Mezclando, borroneando… señalando a Israel

Una ola, una onda de gran amplitud cuyo origen, cuya causa, es difícil, sino imposible, rastrear. La ola iguala todo: a sí misma, y aquello que toca. La “ola de violencia” pues, borra la distinción entre víctimas y victimarios, y entre casuas y consecuencias (culpables, responsables, respuestas a los ataques). Es decir, borra la diferencia moral entre los muertos palestinos (abatidos mientras atacaban o intentaban hacerlo) y los israelíes (vícitmas de del terrorismo palestino).

Pero el diario colombiano El Universal daba un paso más, el 31 de octubre de 2015, en un artículo que trabazaba un absurdo y banal paralelismo. Así titulaba dicha crónica el medio:

Palestinos entierran a sus muertos e Israel conmemora deceso de Rabin

El recuerdo del político y ex primer ministro israelí, Isaac Rabin, que trabajó en pos de la paz, degradado en su asimilación con terroristas palestinos abatidos al perpetrar un ataque.
La brújula moral enloquecida.

El diario, entonces, “explicaba” que:

“Este aniversario del asesinato [de Rabin] en 1995 del entonces primer ministro israelí, quien firmó los acuerdos de paz de Oslo con los palestinos en 1993, coincide con una ola de violencia que dejó un nuevo muerto palestino este sábado.

Desde hace casi un mes, se multiplican los enfrentamientos entre jóvenes palestinos y soldados israelíes en los territorios e Israel, haciendo temer una nueva Intifada”.

La violencia llevada a cabo por los palestinos se difuminaba en la abstracta categoría de“enfrentamientos”: unasuerte decara a cara, un frente a frente. Los atentados palestinos, borrados de un plumazo. Ni víctimas ni victimarios: un rasero de olvidos, de falta de respeto, de trivialización.

Un plumazo que lo confunde todo, de manera que el borrado termine por ser una reescritura de los hechos:

Un total de 67 palestinos murieron en enfrentamientos o ataques contra israelíes, mientras que del lado israelí murieron nueve personas”.

Según señalaba el diario israelí Ha’aretz (1 de noviembre de 2015), “de los 50 palestinos muertos en Cisjordania y dentro de Israel, las Fuerzas de Defensa de Israel informaron que 43 eran terroristas abatidos en el curso de ataques con cuchillo o con vehículos, o en intentos de ataques de esa naturaleza”. De esta manera, la amplia mayoría de los muertos palesitnos lo fue como consecuencia de sus intentosde perpetrar o por la perpetración de atentados: es decir, como victimarios. Los muertos israelíes lo fueron como víctimas de dichos ataques. La diferencia es abismal.

Pero El Universal no sólo priorizaba (y confundía con las víctimas) a los fallecidos palestinos – una vez más, en su mayoría abatidos durante atentados -, es decir,a los victimarios; sino que, al parecer, no consideraba personas a los soldados israelíes.

Y es que, tal como indicaba el diario español La Información (1 de noviembre):

“Nueve de los diez israelíes muertos el mes pasado eran civiles, y el décimo un sargento de la Brigada Golani, que falleció en el mismo ataque de la estación de autobuses”.

Pero el diario colombiano no contaba entre las vícitmas al soldado asesinado en dicho atentado terrorista…

De esta forma, ellector recibía un recuento de hechos de una realidad alternativa, donde lo mismo da un destacado político que un joven terrorista;donde impera el registro de la relatividad moral.

Mas el resultado no es ni mucho menos la “homogeneidad”: la dilusión y la supresión de las responsabilidades palestinas sirven, en última instantancia, para erirgir un gran, único y reiterado sujeto active(en tantoinfractor): Israel (o, más bien, la imagen que se le anexa de manera casi inexorable al Estado judío).

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