Se aferran, quienes se dicen “progresistas”, “humanistas” y cuanta etiqueta favorable y falaz haya (y que ya no disimula su rancio antisemitismo), al victimismo palestino, esa herramienta necesaria para refugiar el odio en la pretendida dignidad de la solidaridad
¿Qué queda en un medio una vez que el periodismo ha sido considerado una práctica prescindible? O, puesto de otra manera, ¿cuál es el residuo que permanece, que se establece en su lugar? No es el único, pero la propaganda es el escombro más conspicuo
Una vez más están los líderes palestinos en el turbio negocio de la sensiblería y la violencia asaltando, como con anterioridad, la valla de seguridad entre Israel y la Franja de Gaza. Los medios, por ahora, callan.
La “realidad” que presentan algunos medios, parafraseando a Jean Baudrillard (Simulacra and Simulation), devora el contenido de la realidad, así como a la propia comunicación que dicen ejercer
Se va convirtiendo en un lugar común el reproducir sin más lo que afirma una organización no gubernamental, un líder o, por ejemplo, una entidad; sin añadir la contraparte ni el valor añadido (y obligado) de la verificación, de la documentación, del entorno político, ideológico, histórico del suceso
Si lo que ha costado fijar, puntualizar, es empleado con la liviandad y el afán de difamación o intimidación con que se emplean las palabras en las gradas de un estadio de fútbol o en un ring de boxeo; pierde toda capacidad de diagnóstico, de potencial capacidad disuasoria
Quizás la única manera que tengan buena parte de aquellos que cubren el conflicto de Medio Oriente de auto validarse sea mediante la eterna repetición – aunque se presuma siempre una novedad - de aquello que, pretende, es la realidad o su reflejo veraz
Lo que sigue a continuación provocará seguramente en el lector la sensación de que ya ha leído lo que se dice. No una, sino varias veces. Que lo ha leído aquí. O, acaso, en alguna otra plataforma puntual: el sistemático silencio mediático en español sobre la realidad de Gaza