Cumbayá de la “paz” y el victimismo: silencios para servir al liderazgo palestino

A fines de abril de 2025, la OLP celebró la 32ª sesión de su Concejo Palestino Central en Ramalah, tal como daba cuenta MEMRI.

Como quien dice, ayer.

Apuntaba MEMRI que la declaración de clausura de la sesión hizo un llamamiento a continuar la “resistencia” hasta que se haga realidad “el derecho de los refugiados palestinos a regresar a los hogares y bienes de los que fueron expulsados por la fuerza en 1948”; esto es “a sus hogares originales dentro de Israel”. También exigió que la UNRWA siga funcionando “como testigo vivo de la continuación de la Nakba”. hasta que se haga realidad el derecho de retorno de los refugiados.

La UNRWA no es un “testigo”. La UNRWA instruye a los niños el rencor, el odio hacia los israelíes: perpetúa el conflicto con la narrativa del liderazgo palestino. Que es la misma que se escucha en tantos otros países de la zona

Pero, pretende hacerse creer, que la UNRWA no es un problema; un grandísimo problema que obstaculiza toda posibilidad de resolución del conflicto…

Por lo demás, el “derecho de retorno” no existe. Es una declaración política – o, más bien, ideológica. Y es, sobre todo, una estrategia. Y la ONU es parte de ella.

Sahar Sahar Habash, uno de los consejeros de Arafat, afirmó que “el ‘derecho de retorno’ es la carta ganadora, que significa liquidar a Israel”. Lo mismo que había dicho el expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser en los 1960: “Si los refugiados regresan a Israel, Israel deja de existir”.

En este sentido, y como señala Alex Safian, analista de CAMERA, el ex director de ayuda de para los palestinos de la ONU en Jordania, Ralph Galloway, llegó a decir:

“Los Estados árabes no quieren resolver el problema de los refugiados. Quieren mantenerlo como una herida abierta, como una afrenta a las Naciones Unidas y como un arma contra Israel. A los líderes árabes les da lo mismo si los refugiados viven o mueren”.

Imagínese que hoy Pakistán o India, o ambos, reclamaran tal derecho para todos los descendientes del alrededor de 14 millones de desplazados durante la partición de 1947. No se lo puede imaginar porque esas perversiones del sentido común, del llamado “derecho internacional humanitario” están reservadas para ser presentadas contra Israel como si fueran de lo más sensatas y generales.

No hace tanto el presidente “vitalicio” de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, dejaba bien en claro cómo funciona ese “retorno”, es decir, los palestinos que no mandan, sino que son número para sus chantajes y escudo para sus compadreadas. Así, en 2013, y ante un grupo de periodistas en El Cairo, dijo que en diciembre se había comunicado con Ban Ki-Moon, entonces secretario general de la ONU, para que contactara con Israel en su nombre, para resolver el estatus de los palestinos atrapados en la guerra civil siria.

Loable, ¿no?

No.

Porque Abbas dijo que Israel acordó condicionalmente, en tanto y en cuanto los “refugiados” palestinos renunciaran a los reclamos de “retorno” a Israel; algo que Abbas rechazó:

“‘Así, rechazamos eso y dijimos que es mejor que mueran en Siria a que renuncien a su derecho de retorno’, dijo Abbas a los periodistas egipcios, según informó Associated Press”.

“A los líderes árabes les da lo mismo si los refugiados viven o mueren…”.

La vida de los palestinos no vale nada si no sirve a los intereses inmediatos y futuros a Fatah y la OLP que controla. O a Hamás. O a la Yihad Islámica Palestina. O a Irán y Catar que financian el terror.

Y puede decirse, y hacerse, sin tapujos, porque hay una gran complicidad en buena parte de la prensa occidental; estsa censurará las porciones de realidad que afecten al engendro informativo que le presentan a sus audiencias.

Por cierto, en su discurso de apertura a las sesiones del Concejo Central de la OLP, su presidente, el negador del Holocausto Mahmoud Abbas, volvía a reventar los hechos, para afirmar que la historia israelí está falsificada y que el primer y segundo Tempos judíos estaban en Yemen y no en Jerusalén.

Más material para la mitología que alimenta el odio. Más deslegitimación del derecho de Israel a su territorio. Más mentiras que nadie se molesta siquiera en mencionar y presentar como tales. Los líderes palestinos tienen carta blanca para hacer y decir lo que quieran. Hasta que sea demasiado tarde: porque la “causa palestinano es, ni mucho menos, una cuestión regional.

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