Elegir y presentar al entrevistado, dos instrumentos para el sesgo

Dos medios en español, al unísono, elegían publicar sendas entrevistas con dos personas con una clara postura ideológica respecto del conflicto árabe-israelí. Pero ninguno de los dos medios presentaba a los entrevistados advirtiendo al lector de dicho posicionamiento.

Veamos las introducciones.

La primera, en el diario La Vanguardia.

“Ilan Pappé (Haifa, 1954), cuya obra La limpieza étnica de Palestina le valió en el 2006 la condena de los políticos israelíes, el rechazo académico e incluso amenazas que le llevaron a instalarse en Inglaterra como profesor en la universidad de Exeter… Pappé ha regresado a Israel y contempla con interés, pero sin esperar sorpresas, la próxima repetición de unas elecciones…”.

Y lo hacían con sus propias palabras. Las que le dijo en 2007 a un medio catarí, en Catar, ni más ni menos – a donde había llegado invitado Pappé. El mismo Catar que financia al grupo terrorista Hamás.

Al elegir las palabras de Pappé para presentarlo, las daban por válidas… Pero, tal como señalaban Masha Gabriel, directora de ReVista de Medio Oriente, y Ricki Hollander, analista de CAMERA, en un artículo de mayo de 2012, en una entrevista concedida en 1999 a Baudouin Loos para el diario belga Le Soir, el “historiador” decía: “Admito que mi ideología influencia mis escritos históricos, ¿y qué?“.

En el mencionado artículo, además, se citaba una declaración oficial emitida por la Universidad de Haifa, donde esta manifestaba que a pesar de que “Pappé transgredió todas las normas éticas habituales de la vida académica …el comité disciplinario nunca convocó a Pappé, porque el presidente del comité decidió no seguir adelante con la denuncia. Además, y al contrario de la aseveración del Dr. Pappé, la universidad no hizo ningún intento de despedirlo.”

Pero en La Vanguardia, nada de esto.

Incluso historiadores de su misma corriente, la denominada revisionista, como Benny Morris, llegaron a afirmar: “Lamentablemente, mucho de lo que Pappe trata de vender a sus lectores es montaje“. Y es que Pappé que se sacó una cita de David Ben Gurion de la galera para escribir una “historia” a la medida de su sesgo – la misma no pudo ser comprobada ni siquiera en las fuentes que Pappé mencionaba.

Además, el entrevistado es, o al menos, era hasta el pasado año, un habitual del sitio anti-israelí radical Electronic Intifada, dedicado a la propaganda contra dicho país. Lo académico – es decir, el rigor -, no casa bien con dicha web, precisamente.

Evidentemente, Pappé tiene derecho a emitir su opinión. Pero el periódico tiene el deber de advertirle al público que se trata de un académico que, paradójicamente, no sigue las reglas y el rigor académicos: ergo, que lo que dice tiene, como él mismo advirtió, muchísimo de ideología y que, además, puede tener mucho de fabulación.

Pero se presenta a este “historiador” marginal como una voz relevante, contestataria, que el lector debe conocer. A pesar de que lo suyo, visto está, es una utilización – y manipulación – de la historia con fines ideológicos.

Pero veamos la segunda presentación.

Esta en El País; algo más larga, aunque igualmente incompleta y, por tanto, harto engañosa.

“Mientras que en algunos lugares del planeta la cárcel se utiliza para silenciar a quienes amenazan al poder, hay sin embargo quienes tratan de darles voz. Pocas personas pueden contarnos esta realidad mejor que Sahar Francis, activista que lleva 25 años defendiendo los derechos de los prisioneros políticos palestinos desde su ONG Addameer”.

El medio, de entrada, le sugiere al lector dos falacias:

1. Israel utiliza el sistema penitenciario para “silenciar a quienes amenazan el poder”.

2. Que en Israel hay “prisioneros políticos”, y no palestinos presos por diversos motivos – entre ellos, el principal, por llevar a cabo atentados terroristas o estar vinculados de alguna manera a tales grupos.

Es decir, El País, a la vez que presentaba a la ONG, asumía su “narrativa”. Después de todo, y tal como se señalaba en un artículo de CAMERA sobre los presos palestinos y sobre los crímenes que cometieron, y por los que fueron juzgados, Addameer, entre otras ONG radicales, se refieren a los presos palestinos convictos por actos violentos, incluyendo el asesinato y el intento de asesinato, como “prisioneros o presos políticos”.

Y seguía:

“Addameer fue una de las primeras organizaciones en garantizar una representación legal a las personas palestinas arrestadas bajo la ocupación. Desde entonces sigue ofreciendo esa asistencia gratuita y tratando de documentar y denunciar todas las vulneraciones de derechos a las que se enfrentan los prisioneros, tanto en el proceso de arresto e interrogación como en las prisiones. En calidad de portavoz, Francis representa a todos estos presas y presos palestinos, colectivo muy criminalizado por las autoridades israelíes. Lleva su denuncia por todo el mundo, incluyendo España, país que ha visitado recientemente junto con otros activistas por los Derechos Humanos como observadora internacional del juicio del ‘Procés’”.

El medio hacía suyo el léxico propio de esta ONG para definir a la ONG. Deontología new age. Y, mientras hacía esto, omitía mencionar que Addameer es una ONG anti-israelí que, según ha revelado la organización israelí NGO Monitor, a menudo ha contribuido a la demonización y deslegitimización de Israel en el escenario mundial y que, además, “estáafiliada” al Frente Popular para la Liberación de Palestina, organización designada terrorista por losEstados Unidos, laUnión Europa,Canadá, eIsrael”.

A su vez, según publicó el diario Jerusalem Post el 19 de junio de 2018, el Ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Gilad Erdan, “detalló los vínculos entre organizaciones involucradas en el movimiento global de boicot contra Israel y grupos terroristas palestinos, alegando que el Frente Popular para la Liberación de Palestina, Hamas, y la Autoridad Palestina tienen conexiones con organizaciones radicales anti-israeslíes”. En este sentido, el ministro manifestó que “altos cargos de las ONG palestinas al-Haq y Addameer fueron en el pasado, y son actualmente, activistas del Frente Popular para la Liberación de Palestina”.

Esto, claro está, el medio lo omitía olímpicamente.

Visto lo visto, el contenido de las entrevistas es bastante previsible (y repetido): culpar a Israel; destacarlo como un paradigma del mal.

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