Una opinión flotando en el desconocimiento (¿o al revés?)

“… si todo es relativo, entonces también debe de serlo el relativismo. Por lo tanto, los relativistas deberían admitir que su tesis es idiosincrática, o a lo sumo tribal, de modo que no pueden aspirar a que todo el mundo se convierta al relativismo”, Mario Bunge, filósofo de la ciencia argentino

Opinar, suele decirse, es un “derecho de todos”. Es decir, todos podemos dar nuestro parecer de lo que nos plazca. La cuestión es que, muchas veces, se confunde la mera opinión con el conocimiento, con un recuento veraz de hechos contrastados. Máxime, cuando quien así lo hace firma con el título de “exdiplomático”.

Esto mismo sucedió el sábado 4 de julio de 2015 en el diario La Estrella de Panamá, cuando Andrés Guillén borró de un codazo líneas y líneas de historia para acomodar su realidad ficcional a las ideas preconcebidas (o en boga) sobre el conflicto palestino-israelí.

El ex-diplomático presuponía la falaz existencia de una “Palestina como entidad política”, es decir, una inexistente soberanía “palestina”, algo que no existió en ningún momento de la Historia. A tal punto que, como explicara la directora ejecutiva de CAMERA, Andrea Levin, George Antonius, un historiador árabe, aseguraba que “salvo que se especifique lo contrario, el término Siria será utilizado para denotar el conjunto del país de ese nombre que ahora está dividido en Mandatos de Siria y Líbano (Francia) y Palestina y Transjordania (Gran Bretaña)”. O que el muftí de Jerusalén se opuso originalmente al Mandato de Palestina sobre la base de que separaba Palestina de Siria; y enfatizó que no existía ninguna diferencia entre los árabes sirios y los palestinos en cuanto a sus características nacionales o costumbres. Aún en mayo de 1947, los representantes árabes le recordaron a la ONU en una declaración formal que ‘Palestina era… parte de la Provincia de SiriaPolíticamente, los árabes palestinos no eran independientes en el sentido de formar una entidad política separada…’”. Y Azmi Bishara en una entrevista televisada en 2009 llegó a afirmar que:

“Bueno, no creo que exista una nación palestina en absoluto. Creo que existe una nación árabe, siempre pensé así y no he cambiado de idea. No creo que haya una nación palestina, creo que es una invención colonial… ¿Cuándo hubo algún palestino? ¿De dónde vinieron? … Palestina era la parte Sur de la Gran Siria”.

Pero no sólo llegaba a ese extremo el ex-diplomático, sino que sugería que el recién nacido Estado de Israel expulsó a los palestinos para adelantar sus planes de crear un “Gran Israel”; a la vez que transformaba a los refugiados judíos expulsados de los países árabes en “inmigrantes” que llegaban masivamente a Israel…

Lo que, en definitiva, insinuaba, es que un plan expansionista (y colonialista) israelí viene, desde 1948, impidiendo la creación de un estado palestino.

Pero veámos más en profundida las falacias en las que incurría Guillén.

La mentira:

“El movimiento nacional judío (Sionismo) supo trazar muy bien ese camino hacia el Gran Israel (el de las fronteras bíblicas sin palestinos), bajo la dirigencia de hábiles líderes sionistas, muchos años antes de la división de Palestina en dos países independientes decretada por la ONU (Resolución 181 de 29 noviembre 1947).

Ese camino manifiesto sionista se inicia formalmente con la creación del Estado de Israel el 15 mayo 1948 que conlleva la desaparición de Palestina como entidad política y la salida para esas fechas de unas 730 000 personas (más o menos la mitad de sus habitantes árabes) en un nuevo éxodo que ellos denominan la catástrofe o ‘al-Nakba’. En su lugar llegaron casi simultáneamente igual número de judíos provenientes de Europa y los países árabes, inmigración masiva que no ha parado hasta la fecha”.

La tesis falsa de Guillén: Israel hizo “desapararecer” a “Palestina” como “entidad polítca”y “expulsó” a los palestinos para construir el “Gran Israel” (¿se olvidó de Jordania en todo este asunto de supuestos planes territorialesbíblicos? A fin de cuentas, partes del creado reino hachemita pertenecían al Israel bíblico…).

Los hechos:

1. Israel no hizo “desaparecer” nada. Antes bien, fueron los árabes que intentaron exterminar a los judíos.

Azzam Pasha, Secretario General de la Liga Árabe, llegó a declarar:

“Esta guerra será una guerra de exterminio y una masacre trascendental, de la que se hablará como de las masacres mongolas y de las Cruzadas”.

¿A qué guerra se refería Pasha?

Veamos, La resolución 181de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1947 recomendaba la partición del Mandato británico de Palestina (su parte occidental, puesto que la oriental había sido concedida a la dinastía hachemita) en dos estados independientes: “un estado árabe [no palestino] y un estado judío…”, que obtuvo la aprobación de la Comunidad Judía en el Mandato de Palestina.

Pero, “los Estados árabes no sólo votaron en contra de la partición, sino que inicialmente sostuvieron que era inválida. Es por lo tanto significativo [sic] que subsecuentemente la hayan invocado para presentar sus argumentos legales a favor de los palestinos…”, tal como citaba textualmente Julius Stone (Israel and Palestine: Assault on the Law of Nations), renombrado jurista australiano, a los autores del informe An Internacional Law Analysis of the Major United Nations Resolutions Concerning the Palestine Question.

Hecho: Fueron, así, los propios estados árabes (y los líderes árabes palestinos) los que impidieron el establecimiento de un nuevo estado árabe en la región. Pero no sólo eso, sino que lanzaron una agresión armada con la intención de acabar con el recién nacido Estado de Israel.

Precisamente esta guerra que Guillén ocultó, produjo, como toda contienda, desplazamientos de personas.

2. Los desplazados:

El analista de CAMERA, Gilead Ini indicaba que los historiadores concuerdan en que no hubo una sola causa para que los árabes huyeran de Palestina. Las masas huyeron principalmente porque vieron que la élite palestina hacía lo mismo. En parte, esta huída fue como respuesta a las exhortaciones de los líderes militares y políticos árabes para que los civiles palestinos evacuaran sus casas hasta que la lucha finalizara. Muchos simplemente huyeron de la intensa lucha que los rodeaba, o que perturbaría sus vidas muy pronto. En algunos casos, los militares judíos forzaron a los palestinos a salir de sus casas.

Asimismo, indicaba que:

Los líderes palestinos instruyeron explícitamente a los palestinos a abandonar sus casas. El Gran Mufti de Jerusalén, Haj Amin al Husseini, le dijo a una delegación de árabes de Haifa en enero de 1948 que debían “sacar a las mujeres y niños de las áreas peligrosas para reducir el número de víctimas”, y siguió promoviendo evacuaciones en los meses siguientes. De hecho, sólo unos meses después, cuando los líderes británicos, judíos y árabes trabajaban para negociar una tregua, de conformidad con las órdenes del Mufti, el lado árabe insistió en una evacuación completa de todos los residentes árabes, para gran sorpresa de todos los involucrados.

En forma similar, el liderazgo nacional palestino (o “Comité Superior Árabe”) publicó un panfleto en marzo de 1948 exhortando la evacuación de mujeres, niños y ancianos de las áreas afectadas por la lucha. El liderazgo palestino local (o “Comité Nacional”) en Jerusalén atendió este llamado y ordenó a los árabes de Jerusalén a evacuar estas poblaciones, y les aseguró que quienes se resistieran a hacerlo serían vistos como “un obstáculo a la Guerra Santa” y como “entorpecedores” de las acciones de los luchadores árabes.

La Legión Árabe de Jordania ordenó que las mujeres y niños salieran de Beisan, un pueblo cercano a la frontera jordana y un punto anticipado de invasión por la Legión”.

“Incluso cuando los árabes salían continuamente de la ciudad en barcos y camiones británicos, el liderazgo judío continuó la exhortación para que se pusiera fin al éxodo, e insistió en que quienes habían partido debían regresar. “Los judíos hicieron todo el esfuerzo posible para persuadir a la población que se quedara y siguiera su vida normal”, reportó el superintendente de la policía británica. Un miembro del Comité Nacional Árabe, Farid Saad, admitió que líderes judíos “han organizado una gran campaña de propaganda para persuadir a [los] Árabes a regresar”. Sin embargo, la mayoría no regresaron. Los árabes que huyeron de Haifa constituían aproximadamente el 10 por ciento del total de los refugiados palestinos árabes, e influenciaron a innumerables otros para que los siguieran”.

Y, además:

Nunca se enviaron órdenes de oficio para expulsar a los árabes, y de hecho, el nuevo ejército israelí, por petición del gobierno, dejó claro en julio de 1948 que ‘se prohíbe… expulsar habitantes árabes de sus pueblos, barrios y ciudades, y desplazar a la fuerza a los habitantes sin un permiso especial u orden explícita del Ministro de Defensa en cada caso específico’”.

Hecho: No hubo expulsión sistematizada alguna.

3. Los “judíos que llegaban”…

Siguiendo con Ini:

“Una gran cantidad de judíos (más de 800.000) se convirtieron en refugiados después de la guerra de independencia de Israel. Una gran mayoría fue expulsada de su casa en el mundo árabe como resultado de un sentimiento contra los judíos amplificado por la guerra. Otros perdieron sus casas en el Mandato Británico de Palestina como resultado directo de la lucha, al huir o ser capturados por tropas árabes cuando los ejércitos de los estados vecinos invadieron y destruyeron sus aldeas”.

Hecho: Israel absorbió a los refugiados judíos (que lo fueron tras ser forzados a abandonar sus lugares de residencia en los países árabes).

Finalmente, Guillén terminaba recurriendo al nuevo mantra de la relativización:

Ambas partes tienen su propia narrativa de estos hechos…”.

Pero la “narrativa” es una cosa, los hechos, otra bien distinta. Y los hechos dicen que Guillén miente, al adherir a la “narrativa” palestina. Es lo que tienen los hechos, no importa dónde se ubique el observador, ellos siguien siendo los mismos.
Un breve apunte extra
“El otro camino, hacia un estado propio palestino, se ha complicado aún más con la ocupación israelí, cada vez más recia e irreversible, de Jerusalén Este y Cisjordania (Judea y Samaria para los judíos) entre otros territorios árabes, tras la Guerra de los Seis Días (5-10 junio 1967)”, afirmaba Guillén.
1.La guerra de los Seis días fue producto de una nueva agresión árabe.
2. Jerusalén Este no es un “territorio árabe”. Fue ocupada por Jordania en 1948.
3.Cisjordania – nombre que Jordania le dio a esa porción de territorio en los 1950 – estuvo bajo ocupación jordana, precisamente, hasta 1967 (así, como Gaza, bajo ocupación egipcia).
4.La “ocupación” israelí es una consecuencia del conflicto (de las constantes agresiones árabes), y no una causa del mismo.
5. Alex Safian, analista de CAMERA, explicaba en un artículo de 2011 que, por lo menos en tres oportunidades rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida:
A. En 2008, luego de prolongadas conversaciones, el entonces Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas, y le presentó un plan de paz global. Según el plan de Olmert, Israel habría anexionado los ‘asentamientos’ israelíes más importantes y, a cambio, habría entregado territorio israelí equivalente a los palestinos, y habría dividido Jerusalén.
B. En el verano de 2000, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton acogió intentas conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el líder israelí, Ehud Barak, que culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton, que era muy similar al posterior plan Olmert, aunque no tan amplio.
A pesar de las enormes concesiones que el plan requería de Israel, el Primer Ministro Barak aceptó la propuesta del presidente Clinton, en tanto que Arafatse negó, regresó a casa y lanzó una nueva campaña terroristacontra los civiles israelíes (Segunda Intifada).
Incluso en medio de esta ola de violencia, Ehud Barak continuó negociando hasta el final de su mandato, culminado con una propuesta israelí en Taba, que ampliaba aquella delineada por Clinton. Barak le ofreció a los palestinos la totalidad de Gaza, la mayor parte de Cisjordania, ningún control israelí sobre la frontera con Jordania o adyacente al Valle del Jordán, un anexión israelí menor alrededor de tres bloques de ‘asentamientos’ balanceada por un área equivalente de territorio israelí que sería cedido a los palestinos.
C. Y, por supuesto, la oposición a la Resolución 181 de la ONU, la resolución de Partición.
Mario Bunge, eminente filósofo de la ciencia argentino, decía que “el relativista no siente la necesidad de fundamentar nada: se contenta con hacer una afirmación tras otra. Todo sería cuestión de ‘discursos’, [o ‘narrativas’] nada sería cuestión de verdad ni, por lo tanto, de confrontar las ideas acerca del mundo con el mundo mismo”.

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