Pagina12 acusa

El diario Página12 aseguraba el 20 de julio de 2013 que Israel pone piedras en el camino del diálogo. Y para que esa acusación se sostuviera, obviaba datos de la realidad y tergiversaba otros.

El periódico destacaba que:

“Tras el anuncio de la reanudación de las negociaciones directas de paz entre Israel y Palestina, el gobierno de Benjamin Netanyahu informó que está dispuesto a liberar presos por ‘casos graves’, como parte de las condiciones para retomar las conversaciones, pero descartó congelar la construcción de asentamientos en territorio palestino”.

¿Territorio palestino? ¿Cómo sabe el diario cuál es el territorio palestino si jamás hubo fronteras?Ese es, justamente, el objetivo de las conversaciones.

Jeffrey Helmreich, teórico del derecho, explicaba en enero de 2003 (Diplomatic and Legal Aspects of the Settlement Issue) que:

“Cisjordania y Gaza son territorios en disputa, y no ocupados; y tanto israelíes como palestinos ejercen reclamos legítimos e históricos. Nunca existió una soberanía palestina ni en Cisjordania ni en Gaza antes de 1967… El territorio de Cisjordania y Gaza fue capturado por Israel en una guerra defensiva, que en este siglo fue un medio legal para la adquisición de territorio.”

En tanto, en un artículo de 2009 (Protecting the Contiguity of Israel), Nadav Shragai explicaba que:

La construcción israelí y palestina en Cisjordania ha sido gobernada por los términos legales del Acuerdo Interino Oslo II [firmado por palestinos e israelíes]a partir del 28 de septiembre de 1995.”

Israel, según Oslo II, retuvo los poderes de división por zonas y planificación del área C. Por consiguiente, la mayor parte de la construcción palestina recientemente realizada allí, apuntaba Shragai, es ilegal. En contraste, ninguno de los Acuerdos de Oslo prohibió la actividad de establecimiento (“asentamiento”) israelí, aunque Israel aplicó auto-limitaciones unilaterales en este área en años recientes.

El diario, haciendo de cuenta que esos acuerdos nunca fueron firmados, continuaba diciendo que:

“… el ministro [de Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz] no explicó si hubo alguna propuesta o compromiso respecto a la exigencia de Abbas de respetar las fronteras de 1967 como requisito para retomar el diálogo”.

Otra vez, ¿fronteras?

Esta es una caracterización muy engañosa y distorsionada. Las de 1967 eran líneas de armisticio.

Como CAMERA ya apuntara:

“La Línea Verde… sirvió como línea de demarcación de armisticio entre Israel y Jordania. La lína de armisticio fue establecida el 3 de abril de 1949 por el artículo III del Acuerdo de Alto el Fuego entre Israel y Jordania, y jamás fue una ‘frontera’ entre Israel y Cisjordania [así bautizada por Jordania; antes era conocida por su denominación tradicional: Judea y Samaria]”.

Dore Gold (From “Occupied Territories” to “Disputed territories”, 2002), ex diplomático israelí y actual presidente del Jerusalem Center for Public Affairs:

Debido a la insistencia de Jordania, la Línea de Armisticio de 1949, que constituía el límite entre Israel y Jordania hasta 1967, no fue reconocida como una frontera internacional, sino simplemente como una línea que separaba a los ejércitos. El Acuerdo de Armisticio establecía que ‘ninguna disposición de este Acuerdo perjudicará, de ninguna manera, los derechos, reclamos y posiciones de cualquiera de las partes en la solución pacífica de las cuestiones palestinas, las disposiciones de este Acuerdo han sido dispuestas exclusivamente debido a consideraciones militares” (Artículo II.2)

La palabra “frontera” implica legalidad, significación política y permanencia, ninguna de las cuales se aplica en este caso.

Y la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU de 1967, ¿qué dice?

Establece:

Retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto…

Terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenaza o actos de fuerza

lograr una solución pacífica y aceptada, de acuerdo con las disposiciones y principios de la presente resolución”.

Es decir, noestablece “frontera” alguna; sino, por el contrario, indica que debe lograrse “una solución pacífica y aceptada”, es decir, una solución negociada, para lograr unas “fronteras seguras y reconocidas”.

Eugene Rostow, jurista fallecido en 2002 – y ex decano de la Facultad de Leyes de Yale y Vicesecretario de Estado para Asuntos Políticos durante la presidencia de Lyndon B. Jonson (y, como tal, uno de los que participó en la redacción de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU – explicaba (The Future of Palestine, 1993), en referencia a la resolución 242 que:

“La norma… Refleja la amarga experiencia no sólo de Israel, sino también de Gran Bretaña, Estados Unidos y de Dag Hammarskjod, ex Secretario General de la ONU… [que] persuadieron a Israel a que se retirara del desierto del Sinaí en 1957 a cambio de la promesa de Nasser de mantener abiertos al tráfico naviero israelí el Canal de Suez y los Estrechos de Tirán; detener todos los ataques de guerrilla contra Israel desde territorio Egipcio y hacer la paz. Todas esas promesas fueron incumplidas. Esa historia es la fuente de la primera de las dos disposiciones territoriales de la resolución 242, que los israelíes no están obligados a retirarse de ninguna parte de los territorios ocupados hasta que cada uno de los estados árabes haga la paz. Y la palabra ‘paz’ en la resolución 242 significa una paz plena y formal, no meramente el abandono de todas las demandas de los derechos de beligerancia”.

Nada de ello importa. Los medios han logrado imponer una realidad alternativa, donde los elementos factuales son descartables según sean o no inconvenientes para la historia que se pretende representar.

Así, Página12 continuaba señalando que:

“En tanto, la organización Hamas, que controla gran parte del territorio palestino, calificó de ‘muy peligrosas’ las conversaciones directas porque contravienen el consenso nacional y servirán ‘a la potencia ocupadora’ como pretexto para la construcción de asentamientos. Desde el Frente Popular para la Liberación de Palestina, su portavoz Jamil Mezher aseguró que ‘veinte años de absurdas negociaciones con Israel lograron un gran cero y sólo ayudaron a Israel a ejecutar sus planes de expansión’, afirmó”.

Hamas es una organización, sí; pero terrorista. Y lo es por los métodos que emplea y los fines que persigue. Negarle al lector esa información es, por un lado, condonar las actividades de Hamas y, por otro, ubicar a la organización al mismo nivel que el gobierno de Israel, transformándola en un portavoz político válido.

Por otra parte, el medio parece obviar “las piedras palestinas” en el camino del diálogo. Las pasadas y las presentes. El medio pretende, en su olvido, que los lectores también olviden. Olvidando se puede crear otra cronología, otras causas y otras consecuencias.

De esta manera, Página12 no tiene necesidad de mencionar la constante incitación al odio y la glorificación al terrorismo por parte de los líderes de la Autoridad Palestina. De esta manera, ningún lector se preguntará para qué valor tendrá el diálogo para quien se encarga de perpetuar el conflicto.

De hecho, el Ministro de Asuntos Religiosos de la Autoridad Palestina, Mahmoud Al-Habbash dijo – según recogió Palestinian Media Watch – durante su sermón del pasado viernes que, cuando los líderes de la Autoridad Palestina firman acuerdos con Israel, saben cómo caminar “la senda correcta, que lleva al éxito, exactamente como el Profeta [Mahoma] hizo con el Tratado de Hudaybiyyah”. Una tregua que no condujo a la paz, sino que sirvió para reamarse y fortalecerse para derrotar a la otra parte del acuerdo.

Al-Habbash pronunció su discurso en presencia de Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y fue emitido por la televisión oficial de la propia Autoridad.

Si la construcción israelí,legal bajo los acuerdos de Oslo (firmados por palestinos e israelíes), es “una piedra en el camino del diálgo”, ¿ésto que es? ¿Una “piedra”, un “pedrusco”, un “formación rocasa”?
Para Página12, por lo pronto, nada. Sólo Israel puede “entorpecer” el diálogo.
El periodista árabe israelí Khaled Abu Toameh informaba el 20 de julio de 2013, en el Jerusalem Post, las facciones palestinas ven la reanudación de las conversaciones de paz como un “suicidio político”. E indicaba que funcionarios de la OLP y de Fatah declararon que no sabían nada de la oferta del Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, para llevar a la Autoridad Palestina de vuelta a la mesa de negociaciones.

Entonces, ¿con quién dialogará Israel? ¿Tiene algún apoyo de su gente?

Khaled Abu Toameh ya señalaba en un artículo publicado en Gatestone Institute el 14 de mayo de 2013, con motivo de la visita del presidente estadounidense a Israel y Cisjordania, que:

“Con la excepción de al-Fatah, todas las organizaciones palestinas–principalmente Hamas, Yihad Islámica, el Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Frente Democrático para la liberación de Palestina–rechazarían automáticamente cualquier acuerdo de paz con Israel…”.

No parece, a priori, un dato menor. Tampoco la historia de las negativas del liderazgo palestino a poner fin al conflicto.

El profesor de derecho de Harvard, Alan Dershowitz, señalaba en un artículo del 28 de septiembre de 2011:

“El rechazo árabe de la recomendación de partición de la ONU [en 1947, que preveía que Jerusalén y Belén fuesen un cuerpo separado de los dos estados previstos] y el ataque contra el nuevo Estado Judío que resultó en la muerte del 1 por ciento de la población de Israel; el ataque emprendido por Jordania y sus soldados palestinos contra Israel en 1967, que terminó con la captura de Cisjordania por parte de Israel; la oferta hecha por Israel de cambiar tierra por paz que fue rechazada en Jartum con los infames tres ‘no’ – no a la paz, no al reconocimiento y no a la negociación [con Israel]; la generosa oferta de estado que hizo Israel en 2000-2001 que fue rechazada y a la que se respondió con violencia; la subsecuente, y más generosa, oferta de Olmert, que no fue aceptada por el presidente Abbas”.

Arafat abandonó Camp David en 2000 y lanzó, efectivamente, la segunda intifada.

Pero a Página12 los hechos parecen estorbarle para presentar una narrativa determinada: aquella en la que Israel es “victimario”. El lector, en tanto, prudentemente desinformado.

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