Más papistas que el Papa

La agencia de noticias Europa Press publicaba el 30 de abril de 2013 un artículo a partir de un cable de la agencia Reuters. En el mismo, la agencia informaba que:

“El Gobierno israelí ha celebrado este martes el cambio de postura que cree que ha adoptado la Liga Árabe con su nueva propuesta de plan de paz en Oriente Próximo, al aceptar que podría haber intercambios “menores” de territorios entre palestinos e israelíes para poner en marcha la solución de los dos Estados basándose en las fronteras previas a la guerra de los Seis Días (1967).

La propuesta de paz que lanzó en 2002 la Liga Árabe ofrecía el pleno reconocimiento del estado de Israel siempre que renunciara a todos los territorios que pasó a controlar tras el conflicto de 1967 y aceptara una ‘solución justa’ para los refugiados palestinos. El Ejecutivo israelí, que siempre se ha negado a recuperar las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días, rechazó la propuesta planteada en 2002 por los países árabes”.

¿Fronteras previas a la guerra de los Seis Días? ¿Existe o existió tal “frontera”?

No. Como apunta Tamar Sternthal, analista de CAMERA, el término “frontera” implica una dimensión de legalidad y permanencia que no se aplica a este caso.

Es más, en el mismo artículo, más adelante, la agencia indicaba que:

“Tras la reunión del lunes con Kerry, el primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Qatar, el jeque Hamad bin Jassim al Thani, explicó a la prensa la nueva propuesta de la Liga Árabe para el proceso de paz en Oriente Próximo. ‘La Liga Árabe defiende que el acuerdo debe estar basado en la solución de los dos estados con respecto a la línea del 4 de junio de 1967, con la posibilidad de cambios menores de tierras que sean comparables y mutuos’”.

Entonces, ¿línea o frontera?

No existían fronteras antes de 1967, era una línea de armisticio que marcaba las posiciones de los ejércitos Jordano e Israelí al finalizar la guerra. Dore Gold, presidente del Jerusalem Center for Public Affairs, señala que de hecho, el artículo II del armisticio con los jordanos especifica explícitamente que el acuerdo no compromete ninguna reivindicación territorial futura por parte de las partes, ya que había sido “dictada exclusivamente por consideraciones militares”. En otras palabras, la línea de armisticio no era una frontera internacionalmente reconocida.

Por otra parte, Robbie Sabel en su ensayo International Legal Issues of the Arab-Israeli Conflict: An Israeli Lawyer’s Position agrega que los estados árabes insistieron en no darle el estatus de frontera permanente.

Y, no es nada despreciable dato que aporta Barry Rubin en un ensayo que forma parte del libro The Middle East Enters the Twenty-first Century (editado por Robert O. Freedman):

“… durante el período 1948-1967, el lado árabe nunca consideró implementar la solución de los dos estados, transformando de Cisjordania (bajo control jordano) y la Franja de Gaza (controlada por Egipto) en un estado palestino

Hacia el final de la crónica, Europa Press indicaba que:

“El Gobierno israelí ya ha propuesto intercambios de tierras con los palestinos en el pasado, unas modificaciones que probablemente dejarían asentamientos judíos en el mismo lugar que ocupan ahora, pero las negociaciones nunca han llegado a alcanzar un acuerdo”.

Entonces, cómo es que antes la agencia apuntaba que:

“En el conflicto de 1967, Israel se hizo con el control de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, los territorios que los palestinos reclaman para instaurar su estado propio en el marco de unas conversaciones de paz que llevan estancadas desde 2010 por la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este”.

Antes que nada, Israel se retiró ya de forma total y unilateral de Gaza en 2005. La respuesta fueron más de 8000 cohetes lanzados contra Israel desde Gaza ¿Es despreciable esta información en este contexto?

Entonces, ¿son los “asentamientos” realmente un “obstáculo” para la paz?

En un artículo de 2009 (Protecting the Contiguity of Israel), Nadav Shragai explicaba que:

“La construcción israelí y palestina en Cisjordania ha sido gobernada por los términos legales del Acuerdo Interino Oslo II [firmado por palestinos e israelíes]a partir del 28 de septiembre de 1995.”

Israel, según Oslo II, retuvo los poderes de división por zonas y planificación del área C. Por consiguiente, la mayor parte de la construcción palestina recientemente realizada allí, apuntaba Shragai, es ilegal. En contraste, ninguno de los Acuerdos de Oslo prohibió la actividad de establecimiento (“asentamiento”) israelí, aunque Israel aplicó auto-limitaciones unilaterales en este área en años recientes.

Ergo, los “asentamientos” no son un obstáculo para la paz. Algo bien distinto es que los líderes palestinos lo utilicen como excusa para evitar los compromisos de una negociación sin precondiciones.

Por otra parte, tratándose de las negociaciones de paz, ¿puede dejarse de lado la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU?

El propio Gold (From “Occupied Territories” to “Disputed territories”, 2002), ex diplomático israelí y actual presidente del Jerusalem Center for Public Affairs, explica que bajo la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU – que sirvió de base para la Conferencia de Madrid de 1991 y para la Declaración de Principios de 1993 -, se espera que Israel se retire únicamente de “territorios” a unas “fronteras seguras y reconocidas”, y no de “los territorios” o de “todos los territorios” capturados durante la guerra de los Seis Días.

¿Cuál es el obstáculo para informar con un contexto claro y preciso que brinde al lector la posibilidad de informarse cabalmente acerca del conflicto árabe-israelí? ¿Los “asentamientos judíos”?

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