¿Sabía usted…?

¿Sabía usted que el Parlamento europeo aprobó una resolución condenando a la Autoridad Palestina por la continuada incitación a la violencia, el antisemitismo y el odio en sus libros de texto?

No, no lo sabía. O, seamos más respetuosos de la estadística, y digamos, no, muy probablemente no lo sabía. ¿Cómo iba a hacerlo si la amplísima mayoría de medios en español lo apartó de sus páginas, segmentos, etc.?

Según el portal del medio israelí Ynet (11/05/2023), “es el cuarto año consecutivo que se aprueba una resolución de este tipo, pero es la primera que exige la retirada de dicho material [redactado por funcionarios de la división de desarrollo de contenidos del Ministerio de Educación palestino, cuyos salarios paga la Unión Europea]. La resolución aprobada el miércoles pedía la congelación de la financiación a la Autoridad Palestina hasta que su plan de estudios se ajuste a las normas internacionales de paz y de tolerancia y se elimine el odio”.

El diario Times of Israel, por su parte, señalaba el mismo día que el texto se aprobó por 421 votos a favor, 151 en contra y cinco abstenciones; y que, añadía Ynet, “fue aceptada tras el apoyo de los partidos de centro-izquierda, que votaron a favor de un texto de resolución con una formulación crítica contra los palestinos sin precedentes en comparación con años anteriores”.

A su vez, Times of Israel resaltaba el hecho de que, por primera vez, una resolución de la Unión Europea vincula directamente el contenido de los libros de texto de la Autoridad Palestina con financiación del terrorismo, en particular, con los ataques perpetrados por jóvenes, de acuerdo a la declaración del Israeli Institute for Monitoring Peace and Cultural Tolerance in School Education (IMPACT-se).

Explicaba Robert Entman (Framing: Toward Clarification of a Fractured Paradigm) que “la mayoría de los marcos [informativos] se definen por lo que omiten, así como por lo que incluyen… para guiar a la audiencia”. En este caso, la supresión de la sistemática incitación al odio, la violencia y el antisemitismo oficial palestino, permite conducir al público a asumir un conflicto donde una de las partes (la palestina) es una víctima inexorable de la otra, sin agencia moral, sin responsabilidad sobre sus acciones (romántica y cínicamente enmarcadas como “resistencia”).

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