RTVE y sus 8 millones de palestinos

El programa RTVE A Punto con la 2 (Min 0:40) emitió un reportaje de la ONG Alianza por la Solidaridad cuyo objetivo era supuestamente denunciar el maltrato del que son víctimas las mujeres en Gaza.

Pero los datos son erróneos desde la misma presentación.

Sobre imágenes de guerra y con un fondo de música dramática la ONG informa:

Ocho millones de personas viven en situación de ocupación en Palestina”

¿8 millones?

Según la Oficina Central de Estadísticas Palestina, en 2016 la población total de los territorios es de 4,816,503 personas.

O sea unos 3 millones menos de lo que afirma esa ONG.

Si además tenemos en cuenta que Gaza no está ocupada (recordemos que en 2005 Israel se retiró desfinitivamente de la Franja), deberíamos sustraer a esa cifra 1,881,135 gazatíes. Con lo cual nos quedamos ya con unos 2,935,368 de palestinos “en situación de ocupación”. 5 millones de diferencia.

Los realizadores no han sido ni siquiera capaces de comprobar los datos, así que nos podemos hacer una idea del rigor de un reportaje que no busca analizar la situación de las mujeres palestinas, sino culpar a los israelíes de la violencia machista que estas sufren.

De hecho, es la activista palestina de Derechos Humanos Hanan Abu Ghoush declara en el reportaje que

“en nuestra cultura aún se perdona a quienes matan a mujeres”,

Pero cuando la directiva de la ONG es entrevistada en plató y se le pregunta respecto a esa aseveración, no duda en tirar balones fuera y afirmar que los palestinos ven el maltrato a las mujeres como un mal menor por “el hecho de vivir una ocupación continuada”.

O sea que la activista palestina alerta de un problema interno de la sociedad palestina, pero lasONG que pretenden venir a ayudarles, no quieren ni oir hablar de eso, tan sólo quieren oir hablar de “ocupación”.

Tanto en el reportaje como en la entrevista posterior en RTVE se confunde Gaza con Cisjordania; viajan de uno a otro sin aclarar las diferencias entre ambas regiones: políticas, sociales, culturales y/o económicas.

Tan sólo se menciona a Hamás una sola vez, para decir que “hay un conflicto político” entre diferentes “facciones” y que eso también influye en el maltrato.

Sin duda Hamás tiene alguna influencia en la vida de las mujeres en Gaza, en tanto que gobierna siguiendo su agenda islamista e impone leyes que segregan a las mujeres a través de sus códigos de conducta, de vestimenta, etc… No obstante, eso no es algo que parezca interesarle a RTVE o a la ONG.

Se queja la entrevistada de que a raiz de los enfrentamientos con Israel, la economía está destruida, y que “al no entrar materiales de construcción la reconstrucción es super lenta”.

Pero contrariamente a lo que afirma la representante de la ONG , el bloqueo sí se ha aliviado y sí entran materiales de construcción. Sino, que se lo pregunten a Hamás, que no tiene problemas para reconstruir a buena velocidad sus túneles para poder atacar a Israel. E incluso a llevar a los niños para mostrárselos.

Pero el contexto brilla por su ausencia. Porque aunque el reportaje supuestamente trata de la violencia contra las mujeres en Gaza, se nos cuenta que hay ataques de Israel, y que Israel bombardeó escuelas. Pero no nos cuentan que hay ataques contra Israel, ni que Hamás usaba esas escuelas como centros de almacenamiento de munición o como lugares de ataque, convirtiendo las instalaciones en objetivo militar.

No tiene sentido ir desmontando uno a uno los tópicos (que incluyen el hit “la mayor cárcel a cielo abierto”) y los errores del reportaje y de la entrevista, que no menciona ni los crímenes de honor, ni la responsabilidad de los gobernantes, ni los problemas culturales, etc…

El mayor error es utilizar la excusa de los derechos humanos, para producir una pieza más de propaganda anti-isralí. Confusa, que mezcla datos y con una falta de rigor llamativa.

Obviamente las situaciones de violencia, crean situaciones de mayor violencia y tolerancia a ésta, pero si el reportaje pretende denunciar el maltrato a las mujeres, debería explicar el maltrato de las mujeres, y no irse a buscar eternos culpables externos, descontextualizando, omitiendo, y con crasos errores factuales.

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