El Correo: La cobertura del conflicto palestino-israelí, una caja negra del “desastre” periodístico

Se le ha oído, y se le oye, mentar al periodismo la autoproclamada “crisis del periodismo” o de los medios. Pero siempre como algo que les sucede a otros, o como algo que acaece desde fuera, como una consecuencia de los avances tecnológicos, de las redes sociales.

Mas, la cobertura que hacen los medios del conflicto palestino-israelí, opera como una suerte de caja negra que, si no ofrece las causas de dicha “crisis”, de dicho “desastre”, al menos da algunas claves de sus motivos: es la manipulación de la realidad para ajustarla a las agendas ideológicas o de mercado de los medios las que han provocado y provocan la falta de credibilidad de éstos ante el lector.

Porque es en esta cobertura donde los medios muestran sin desparpajo su sesgo, su falta de ética profesional.

Veamos un ejemplo sucinto. Un editorial de un diario regionalista (El Correo; 24 de julio de 2017) español dirigiéndose-reprendiendo a Israel.

Primeramente, ha de presentarse el marco ideológico, donde lo israelí representa lo “ultra”, lo “fanático”, es a partir de esta clave que el lector debe interpretar el texto:

“El Gobierno israelí, presidido por Benjamín Netanyahu, al frente de una coalición de tonalidad ultranacionalista…”.

Ahora, sí, ya se puede entrar en tema – en el que quiere imponer el medio en el lector.

“La parte oriental de Jerusalén, conquistada en la guerra de 1967, es el área crítica en este orden y todo desliz en la gestión de su ocupación conlleva el peligro de la violencia. Tal peligro es ahora acuciante tras la decisión israelí de instalar detectores de metales en los accesos a la Explanada de las Mezquitas, el lugar confesional y políticamente más explosivo del interminable conflicto árabe-palestino”.

El peligro, dice el medio que elige la terminología musulmana para el Monte del Templo (el lugar más sagrado del judaísmo, ni más ni menos; hecho que es irrelevante para el diario), son las medidas de seguridad, como las que existen en el ingreso a la Meca o al Vaticano. El peligro, pues,no es el fanatismo palestino alimentado por la incitación al odio y la violencia de manera sistemática desde la Autoridad Palestina; no es el pago de salarios a los terroristas presos o a las familias de los terroristas abatidos durante la perpetración de un atentado por parte de ésta; no es nada de esto lo que condujo, precisamente, al ataque que llevó a implementar la colocación de detectores de metales.

Se borra la causa y se suplantapor su consecuencia.

Por cierto, el conflicto no es árabe-palestino como dice el medio, es árabe-israelí o palestino-israelí. A no ser que el medio tenga una novedad al respecto.

“La decisión de volver al rígido e ilegal control de los palestinos en el área mediante el enojoso sistema que exacerba su condición de ocupados en su tierra suscita un incremento de la ira en un momento de tensión regional sin precedentes y en pleno combate contra el terrorismo del autoproclamado Estado Islámico”.

¿“Ilegal” establecer controles de seguridad a la entrada al Monte del Templo? ¿Según qué legislación?

Quizás según la legislación imaginaria en la que se basa el medio para decir que Jerusalén Este es “tierra palestina” …

De hecho, el acuerdo existente sobre el Monte del Templo dispone:

“El Waqf, como un brazo del Ministerio jordano de Propiedades Sagradas, continuará administrando el lugar y será responsable de los arreglos religiosos y civiles concernientes al Monte del Templo.

La Policía israelí será responsable de la seguridad dentro del recinto sangrado, en la zona interior y en sus alrededores, el Muro y las puertas”.

Nada importa cuando se quiere crear un imaginario colectivoenel cuallos palestinos son “víctimas inocentes” –en este caso, del “control” israelí.

No importa que los visitantes no-musulmanes (que entran por la Puerta de Mughrabi) hace ya mucho tiempo que pasan a través de detectores de metales para acceder al predio, de la misma manera en que lo hacen los visitantes al Kotel (llamado Muro de las Lamentaciones).

Como fuere, el medio hace justamente aquello que menoscaba la credibilidad del lector en el periodismo: tergiversa (cuando no, directamente, inventa) la realidad. ¿Cómo? Muy simple, borrando la causa de la instalación de detectores de metales: el atentado con armas de fuego perpetrado en una de las puertas de acceso del Monte del Templo. Los atacantes provenían de dentro del recinto – donde le facilitaron las armas (en la propia mezquita de al-Aqsa)… De tal manera, para el medio la violencia son las medidas de seguridad (la consecuencia), y no los atentados…

Y todo esto para decirle a Israel que debe ceder ante los palestinos, que debe ofrendar vidas a la causa mayor que es la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico, para que Europa se sienta segura. Porque todo, todo, es responsabilidad, culpa de Israel. Vamos, que si Israel no existiera, ni guerra Siria, ni Estado Islámico, y todo un oasis de paz y amor y petróleo barato.

E Israel debe hacer caso a las pretensiones del medio (que parece hacer suya una “voz europea” u “occidental”), qué tanto, a fin de cuentas, “Israel debe literalmente su existencia a una resolución de la ONU que avaló la partición de Palestina y ha gozado siempre de la protección occidental y, singularmente, de Washington”.

El medio se comió unos años de Historia. Unos cuantos. Se comió al movimiento sionista y la creación del Estado mucho antes de que las Naciones Unidas siquiera existieran. Se comió, en definitiva, la realidad, para imponer la suya.

Nota del autor: la caja negra no es negra. Ni es caja. Es texto verificable.

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