La Vanguardia y el antisemitismo: periodísticamente mal, éticamente peor

El 15 de Julio de 2017, el presidente francés Emmanuel Macron rindió homenaje a las víctimas de la Redada del Velódromo de Invierno. Frente al primer ministro israelí, Macron recordó que entre el 16 y el 17 de julio de 1942, 13.152 judíos fueron encerrados en el pabellón deportivo para posteriormente ser enviados a los campos de exterminio.

El acto, que ahondó en la herida del colaboracionismo francés con el ocupante nazi, no se limitó a entonar un mea culpa por el pasado, sino a un compromiso en el presente contra el antisemitismo aún que aún existe. Al respecto, el presidente Macron especificó:

No cederemos en nada al anti sionismo, porque es una forma reinventada de antisemitismo

Esta noticia conseguía convertirse, en las páginas de información del diario La Vanguardia en un ataque contra Israel, y contra los judíos franceses.

Así, su corresponsal Rafael Poch, decidía ofrecer su muy personal definición de sionismo:

“Un nacionalismo en cuyo nombre se excluye discrimina y oprime, ocupando su territorio, a la población palestina desde hace décadas en violación del derecho internacional”

Recordemos que el sionismo es el movimiento nacional que reclama el derecho a la autodeterminación del pueblo judío en su patria histórica. A lo que Macron se refirió precisamente es que oponerse al derecho al pueblo judío a vivir en paz con sus fronteras seguras en su tierra, es un prejuicio antisemita. Como lo es criminalizar al sionismo, algo que el corresponsal realiza en su crónica informativa.

Por otra parte, no existe ese “derecho internacional” al que hace referencia el corresponsal. Israel no ocupa “territorio a la población palestina”. Existe un debate jurídico al respecto. Ambos pueblos reclaman como suyas partes de las tierras. Según todos los acuerdos firmados hasta el momento entre las partes, las fronteras serán definidas por los propios interesados. No por el señor Poch en un artículo en La Vanguardia.

Pero si la condena a Israel fuera poco, el corresponsal ataca también al Consejo Representativo de los Judíos de Francia (CRIF), acusándolos de ser “una plataforma de la política de Israel en Francia”. Es decir, acusando a los judíos franceses de ser más leales a Israel que a Francia. Un argumento que encaja a la perfección en la definición de antisemitismo de la Unión Europea:
Acusar a ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a supuestas prioridades judías mundiales, que a los intereses de sus propios países.”

No es la primera vez que el corresponsal en París muestra su poco aprecio a los judíos. En un artículo de 2016 quitó importancia al problema del antisemitismo en Francia, a pesar de que los crímenes contra los judíos habían sido los más numerosos y siendo menos del 1% de la población, habían sido víctimas del 40% de los actos de racismo cometidos en Francia, según datos oficiales.

El problema es que La Vanguardia ampara este discurso de odio, que aprovecha un homenaje a las víctimas del Holocausto para verter acusaciones contra Israel y los judíos. Pero además, contraviene toda ética periodística al confundir opinión con información.

Periodísticamente mal. Éticamente mal.

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