Prioridades palestinas, desdén mediático: un terrorista preso vale más que un maestro

Dicen los líderes palestinos que quieren su objetivo es la consecución de un estado. Lo mismo le dice la mayoría de los medios de comunicación en español a sus audiencias. Ningún filtro separa la propaganda de la información que se le ofrece a las mismas. Ni siquiera el filtro rotundo de la verificación, de la realidad.

La realidad… Esa que se silencia tan convenientemente cuando no se ajusta a la antedicha propaganda, o “narrativa”, según se prefiera.

La organización Palestinian Media Watch informaba el 27 de febrero de 2019 que debido a la crisis surgida entre Israel y la Autoridad Palestina (AP) a consecuencia de los pagos a palestinos presos en cárceles israelíes (por crímenes vinculados al terrorismo; muchos de ellos condenados por delitos de sangre) – Israel descontaría la parte proporcional de impuestos (unos 11 millones de dólares al mes) destinadas a tal fin -, dicha autoridad no aceptaría ninguna transferencia (unos 185 millones de dólares al mes, menos la deducción).

Por ello, y de acuerdo al diario oficial de la Autoridad Palestina, el Al-Hayat Al-Jadida, apuntaba el 22 de febrero de 2019 que el Ministerio de Finanzas de la mencionada autoridad había anunciado que “pagarán los salarios de los empleados públicos a tiempo, pero es probable que sean parciales; aparte de los estipendios de pensión y los subsidios de las familias de los mártires, los heridos y los presos, que se pagarán en su totalidad.

Es decir, los “subsidios” de aquellos que llevaron cabo ataques (acuchillamientos, atropellos, tiroteos, etc.), son mucho más relevantes que el pago a maestros y médicos, por ejemplo. El mensaje a la sociedad es estruendoso y claro: importa más destruir al “enemigo” que construir un estado, un futuro para los ciudadanos propios.

El estado, cada vez más, se va pareciendo a una excusa en la que resuenan las declaraciones de Zahir Muhsein, que fue miembro del Comité Ejecutivo de la OLP – durante una entrevista concedida al diario holandés Trau el 31 de marzo de 1977:

La creación de un Estado Palestino es sólo un medio para continuar la lucha contra el estado de Israel”.

El Primer Ministro de la Autoridad Palestina, Rami Hamdallah, lo aclaraba a su manera:

“… el pago del dinero a los presos y a las familias de los mártires es nuestra responsabilidad, no un regalo o una subvención, sino más bien una parte inseparable del contrato social entre el estado y sus ciudadanos”.

Un “contrato” en el que, para comenzar, la mayoría debe aceptar los designios de quienes ya hace nueve años agotaron su mandato de cuatro, y siguen sin convocar a elecciones. Un “contrato” en el cual la construcción de ese mismo estado es relegada, con suerte, a un segundísimo plano, anteponiendo la “causa”, la “lucha”, y su traducción en actos violentos, a toda posibilidad de desarrollo – es decir, a toda posibilidad deconsecución deun estado.

Un “contrato” que ya de entrada parece,pues,viciado de nulidad.

Un “contrato” que ningún ciudadano en su sano juicio suscribiría – y que, por tanto, sólo puede ser impuesto.

Es decir, se trata más bien una carga. Un abuso.
Ah, cierto, ¿dónde está la cobertura?

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