Boicot a la imparcialidad

Joan Cañete Bayle, en el diario español El Periódico del día 8 de mayo de 2013, utilizaba la información de la decisión del afamado físico para avanzar su postura ideológica. El periodista escribía:


“No es Hawking el primer nombre que rechaza acudir a esta cita: Elvis Costello, Roger Waters, Brian Eno, Annie Lennox y Mike Leigh son otros que no irán. El daño del ‘no’ de Hawking viene dado por su innegable reputación en el mundo científico, lo cual le da enorme trascendencia. Aunque tampoco debería caer como una sorpresa total en Tel-Aviv: ya antes Hawking se había referido a la ocupación israelí de los territorios palestinos como ‘apartheid’”.

Seguramente muchos en Tel Aviv no estarán sorprendidos; tampoco en Haifa, Eilat o Be’er Sheva o Safed. Ahora, si Cañete hacía alusión al gobierno de Israel, éste tiene su sede en Jerusalén. Si por el motivo que sea no desea mencionar dicha ciudad como asiento del ejecutivo israelí, debería encontrar otras fórmulas, en lugar de inventarle capitales apócrifas al Estado Judío.

Por otro lado, ¿la reputación científica garantiza su idoneidad como pensador social? ¿La “reputación” es extrapolable sin más de un campo del conocimiento a otro? ¿O la fama y el espacio mediático acreditan la competencia de las declaraciones?

El Doctor en Física Philip Ball, y autor del libro Curiosity: How Science Became Interested in Everything, sostenía en un artículo de septiembre de 2010 que, si bien Hawking es uno de los mejores físicos del mundo, “la mayor parte de la gente se sorprendería al escuchar que Hawking no es valorado entre sus pares entre los diez físicos más importantes, incluso en el siglo XX.” Y continuaba asegurando que:

“Hawking no tiene una reputación de pensador profundo entre los científicos. No hay nada especialmente profundo en lo que ha dicho hasta la fecha sobre las implicaciones sociales y filosóficas de la ciencia en general y en la cosmología en particular”.

Entonces, ¿qué hace que sea “trascendente” la decisión de Hawking? ¿Su “reputación” o el propio hecho de haber tomado dicha decisión?

Cañete, por su parte, continuaba comentado que:

“La decisión de Hawking es sin duda un éxito de la campaña BDS (Boicot, Sanciones y Desinversiones al Estado de Israel) Llega después de una carta abierta del escritor Iain Banks en la que se sumaba al BDS y convierte al Reino Unido en uno de los lugares más activos del movimiento de boicot a Israel basado en la campaña internacional que tanto influyó en la caída del ‘apartheid’ de Suráfrica. En España y Catalunya, el BDS es especialmente active como prueban las polémicas surgidas por las visitas a Israel de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y el escritor Antonio Muñoz Molina, a la que se le suma la prevista por el Barça para jugar un partido por la paz contra un equipo de israelíes y palestinos en los que no habrá palestinos de los territorios ocupados (aunque, probablemente, y si al final hay partido, sí jugarán palestinos con ciudadanía israelí que ya juegan en la selección del país). Peculiar partido para una peculiar aportación a la paz…”.

¿Es realmente un éxito? ¿O el éxito pasa en realidad por la cobertura desmedida que se le brinda al hecho?

Uno de los pocos polemistas en España sobre la decisión de Muñoz Molina de acudir a recibir el premio Jerusalén a dicha ciudad era, justamente, Cañete. ¿Profecía autocumplida?

Y una pregunta tangencial, ¿España y Catalunya son países distintos?

Es llamativo cómo tuerce los hechos para que el argumento que intenta avanzar no se desmorone. El boicot, supuestamente, intenta calificar al Estado de Israel como apartheid. Es llamativo, entonces, que palestinos con ciudadanía israelí jueguen en la selección de futbol. Y, más llamativo aún, que un partido en el que “sí jugarán palestinos con ciudadanía israelí” sea una “peculiar aportación para la paz”. Es lo que tienen los relativismos, se terminan mordiendo la cola.

En este sentido, Ricki Hollander, analista de CAMERA, indicaba en un artículo del febrero de 2010 que:

“… la comparación de Israel con la Sudáfrica del apartheid es evidentemente falsa, rechazada por gente que ha vivido y sufrido el apartheid, y… que ha sido completamente desenmascarada…”.

Como el periodista está decidido a no incluir ninguna versión que contradiga sus preconcepciones, se permite divagar entre supuestos:

“Del escueto comunicado de Hawking hay una frase que destaca, aquella en la que el científico dice que ha tomado la decisión de no aceptar la invitación de Peres (nada menos) basándose en su “conocimiento de lo que sucede en Palestina y bajo el consejo unánime” de sus contactos científicos allí, se interpreta que palestinos e israelíes. De verdad, me encantaría saber quiénes son los miembros de la academia israelí que le han aconsejado boicotear a Israel. Igual Ilan Pappe (“Boicotéame”) no está tan solo. Igual no toda la academia israelí apoya abrir una universidad en Ariel, colonia entre las colonias.”.

¿Una expresión de deseo?

Tal vez, puestos a suponer, los motivos de la “soledad” de Ilan Pappe se deban sobre todo a su desinterés por la exactitud de los datos. De hecho, Masha Gabriel, directora de ReVista de Medio Oriente, sostenía en un artículo de mayo de 2012:

“… que su [de Pappe] misión no es la de ceñirse a los hechos, sino la de adoctrinar a sus lectores. Hay que destacar en este sentido las palabras del propio Illan Pappe en una entrevista concedida en 1999 a Baudouin Loos para el diario belga Le Soir: ‘Admito que mi ideología influencia mis escritos históricos, ¿y qué?‘. Su compromiso con la militancia en detrimento de la verdad, ha hecho que incluso historiadores de su misma corriente revisionista, como Benny Morris, hayan afirmado de él: ‘Lamentablemente, mucho de lo que Pappe trata de vender a sus lectores es montaje‘.”

Cañete finaliza su artículo diciendo:

“Porque desafiando a la geografía, sus leyes, su política y su idiosincrasia, Israel se considera (y quiere ser considerado) un país occidental. Israel teme la (mala) imagen, que le hagan el vacío. A Israel le gusta ir por el mundo y que le den golpecitos en el hombro, la única democracia de Oriente Próximo, la luz entre las tinieblas (árabes) de Oriente Próximo, el vergel en el desierto. Más que cualquier resolución de la ONU, Israel teme que sus ciudadanos no puedan pisar Londres no sea que los detengan por lo que hicieron cuando estaban en el IDF, que su Maccabi no pueda jugar la Final Four, que sus cantantes no participen en Eurovisión, el espectro de Suráfrica. El peor miedo de Israel, país oriental, es que Occidente se levante y le diga: no eres de los nuestros. Por eso las campañas de boicot son tan virulentamente perseguidas y desprestigiadas y la política de comunicación constituye un pilar tan importante de la política exterior israelí”.

¿Hace falta aclarar de qué lado está Cañete? ¿Hace falta señalar cómo, valga la redundancia, el periodista señala a Israel?

Para el periodista, ¿todo aquel que hace su servicio militar es un criminal de guerra?

¿El periodista desconoce que las resoluciones de la Asamblea General no pueden ser violadas puesto no que son vinculantes? Se trata de recomendaciones.

¿La política de comunicación, no es un pilar importante de la política exterior de cualquier país?

¿Israel “persigue virulentamente” a las campañas de boicot?

Hollander explicaba en el artículo mencionado anteriormente, que una subdivisión del movimiento de BDS global es la Campaña Palestina para el boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI):

Omar Barghouti, uno de los co-fundadores de PACBI – que viaja de campus en campus denunciando a Israel como un estado apartheid… – es, él mismo, un estudiante de máster de filosofía (ética) en la Universidad de Tel Aviv. … cuando se los cuestionó sobre este flagrante doble rasero, Barghouti lo rechazó como irrelevante. ‘Mis estudios en la Universidad de Tel Aviv son una cuestión personal y no tengo ningún interés en hacer comentarios’, le respondió al periodista del Ma’ariv que lo preguntó sobre el tema. ‘Los oprimidos no tienen la posibilidad de elegir adónde van a la Universidad’, respondió en una sesión de preguntas y respuestas en la Facultad de Derecho de Loyola”.

¿Barghouti un palestino “oprimido” sin oportunidades?

Barghouti nació en Catar y creció en Egipto. Asistió a la universidad de Columbia en Nueva York antes de mudarse a Ramallah, ya adulto.

¿No podría haber continuado sus estudios en la Universidad Bir Zeit o en la Al Quds? No, en su lugar optó por aprovechar las oportunidades del una institución israelí, una de las tantas que le exige al resto del mundo que rechacen.

Carlo Strenger escribía, en una carta abierta a Stephen Hawking publicada por el diario israelí Ha’artez el 8 de mayo de 2013:

“Señalar exclusivamente a Israel para realizar boicots académicos, creo, es un caso de profunda hipocresía. Es una manera de ventilar la indignación por las injusticias del mundo con un costo muy bajo”.

Si los motivos para boicotear son morales, como deja traslucir Cañete, ¿qué sucede con la ejecución de homosexuales en Irán, la ocupación del norte de Chipre por Turquía o del Tíbet por China; y las violaciones a los derechos humanos en Rusia, Corea del Norte? ¿O existe una moralidad para cada caso en particular?

Strenger concluía su misiva diciendo que Israel, como cualquier otro país, puede ser criticado. Pero que dichas críticas no deben basarse en el moralismo estridente y en el pensamiento binario simplista. Algo que, precisamente, Strenger no espera de los académicos.

El periodista de El Periódico aún tenía espacio para una post data, pero no para reflejar otros puntos de vista acerca del BDS:

“En este mundo en el que estamos todos conectados los unos con los otros, de forma casi instantánea, una injusticia cometida contra alguien o contra un grupo de personas, es una injusticia cometida contra todos, contra cada uno de nosotros”. Iain Banks

¿Cómo es? ¿Sólo Israel comete “injusticias” para Cañete? Porque, sino, ¿cómo se justifica esa obsesión con Israel y esa desatención por el resto del mundo?

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