La libertad de prensa frente al negacionismo del Holocausto: España, El Mundo y David Irving.

Página de El Mundo accesible para leer (cortesía de un “admirador”) (ver enlace en texto)

El 12 de setiembre, en conmemoración del 70 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el diario El Mundo de Madrid publicó una entrevista con el conocido negacionista, David Irving.

Éstas son algunas de las declaraciones de Irving en la entrevista, seleccionadas por el diario:

“El asesinato de judíos no fue un crimen por ser judíos, sino por ser judíos inocentes”

“La clave es cuánto sabía Hitler… Himmler tenía cuidado de no decirle nada”

“Hasta la década de los setenta no se empezó a hablar del Holocausto”

“Churchill empujó al país a la guerra y destruyó el Imperio Británico”

“El de Auschwitz fue un campo de prisioneros con una alta mortandad”

El mismo día en que la entrevista fue publicada, apareció otro artículo en El Mundo, “II Guerra Mundial: verdad frente al negacionismo”.al parecer dedicado a explicar la elección de Irving y la publicación de la entrevista. Éste es un extracto del artículo:

No tendría que hacer falta decir que entrevistar a una persona no supone estar de acuerdo con sus opiniones. Irving relativiza el Holocausto y sostiene un perverso discurso antisemita que nuestro periódico repudia por completo. No compartimos la mayor parte de lo que dice, pero defendemos su derecho a decirlo. Irving ha sido entrevistado este año por el diario británico The Independent y anteriormente por The Observer y The Guardian. Nadie acusó a estos medios de hacer de altavoz de sus tesis, como nadie pensó que EL MUNDO fuera franquista por entrevistar a Utrera Molina.

El debate sobre los asuntos públicos debe ser desinhibido, robusto y completamente abierto y, por ello, puede muy bien incluir ataques vehementes, cáusticos e hirientes», afirmaba el juez Brennan en su famosa sentencia Sullivan versus The New York Times. La defensa de la libertad de expresión incluye también que Irving pueda opinar sin ser sometido a censura, lo cual no debería escandalizar a nadie.

Contemporáneamente, El Mundo publicó esta nota del Ministro de Exteriores de España, Moratinos, por la cual Moratinos critica a El Mundo por publicar la entrevista con Irving:

“Desde el más absoluto respeto a la libertad de expresión, el ministro de Exteriores lamenta que se dedique un espacio a un historiador que niega una de las mayores tragedias de la Historia contemporánea para la humanidad y quiere hacer llegar su empatía y su comprensión porque este tipo de afirmaciones hieren profundamente la sensibilidad del pueblo hebreo”, dijo su portavoz, tras una reunión de ministros de los Veintisiete en Estocolmo.
En respuesta a Moratinos, El Mundo escribió esta editorial:
El ministro de Asuntos Exteriores se sumó ayer a las voces procedentes de Israel que han criticado la publicación en EL MUNDO de una entrevista con el polémico historiador David Irving, con motivo del 70 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Moratinos lamentó «que se dedique espacio» a una persona que niega el Holocausto. ¿Desde cuándo un ministro establece lo que puede o no publicar un periódico? Parece claro que Moratinos ha querido agradar a las autoridades israelíes en vísperas de la gira de Zapatero por Oriente Próximo. Este diario dejó ayer muy claro que no comparte en absoluto las tesis de Irving, aunque ello no obsta para que defienda su derecho a expresarlas. Cosa que, por cierto, ha hecho el historiador no sólo en EL MUNDO, sino en otros grandes diarios europeos, sin que los gobiernos hayan intervenido. Además, tal y como detallamos hoy, el ministro Moratinos ha estrechado demasiadas manos de personajes implicados en atroces matanzas como para dar lecciones de nada.

Estos acontecimientos y escritos de fondo plantean una pregunta central más allá del caso particular de David Irving: ¿existen o deben existir límites a la libertad de prensa en el caso del negacionismo del Holocausto? Esta pregunta y su análisis son fundamentales tanto para los lectores como también para los diarios y sus editores.

El planteo de El Mundo se resume en esta posición citada arriba: “No tendria que hacer falta decir que entrevistar a una persona no supone estar de acuerdo con sus opiniones”, y también, del mismo artículo: “No compartimos la mayor parte de lo que dice, pero defendemos su derecho a decirlo.” Nuestro artículo, a continuación, explora la naturaleza de la libertad de prensa y su inmanente tensión con temas como la falsedad y específicamente con el tema de los negacionistas del Holocausto.

Las declaraciones de El Mundo citadas arriba y los acontecimientos que involucran al ministro Moratinos son claramente consistentes con el ejercicio de la libertad de prensa en su forma más completa, sin límites y sin rendición de cuentas a ninguna autoridad gubernamental. Esto es claro superficialmente. Pero es importante comprender más a fondo lo acontecido y lo que ello significa.

La Libertad de Prensa

La libertad de prensa emerge de la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada por las Naciones Unidas hace 61 años, la cual puede leerse aquí. En su articulo 19 dice esta Declaración: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” http://www.un.org/es/documents/udhr/

La organización Reporteros sin Fronteras (RSF) reporta que más de un tercio de la población mundial vive en países donde no existe la libertad de prensa, en países donde la prensa sirve sólo para promulgar la posición del gobierno y en los que los periodistas que publican otras ideas han sido amenazados, torturados o asesinados. RSF reporta que en el 2005, por ejemplo, 63 periodistas y 5 asistentes fueron asesinados en todo el mundo. La libertad de prensa es un derecho humano por el que muchos sacrifican sus vidas diariamente. RSF cataloga los países según el nivel de libertad de prensa que mantienen, nombrando países como Finlandia, Islandia y Holanda a la cabeza y otros como Corea del Norte,China, Vietnam, Burma, Turkmenistan, Nepale Irán como los más represivos. Según los regímenes políticos en los que individuos viven o trabajan, vemos precisamente que la libertad de prensa puede tener muchos grados, de absoluta, sin ninguna restricción, a virtualmente ser inexistente, con completa restricción del gobierno.

En algunos países democráticos, paradójicamente, la libertad de prensa ha sido restringida precisamente en cuanto al tema de la negación de genocidios como el Holocausto. A diferencia de aquellos países en los que el gobierno legisla la libertad de prensa para someter a la población a sus mandatos y opiniones, los países democráticosque limitan la libertad de prensa en cuanto al negacionismo tienen otras razones que los motivan. Ejemplos de estos países son Alemania, Austria y Romania.

La Comisión Ejecutiva de la Unión Europea propuso una ley contra el racismo y la xenofobia en 2001, ley que incluyó la criminalización de la negación del Holocausto. Anteriormente, el 15 de julio de 1996,el Consejo de la UE adoptó la Acción Conjunta/96/443/JHA sobre la lucha contra el racismo y la xenofobia. Un máximo de tres años de cárcel quedó establecido para las naciones miembros por “negar o trivializar crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra”.

En España, el Negacionismo de Genocidios fue ilegal hasta que las Cortes Constitucionales de España declararon lo contrario el 7 de noviembre de 2007. En consecuencia, negar el Holocausto es legal en España, aunque justificar el Holocausto u otro genocidio sea una ofensa castigable con prisión de acuerdo con la constitución nacional.

Es importante comprender entonces los motivos por los que una libertad tan importante, concedida por la Declaración Universal de Derechos, se encuentra limitada en algunos países en cuanto a un tema en particular: el negacionismo de genocidio y específicamente, el negacionismo del Holocausto.

El documento titulado “La historia re-escrita: el mundo de David Irving” del centro Wiesenthal en Canadá del 3 de octubre de 1996 fue escrito para la defensa de Deborah Lipstadts, en el juicio por libelo que le hizo David Irving. A continuación traducimos algunas secciones:

Límites a la libertad de expresión:

Los problemas legales específicos con los que se ha encontrado David Irving dan origen a un tema moral y legal más amplio: el de la evaluación sobre si tendrían que existir limites a la libertad de expresión. Esta pregunta genera dos respuestas diametralmente opuestas:

La primera es que los Estados prohiban y castiguen la expresión de ideas ofensivas. La respuesta opuesta sería censurar esas ideas y a sus partidarios mediante el ejercicio vigoroso de la libertad de expresión -usando varios medios públicos y privados- y la expansión de programas de educacion pública que enseñen igualdad y armonía entre las razas y grupos étnicos.

[…] No existe una solución facil. La respuesta debe basarse en la naturaleza de la situación específica, y un examen de la respuesta más apropriada en ese contexto.

De este documento, resumimos los argumentosa favor de que el gobierno limite la libertad de expresión:

La participación del Estado en limitar la expresión personal despierta una oposición muy emocional [como vimos en el caso de El Mundo, nota de ReVista]. Sin embargo, en muchos países existe un marco para limitar esta libertad en circunstancias en que sea necesaria una intervención de este tipo. La tendencia general es hacia la regulación del discurso racista que afecta los derechos de un grupo para participar igualitariamente en la sociedad, menoscabando su sentido de seguridad y valor como seres humanos. Éste es especialmente el caso cuando el perjuicio asociado con la libertad de expresión se deriva de la negación de los horrores del Holocausto. Los efectos perjudiciales de las declaraciones infundadas causan un severo dolor emocional, constituyendo un daño tangible para el grupo afectado. Como consecuencia, el gobierno tiene un papel legítimo en la proteccion de los derechos de los grupos perjudicados a partir de la limitación de la expresión ofensiva. En realidad muchos han argumentado que la falta de respuesta gubernamental da la apariencia de aceptación del discurso racista y de esta forma legitimiza lo que se dice.

[…] Arthur Berney ha dicho: “Negarle a un pueblo su historia es negarle el elemento más esencial de su existencia como grupo. Esto siempre precede su subordinación, reducción y finalmente su destrucción como pueblo.”

De este documento, resumimos los argumentos afavor de que el gobierno no limite la libertad de expresión:

Los proponentes de la libertad de expresión ilimitada [tal como lo expresa El Mundo, nota de ReVista], son muy cautelosos con la intromisión del gobierno como árbitro de dónde se debe trazar la línea entre la expresión protegida y la no protegida. Este punto fue expresado elocuentemente por Alan Dershowitz, profesor de derecho de Harvard en un simposio sobre negacionismo: “No quiero que el gobierno me diga que sí ocurrió (el Holocausto) porque no quiero que ningún gobierno un día me diga que no ocurrió.” Continúa: “Porque, es inevitable que si el gobierno puede decir que el Holocausto ocurrió, otro gobierno en algún otro lado o tiempo pueda decir que no ocurrió. Y yo quiero que eso sea dejado a la verdad. Mi experiencia me dice que los gobiernos son de los peores jueces de lo que es la verdad.”

[…] Otro argumento consistente con la libertad ilimitada de expresión es que los intentos de negarle a los negacionistas la oportunidad de hablar los puede agrandar a los ojos de sus seguidores. Para aquellos que quieren creer que el Holocausto no ocurrió, cualquier obstáculo que se le ponga a su líder es simplemente evidencia de que lo que él sugiere es verdad.

[…] En Estados Unidos no existen restricciones contra la propaganda de odio. Otros países, como Canadá, mantienen medidas basadas en que “la libertad de expresión también incluye libertad de ciertos tipos de expresión. No es una noción absoluta.”

A la postre, en un contexto amplio, la consideración vital es: ¿cuáles intereses es preferible proteger? ¿Los de la libertad de expresión, los de David Irving o los de los sobrevivientes del Holocausto, sus familiares y familias de aquellos que no sobrevivieron quienes tienen derecho a que no se los ataque con mentiras en su propio entorno?

David Irving

Los trabajos voluminosos de D. Irving no pueden ser cubiertos en este artículo, pero sí algunas de sus ideas que contribuyen a nuestra discusión sobre la libertad de prensa.

David Irving apela a la libertad de prensa para promulgar sus ideas. Entre ellas es central la defensa de Hitler y su régimen; El Mundo llama a Irving “conocido apologeta del nazismo”. Sin embargo, si David Irving estuviera en la Alemania nazi que defiende, se encontraría con el Ministerio de Esclarecimiento Público y Propaganda encabezado por Joseph Goebbels, el cual mantenía un control total sobre los medios de difusión y constantemente publicaba decretos sobre lo que se podía decir y lo que se debía callar. Goebbels también controlaba personalmente cada película que se producía en la Europa nazi, considerándolas un elemento propagandístico de gran influencia sobre la opinión pública. Toda persona en la industria cinematográfica, desde los directores hasta el asistente más bajo, estaba obligada a firmar un juramento de fidelidad al Partido Nazi. Los periodistas que irritaban al Ministerio eran encarcelados o fusilados rutinariamente. En la Alemania de Hitler, Irving no gozaría de libertad de prensa pero sí podría haber sido un propagandista más al servicio del Tercer Reich.

Pero nuestro tema no es discutir las ideas de Irving, ni siquiera su gozo de la libertad de prensa sino El Mundo y su planteo de que la publicación de las ideas de Irving es justificada por el derecho de la libre expresión. El Mundo declara: “defendemos su derecho a decirlo” pero no admite que en realidad la discusión y las quejas son no porque haya defendido su derecho a decirlas sino porque el diario le provee un púlpito para su difusión. El Mundo no sólo “defiende el derecho” de Irving “a decirlo” sino que le provee un público de miles de lectores. Esto es no solamente defensa sino también es publicidad. El convocar a David Irving y a su público juntos en ese púlpito conformado por el periódico es una eleccion de la editorial de El Mundo, como son todas las elecciones que un periódico hace.

Del documento de Lipstadts citamos esta opinión:

No existe una solución fácil. La respuesta debe basarse en la naturaleza de la situación específica, y un examen de la respuesta más apropriada en ese contexto. En el caso de David Irving, y su tipo de negacionismo del Holocausto, la respuesta óptima es cesar de proveerle de un forum donde pueda expresar su versión torcida de la historia y en negar sus intentos de obliterar la memoria de millones de víctimas.

Conclusiones

David Irving consiguió penetrar un medio más de difusión, esta vez en español. El Mundo escribe: “Lo publicaron en The Guardian y The Independent y nadie se quejó.” Es loable que Moratinos se haya quejado. Admitió que la ley está de parte de El Mundo – el negacionismo del Holocausto es legal en España – pero como individuo dejó hablar a su conciencia al observar que el negacionismo de Irving difundido en los medios consiste en difundir mentiras que niegan la dignidad a un segmento minoritario de la sociedad. Es más, el negacionismo es otra forma de antisemitismo: es negar la historia contemporánea del pueblo judío y negarle de esa forma su identidad histórica. Es decir: las víctimas del Holocausto no solamente fueron diezmados físicamente, sino que el mismo recuerdo de esa masacre no es respetado y honrado. Moratinos demostró honestidad y compasión al presentar una queja. El Mundo no aceptó la libertad de expresión de Moratinos sino que lo acusó de haberse vendido a los intereses israelíes. Como si el estado de Israel y los judíos no tuvieran derecho a quejarse de que su verdad histórica es negada con malevolencia y falta de compasión y como si Moratinos no pudiera estar hablando desde su propia conciencia cuando se preocupa por los sentimientos del pueblo judío. En esta crítica El Mundo hizo aquello que defendía a ultranza: vejar la libertad de expresión de Moratinos.

Quizás la mejor opción sea que los gobiernos no interfieran en la libertad de prensa pero que los entes periodísticos ejerzan la función que les corresponde de elegir lo que publican de manera constructiva para la sociedad a la que sirven. ¿No es esa la misión de la prensa de todos modos? A la postre, en una democracia, cada periódico elige los temas, ideas, y modas que destaca en sus páginas. Es la libertad pero también la responsabilidad lo que rige tales elecciones.

¿Publicaría El Mundo un artículo que desmintiera algún hecho histórico como la guerra civil o el ataque de Guernica? No lo haría porque sabría que esto no es verdad y porque heriría a aquellos que fueron testigos y víctimas de estos eventos desvastadores. En el caso de David Irving, éste ha sido calificado a veces de “autoridad que no se puede ignorar” en el campo de la investigación sobre la Segunda Guerra Mundial. Con ese halo, los que no entienden sus técnicas retóricas, creen que vale la pena escucharlo.

Sus investigaciones y sus publicaciones mezclan en forma fina sus hallazgos de archivos con sus ideologías de odio (ver nota al final de este artículo con sus opiniones). Irving usa técnicas de omisión, distorsión y retórica para diseminar sus ideas. Como historiador es alguien muy peligroso e indigno de confianza y alguien a quien no se debe procurar un altavoz.

El 90% de la judeidad europea fue destruída por el Holocausto. De los 7.3 millones de judíos que vivían en Europa al principio de la Segunda Guerra Mundial, 6 millones perecieron en la “solución final” como lo llamó Hitler. De los judíos de ascendencia europea, no hay hoy prácticamente nadie que no haya perdido un número de familiares en el Holocausto. Debido a que España y Portugal ya habían exterminado y expulsado a los judíos en el siglo XV durante la Inquisición, fueron dos de los países europeos que no presenciaron las detenciones masivas por calles y casas, universidades y fábricas, que no vieron una comunidad entera vaciarse, que no vieron trenes de carga pasar llenos de gente apretujada como ganado, que no tuvieron olor a carne quemada en los alrededores de ciertos poblados, que no perdieron a compañeros de escuela y colegas de trabajo. En fin, en España el Holocausto afortunadamente no se vivió, y quizás es por eso que España puede aceptar negarlo por ley. ¿Por qué creer en algo tan horrendo?

La ignorancia de los horrores del Holocausto permite escuchar a un negacionista como David Irving y pensar, como lo hace El Mundo, que la libertad de expresión o de prensa es sagrada y no existe ninguna otra libertad con la que deba competir. Cuando se es ignorante, se escucha a cualquier embustero con igual embelesamiento como al que habla la verdad. El haber repudiado el negacionismo de Irving, no hace que El Mundo no haya elegido concederle un podio y un altavoz para que el público escuche sus ideas disfrazadas de academia. El antisemitismo no se puede combatir sin una mínima cantidad de conocimiento y juicio. El Mundo demostró gran pobreza en ambos.

La importancia de confrontar revisionistas como David Irving debe ser enfatizada. El historiador francés Pierre Vidal Naquet que ha dedicado muchos años al estudio de la historia revisionista del Tercer Reich, explica:

La culpa terrible de los negacionistas revisionistas como Irving es que su objetivo perverso es tratar de robarles a los judíos la memoria de su historia, asesinando una vez más, en el papel escrito, a las víctimas de la exterminación de Hitler; sus métodos tienen un efecto más grande que el dolor, y es el de forzar a la gente a probar lo que ya se conoce, poniendo la condición de que hay que probar lo que ya aconteció.

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Varias opiniones de David Irving sobre minorías, mujeres, etc
“…una turba de uno, o doso mil manifestantes. Toda la escoria. Los homosexuales, los gitanos, las lesbianas, los judíos, los negros, los inmigrantes. Todos juntos en una turba pagada. Para hostigar, para hostigar, para intimidar. Como esta turba aquí.
Su opinión sobre manifestantes en Gresham, Oregon (octubre de 1994)
“Ahora tenemos mujeres leyéndonos las noticias; deberían tener sus propias noticias para leernos. Si estuviéramos interesados… Yo acepto que la BBC tenga caballeros bien vestidos leyéndonos las noticias seguidos por una dama que lea las noticias de menor importancia…”
Sus palabras al Club de Clarendon (Londres, 19 de setiembre de 1992)

“Un plebiscito es como una mujer: dice que no, pero quiere decir que sí.”

Su opinión sobre el plebiscito en Canadá, Toronto, 1 de noviembre de 1992

“Las mujeres no han producido ningún talento creativo”

Entrevista en “la silla del psiquiatra” (14 de agosto de 1982)

“Las mujeres son menos inteligentes y menos desarrolladas que el Tercer Mundo.”

Vancouver Sun (22 de octubre de 1986)

“Nada me gusta más que llegar a un aeropuerto o estación y ver a una familia negra ahí. Creo que así lo quiso Dios. Y así debe ser. Cuando veo estas familias llegar al aeropuerto de Londres estoy contento, pero estoy más contento cuando las veo irse del aeropuerto de Londres.”

Sus palabras en el Clarendon Club, 19 de setiembre de 1992

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