a “Gaza”, como suelen titular estos medios.

3. Dejar claro que Hamás ha construido una infraestructura con fines terroristas bajo la Franja; es decir, bajo núcleos civiles.

4. Informar que Hamás sigue probando armamento. Lo que obliga a plantearse la pregunta: ¿de dónde sale el dinero para producir y comprar ese material? O, puesto de otra manera, ¿cómo afecta al bienestar socioeconómico del enclave costero ese gasto, ese desvío de dinero?

Sin quererlo, Mladenov dejaba el sesgo mediático un poco más al descubierto.

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