Un País de contexto selectivo

Israel se convierte en una fortaleza amurallada (13 de Mayo de 2012) es el hiperbólico título elegido por El País para hacer referencia a la construcción de una valla que, según explica el mismo diario, “medirá entre cinco y siete metros de alto y cerca de un kilómetro de largo”.

Hasta nueva orden, la frontera entre Israel y Líbano mide 79 kilómetros. En esas circunstancias, afirmar que un muro de 1 kilómetro supone crear una “fortaleza amurallada” es, cuando menos, exagerado.
Por otra parte, el artículo, firmado por la corresponsal Ana Carbajosa, presenta una contextualización selectiva que transmite al lector la imagen de un Israel aislado pero apenas explica en qué consiste la verdadera amenaza.

Publica el diario:

“El Muro con mayúsculas es evidentemente el que rodea a los territorios palestinos y que de paso confisca el 12% del territorio cisjordano.”

1- Lo que Ana Carbajosa llama “El Muro con mayúsculas” apenas alcanza los 4 kilómetros (por tramos separados) ya que aproximadamente el 95% es una valla de alambre. La parte de “muro” corresponde a zonas estratégicas concretas, y fue construida para evitar los ataques de francotiradores palestinos. La matización que la misma periodista hace, unas frases después (“ellos prefieren llamarlo verja, ya que en algunos tramos es de hormigón y en otros de alambre”) no refleja el verdadero porcentaje de “muro” y “valla”.

2- La valla de separación no es definitiva, no delimita frontera alguna y será desmantelada el día que ambas partes lleguen a un acuerdo. De hecho, a medida que la situación ha ido mejorando Israel ha aliviado la situación para los palestinos, desmantelando puestos de control en Cisjordania o cediendo autonomía a las fuerzas palestinas.

Respecto a esta misma construcción, Ana Carbajosa considera importante aclarar que fue declarada “ilegal por el Tribunal de Justicia de La Haya dos años más tarde” de iniciarse, sin embargo no explica que el Tribunal de La Haya no tiene jurisprudencia alguna en la región y que su opinión no es vinculante. Para ser legítima la acción del Tribunal debe ser reconocida por las partes en litigio e Israel no lo reconoció ya que el recurso a ese organismo violaba las reglas de los Acuerdos de Oslo que exigen que las disputas sean resueltas entre las partes. Al margen de esto, al emitir su opinión, el Tribunal obvió toda mención al terrorismo palestino y a los ataques suicidas sufridos por Israel, que motivaron la construcción de la valla/muro.

Refiriéndose a “la barrera de decenas de kilómetros que bordea la franja de Gaza”, la periodista explica que:

“para el tipo de ataques que llevan a cabo los grupos armados de Gaza —lanzamiento de cohetes artesanales— los muros y barreras no suponen un obstáculo.”

Los cohetes Grad de los que dispone Hamas, y que llegan a decenas de kilómetros no son cohetes artesanales, sino industriales. Al margen de que el hecho de que un cohete sea “artesanal” no aporta ninguna información relevante, ya que a pesar de que el adjetivo parece quitarle gravedad, son igualmente mortíferos, tal y como los kassams, de los que también dispone Hamas, han demostrado.

Por otra parte, cada vez que explica la utilidad de las vallas o muros en las fronteras, tanto para referirse a Gaza como a Egito, Ana Carbajosa escribe que son para frenar a “supuestos terroristas”. ¿Por qué emplea la periodista el término “supuesto”? ¿Es que acaso las personas que se infiltraron en agosto desde la frontera egipcia, matando a ocho israelíes (seis civiles y dos militares fuera de servicio) en la zona turística de Eilat en agosto eran “supuestos” terroristas? No parece demasiado profesional que se hable de la construcción de la valla con Egipto limitando el temor israelí al de la “primavera árabe” y sin citareste atentado, que fue clave para decidir dicha construcción.
La periodista también asegura que:

“En el verano de 2006, Israel llevó a cabo una intensa campaña de bombardeos en Líbano que dejó 1.200 muertos en poco más de un mes.”

Pero se olvida de explicar qué pasó. Ni una palabra acerca de cómo empezó la guerra. Recordemos que Hezbollah asesinó a 8 soldados dentro de Israel, secuestró a otros dos y disparó decenas de proyectiles katiushas. ¿Podría este detalle ayudar al lector a comprender la situación de Israel? Probablemente sí. Una lástima que la periodista no haya considerado relevante explicarlo.
Artículos como este, que exagera la realidad, confunde valla y muro, hace hincapié en que un cohete es “casero” y aporta la opinión de un tribunal sin jurisprudencia, en el que los terroristas sólo son “supuestos” y que no considera relevante explicar de dónde surge la amenaza, ni cuál es el origen de los acontecimientos no hace honor al nivel de periodismo que se presupone a un diario de su prestigio.
El País, que en los últimos tiempos parecía haber apostado por un periodismo más informativo y menos parcial, da señales haber vuelto a cambiar de rumbo.

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