Rehuyendo de los términos que definen la realidad

La agencia de noticias Europa Press, que se empecina en evitar llamar las cosas por su nombre, informaba el 9 de mayo de 2013 que:

“El Shin Bet, la Agencia de Seguridad de Israel, ha anunciado este miércoles el desmantelamiento entre enero y febrero de una “célula terrorista” del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en Cisjordania que planeaba fabricar y disparar cohetes caseros y secuestrar y matar a soldados israelíes”.

Disparar cohetes hacia Israel, ¿no es un acto de terrorismo para Europa Press?

Evidentemente, no. Por ello, la agencia cree necesario entrecomillar lo que informa el Shin Bet.

Pero el 10 de mayo de 2013, la propia agencia informaba:

“Las fuerzas de seguridad libanesas han anunciado este jueves la desarticulación de una célula compuesta por ciudadanos sirios y libaneses que mantenían vínculos con la organización terrorista Al Qaeda, según ha informado el diario libanés ‘The Daily Star’.”

¿Qué sucede con la agencia cuando uno de los actores es Israel? ¿Hay escasez de comillas? ¿Se hace evidente lo que es, justamente, evidente? ¿O cuando no existe un posicionamiento ideológico, todo se percibe de una manera más clara?

Por otra parte, es interesante remarcar, que la gran mayoría de la prensa en español utiliza el nombre de Movimiento de Resistencia (Hamas), para evitar mencionarlo como grupo terrorista, como sí lo hacen el Departamento de Estado de Estados Unidos y la propia Unión Europea, entre otros.

¿O acaso la prensa es un actor reconocido en el marco del Derecho Internacional? No lo parece. Entonces, ¿por qué se empeñarán en lavar la imagen de un grupo terrorista?

¿Por qué será que, al hablar de ETA, no se refieren al “movimiento País Vasco y Libertad”? ¿Será porque ETA es un grupo terrorista? Entonces, otra vez, ¿qué cambia cuando Israel está de por medio?

Rafael Calduch, Catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, explicaba:

“Podemos definir el terrorismo como una estrategia de relación política basada en el uso de la violencia y de las amenazas de violencia por un grupo organizado, con objeto de inducir un sentimiento de terror o inseguridad extrema en una colectividad humana no beligerante y facilitar así el logro de sus demandas”.

Y agregaba que:

“Además, en la medida en que esta estrategia contempla una relación, ésta exige una serie de interacciones o acciones recíprocas e interdependientes entre los terroristas y los destinatarios de sus actos, que marca una clara diferenciación entre el acto de terror, que siempre es aislado u ocasional, y el terrorismo.”

Más claro, imposible. Menos para Europa Press.

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