Human Rights Watch: Israel como obsesivo “tópico de interés”

Recientemente varios medios en español informaban sobre la negativa del Ministerio de Exteriores de Israel a concederle una visa de trabajo a un miembro de la ONG Human Rights Watch (HRW) – el diario argentino Clarín llegó a titular “Israel le cierra la puerta a HRW”, como si dicho Estado le prohibiera la actividad a la ONG -, por considerar que ésta “se ha inmiscuido en política al servicio de la propaganda palestina, alzando falsamente la bandera de los ‘derechos humanos’”. El diario Times of Israel informaba posteriormente que Israel le había otorgado una visa de turista al trabajador de la ONG; y, de acuerdo con el diario Haaretz (el mismo día que Clarín publicaba su crónica), el portavoz del Ministerio de Exteriores israelí declaró que su país está dispuesto a reexaminar la solicitud de la organización si la misma apela la decisión original.

Como fuere, lo que se desprendía de la mayor parte de la cobertura mediática en español era que la ONG, que al parecer no tiene mácula, sufría la arbitrariedad de Israel.

Y es que todo se resolvía en una disputa de “versiones”, donde el Estado judío lleva las siempre las de perder en el guion del conflicto que han impuesto los medios: sus declaraciones son siempre oficiales, frías, sospechosas (cuando no ridículas); típicas “excusas” de un Estado que es “culpable” de “violar sistemáticamente” los “derechos humanos y el derecho internacional”. En tanto que las afirmaciones opuestas, son apelaciones a la emoción.

Este proceder no sólo sirve para señalar a Israel, sino para que el periodista se vea exento de hacer su trabajo: búsqueda de diversas fuentes, contrastación de las mismas; contextualización del suceso – lo que implica documentarse.

Así pues, la mayoría de estos medios sólo se limitó a reproducir el comunicado de Israel y las varias declaraciones a favor de la ONG.

Veamos, entonces, algunas cuestiones significativas sobre la ONG (y relevantes para comprender la noticia, para ponerla en contexto) que los medios olvidaban mencionar los medios– elementos que, por otra parte, no son meras “afirmaciones” del gobierno israelí.

1. Robert L. Bernstein, uno de sus propios fundadores – y su presidente entre 1978 y 1998 – criticó duramente, en un artículo de opinión publicado en el New York Times en 2009, a la mencionada organización:

“La misión original de Human Rights Watch había sido la de abrir sociedad cerradas, abogar por las libertades básicas y apoyar a los disidentes. Sin embargo, recientemente ha estado publicando informes sobre el conflicto árabe-israelí que están ayudando a aquellos que desean transformar a Israel en un estado paria”.

“HRW ha perdido su perspectiva crítica en un conflicto en el cual Israel a sido repetidamente atacado por Hamas y Hizbulá, organizaciones [terroristas] que van a por los ciudadanos israelíes y que utilizan a su propia gente como escudos humanos. Estos son grupos apoyados por el gobierno de Irán, que abiertamente declaró su intención no sólo de destruir Israel, sino de matar a los judíos en todas partes”.

“Ahora, la organización, cada vez con mayor frecuencia, hace a un lado la vital importante distinción entre sociedades abiertas y cerradas… En ningún lugar es esto más evidente que en su trabajo en Oriente Medio. La región está poblada de regímenes autoritarios terribles historiales de derechos humanos. Sin embargo, en los últimos años, HRW ha redactado muchas más condenas contra Israel por violaciones del derecho internacional que contra cualquier otro país de la región”.

“Israel, con una población de 7.4 millones, es hogar de al menos 80 organización de derechos humanos, una prensa vibrante, un gobierno electo democráticamente, un poder judicial que con frecuencia dictamina contra el gobierno, un mundo académico políticamente activo, múltiples partidos políticos y, juzgando por la cantidad de cobertura, probablemente más periodistas per capita que cualquier otro país en el mundo”.

“En tanto, los regímenes árabes e iraní gobiernan sobre unos 350 millones de personas, y la mayoría continúa siendo brutal, cerrado y autocrático, permitiendo poca o ninguna disidencia interna. La difícil situación de sus ciudadanos, que se beneficiarían más de la clase de atención que podría brindar una organización de derechos humanos internacional y bien financiada, es ignorada , mientras la división Medio Oriente de HRW prepara informe tras informe sobre Israel”.

La crítica, precisamente sobre el tema que trata la noticia, realizada ni más ni menos que por uno de los fundadores de la ONG, fue lisa y llanamente obviada por los medios – convertidos así, en una suerte de “adalides de lo estrictamente inmediato, de las declaraciones”.

Un año después New Republic publicaba un artículo en el que señalaba que según la propia división de Medio Oriente y Norte de África de HRW, desde el año 2000, ésta dedicado más informes a “los abusos de Israel que alosabusos del resto (excepto Irak y Egipto). Eso significa más informes que Irán, Arabia Saudita, Libia, Siria, Argelina y otras dictaduras regionales”.

Y puntualizaba:

“Si uno sólo cuenta los informes – a diferencia de los ‘documentos informativos’ y los ‘documentos de antecedentes (o fondo)’, y otros documentos, que tienden a ser más cortos, menos autorizados, y muchos menos influyentes – el foco en el Estado judío aumenta, con Israel ya sea liderando o cerca de liderar la lista. Hay casi tantos informes sobre Israel, como sobre Irán, Siria y Libia juntos”.

Claro que, cómo podía pretenderse que criticara, por ejemplo, a Arabia Saudita, si en 2009, y tal como daba cuenta David Bernstein – profesor de Derecho en la George Mason University – en el Wall Street Journal, una delegación de HRW viajó adicho país. Pero no para investigar el maltrato a las mujeres bajo la Ley saudí; ni para hacer campaña a favor de los derechos de los homosexuales, sujetos a la pena de muerte en Arabia Saudita; ni para protestar por la falta de libertad religiosa, ni para realizar un informe sobre los presos políticos. Nada de esto.

La delegación [de HRW]llegó [a Arabia Saudita] para recaudar dinero de ricos saudíes, destacando la demonización de Israel llevada a cabo por HRW… Sara Leah Whitson resaltó las batallas con los ‘grupos de presión pro-israelíes en los Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas”.

En tanto, y según comentaba New Republic, miembros de HRW admiten que un número de factores detrás de la enormidad de abusos a los derechos humanos sirven para dividir la atención de la organización; entre ellos: el “acceso a un determinado país, posibilidad de reparación, e interés general en el tópico”.

¿Cómo funciona esto, entonces? Si no hay acceso a un país, entonces, ¿“no hay” tales violaciones de derechos humanos en dicho país ? Y si “no hay violaciones”, es de esperar que no haya interés en el “tópico”… Y como no hay interés en el tópico, pues, ¿no se presta la atención debida?

¿Y cómo es eso de “interés general en el tópico”? ¿Algo así como “trending topic”, una “tendencia” ? ¿Lo que “la gente” quiere, lo que pide? Pero ya se sabe que no es “la gente” la que lo pide o impone…

La lógica de HRW no se sostiene por ningún lado.

Así lo resumía un miembro de HRW:

“Creo que tendemos a ir allí donde está la acción y donde vamos a obtener reacción… Buscamos protagonismo, es parte de lo que hacemos. En este sentido, Israel es una suerte fruta al alcance de la mano”.
2. El anti-israelí Richard Falk, que fuera “Relator Especial de la ONU para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados” – y que como tal se dedicaba a publicar caricaturas antisemitas -, a la vez formaba parte de la junta del comité local de HRW en Santa Bárbara, California, hasta que tuvo que renunciar al acusar a Israel de estar detrás del atentado de Boston.

3. Steve Stotsky, analista de CAMERA, apuntabaque afines de noviembre de 2012, el aumento del lanzamiento de cohetes por parte del grupo terrorista Hamas contra Israel desencadenó una operación israelí de 8 días, denominada “Pilar Defensivo”. En el transcurso de la misma, murieron 175 gazatíes – la mayoría miembros de Hamas. Aún así, HRW arremetió contra Israel, acusándolo de violar el derecho internacional. Lo hizo centrándose en 14 ataques aéreos, de entre más de mil, que resultaron en la muerte de 40 civiles; y acusó a Israel de cometer crímenes de guerra al atacar la televisión de Al-Aqsa, afiliada a Hamas.

De manera similar a su cobertura de enfrentamientos anteriores entre Hamas e Israel – explicaba Stotsky -, HRW repitió acusaciones palestinas sin fundamento contra Israel (que irresponsablemente fueron emitidas por los medios).

Sería de esperar que HRW no se dedicara a hacer comunicados diarios, sino, antes bien, a realizar una investigación concienzuda sobre los sucesos. Pero, al parecer, al menos cuando Israel es “tópico” de su atención, actúa como un medio cualquiera – de esos que, en dicho conflicto, se dedican, cuando no directamente al ‘activismo’, al periodismo haragán.

Pero volvamos sobre las acusaciones de HRW – que fueron plasmadas en un informe publicado el 20 de diciembre de 2012, que afirmaba que Israel “atacó a civiles y objetivos civiles” deliberadamente; con un lenguaje que encubría los ataques terroristas de Hamas como acción militar legítima. Y volvamos sobre la cadena de televisión, más específicamente.

En el informe, Sarah Leah Whitson declaraba:

“Sólo porque Israel diga que un periodista es un combatiente o una cadena de televisión es un centro de comando, no hace que esto sea así… Periodistas que alaban a Hamas o canales de televisión que aplauden ataques contra Israel pueden ser propagandistas, pero eso no los hace objetivos legítimos bajo las leyes de guerra”.

Según el Ejército Israelí, los periodistas eran miembros de Hamas y la sede del canal servía como infraestructura de comunicación de Hamas. Según HRW, no había pruebas ni de uno ni de otro. ¿Y cómo lo sabía HRW? Pues muy sencillo:

“El subdirector del canal de televisión Al-Aqsa, que es la cadena oficial del gobierno de Hamas en Gaza , le dijo a HRW que los periodistas eran camarógrafos que cubrían el conflicto… Las familias de los dos periodistas, entrevistadas por separado, dijeron que no estaban participando de los combates ni eran miembros de ningún grupo armado. HRW no encontró evidencia, incluso durante las visitas a las casas de estos hombres, que contradijeran esa afirmación. El brazo armado de Hamas… no los puso en su lista oficial de combatientes muertos – una improbable omisión si los hombres jugaban un papel militar”.

Un grupo terrorista es más creíble, para HRW, que el Ejército de un país democrático.
En un artículotitulado Challenges of monitoring, reporting, and fact-finding during and after armed conflict, Donatella Rovera – quien lidera, ni más ni menos, las investigaciones de campo de Amnistía Internacional – y publicado el 28 de abril de 2014 por el portal Professionals in Humanitarian Assistance and Protection, reconocía que:
“El miedo puede conducir a víctimas y testigos a ocultar pruebas o a dar cuenta de manera deliberadamente errónea de los incidentes. En Gaza, recibí información parcial o inexacta de parte de familiares de civiles muertos por accidente en explosiones accidentales o por los cohetes lanzados por grupos armados palestinos hacia Israel que habían fallado y de civiles muertos por ataques israelíes cerca de las posiciones de los grupos armados palestinos. Enfrenta con otras evidencias obtenidas por separado, algunos dijeron que temían las represalias de los grupos armados”.
Y en Gaza estamos hablando del grupo terroristaHamas, ni más ni menos.
Demás está decir, que HWR no demostró que los periodistas y la cadena de televisión no estuviera involucradas de alguna manera en los combates. A fin de cuentas, la cadena pertenece al grupo terrorista – definición que evita, HRW – Hamas.

Stotsky señalaba que, de esta manera, Whitson terminó por acusar a Israel de “ difuminar la distinción entre civiles que piden y apoyan ataques militares [es decir, terroristas] y aquellos que participan directamente en los ataques”.

Whitson sugería una falsedad: que sólo son combatientes quienes, simplificando, “disparan”. Los combates implican más que eso.

Whitson responsabilizaba a Israel de difuminar la distinción entre combatientes y civiles, exonerando a Hamas…

Y Whitson olvidaba mencionar que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos designó a la cadena de televisión Al-Aqsa como entidad terrorista en 2008. Según dicho Departamento gubernamental, la cadena “ayuda a reclutar combatientes y terroristas suicidas”. Y apuntaba que no distinguiría “entre un negocio financiado y controlado por un grupo terrorista, tal como Al-Aqsa, y el propio grupo terrorista”.

Vaya. Al-Aqsa televisión es Hamas. Y Hamas es una organización terrorista. Y la cadena de televisión también…

¿Qué canal sintoniza HRW?

Es más, las organizaciones Middle East Media Research Institute (MEMRI) and Palestinian Media Watch (PMW) han dado amplia cuenta de los programas de dicho canal, desde maestros animando a niños a emular a los terroristas; a presentar la búsqueda del “martirio” en operaciones terroristas contra Israel como lo más elevado; a programas dirigidos a niños de 3 años, donde se inculca el odio a los judíos (que son denigrados y presentados sistemáticamente como ladrones y asesinos); enseñando que el establecimiento de Israel fue un acto criminal que debe ser reparado.
No parece ‘sólo’ un aplauso cómplice. Es más que eso. Mucho más. Es incitación al odio y la violencia. Es adoctrinamiento.
Whitson y HRW sólo estaban dispuestos a creer lo que una organización terrorista les vendía (¿o les imponía?).
No, imposible… SiHRW también critica a Hamasporsus abusos contra los árabes en la Franja de Gaza. Y en 2009, por ejemplo, según comentaba Stosky, publicó un breve informe criticando precisamente al grupo terrorista. Y el 26 de diciembre de 2012 acusó a Hamas de crímenes de guerra por lanzar cohetes contra Israel.

Claro que, aunquelo critique, presenta una “narrativa” torcida de los hechos. Por ejemplo, en el mencionado informe de 2009, sobre el lanzamiento indiscriminado de cohetes contra ciudades israelíes por parte de Hamas, HRW llegaba a decir:

“Incluso suponiendo que los ataques con cohetes fueran en represalia a los ataques israelíes que mataron e hirieron a civiles, igualmente son ilegales bajo las leyes de guerra”.

Así, en una oración, HRW convertía la agresión terrorista por parte de Hamas, en una acción defensiva, en una respuesta a los ataques de Israel…
Informes…

En el antes mencionado texto de New Republic se indicaba que durante la guerra entre Israel y Hizbulá, en 2006, HRW publicó un informe sobre los “ataque indiscriminados de Israel contra civiles. El informe sobre el lanzamiento indiscriminado de misiles por parte del grupo terrorista libanés no vería la luz sino hasta un año después, cuando el foco de atención ya no estaba allí.

Entre otros, Alan Dershowitz y Avi Bell (profesor en la Universidad de Bar-Ilan) señalaron en su momento que las afirmaciones que se hacían en dicho informe eran altamente cuestionables. HRW, por su parte, se burló de dichas críticas ( “ofuscaciones de sillón”, las llamó la ONG).

Pero… :

“Una año más tarde, cuando se presentó un informe más completo sobre las bajas libanesas, HRW admitió que el primer informe había entendido mal hechos claves. Por ejemplo, un ataque israelí en el poblado de Srifa – el segundo más mortífero descrito en el primer informe – resultó no haber resultado en la muerte de “estimativamente 26 civiles” (como HRW había originalmente afirmado) o “hasta 42 civiles” (como más tarde escribió Kenneth Roth, el director de HRW), sino de 17 combatientes y 5 civiles. ‘Los testigos presenciales no eran siempre comunicativos acerca de la identidad de aquellos que habían fallecido; y en el caso de Srifa engañaron a nuestros investigadores’, escribió HRW”.

Y aún así, salió corriendo a “informar” sobre los “crímenes” israelíes, como si lo suyo fuese la inmediatez, lo mediático. Mientras tanto, callaba sobre Hizbulá. Pero claro, había que señalar a Israel durante el conflicto, cuando éste estaba en el candelero: un año después, eso ya no era, como dicen en HWR, un “tópico de interés general”.
4. HRW fue una de las ONG que aportó información para la redacción del bochornoso informe de la ONU sobre la guerra de 2008-2009 entre el grupo terrorista Hamas e Israel – más conocido como informe Goldstone, por el juez que presidía la comisión de investigación nombrada por el Consejo de Derecho Humanos de dicho organismo internacional.

Dicho informe, básicamente destinado a responsabilizar a Israel y y acusarlo de cometer crímenes de guerra.

El propio Richard Goldstone escribía, una columna de opinión el 1 de abril de 2011 en el diario Washington Post donde declaró:

“Hoy sabemos mucho más sobre lo que sucedió en la guerra de Gaza de 2008-09, de lo que sabíamos cuando presidí la misión de investigación designada por el Consejo de Derechos humanos de Naciones Unidas que elaboró lo que ha venido a conocerse como el Informe Goldstone. Si yo hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el Informe de Goldstone habría sido un documento diferente”.

Y, a su vez, sostenía que:

“… los delitos supuestamente cometidos por Hamas fueron intencionales, no hace falta decirlo— sus cohetes fueron resueltamente e indiscriminadamente apuntados a objetivos civiles”.

En cuanto a las acusaciones sobre la posible intencionalidad israelí, el juez aclaró que estaban basadas en las muertes y heridas de civiles en situaciones en las que la misión investigadora que presidió no tenía evidencia sobre la que sacar ninguna otra conclusión razonable. De tal manera que Goldstone aclaraba:

“Aunque la evidencia israelí que ha surgido desde la publicación de nuestro informe no niegue la trágica pérdida de vidas civiles, lamento que nuestra misión de investigación no tuviera tales pruebas explicando las circunstancias en las cuales dijimos que los civiles en Gaza fueron un objetivo [para Israel], porque esto probablemente habría influido en nuestras conclusiones sobre intencionalidad y crímenes de guerra”.

Además, afirmaba que el informe final de la ONU, realizado por un comité de expertos independientes – presidido por la ex Juez de Nueva York Mary McGowan Davis -, que hizo el seguimiento de las recomendaciones del Informe Goldstone, encontró que “Israel ha dedicado recursos significativos para investigar más de 400 denuncias de mala conducta operacional en Gaza”, en tanto que “las autoridades de facto [Hamas] no han conducido ninguna investigación sobre el lanzamiento de ataques de cohetes y morteros contra Israel”.

Así pues, el juez admitía groseros errores en el informe. Pero, en ese mismo momento, comentaba Steven Stotsky, HRW insistía en que no había cambiado absolutamente nada. Su Director Ejecutivo, Kenneth Roth, simplemente se limitaba a decir que el juez se había desmarcado de un “cargo particularmente controversial en el informe”.

Stotsky explicaba la importancia de lo que había manifestado Goldstone, puesto que, precisamente, minaba los tres cargos centrales contra Israel: que no se puede confiar en que Israel conduzca una investigación imparcial sobre las supuestas malas conductas; que Israel deliberadamente atacó a civiles; y que la mayoría de las bajas eran civiles.

En 2010 el Ministro de Interior de Hamas, Fathi Hamad, ofreció una estimación de las bajas de Hamas. Las cifras coincidían con las que Israel había aportado a la comisión investigadora

Mientras esto sucedía, HRW tuvo tiempo para publicar hasta 15 informes y documentos de presión promoviendo el informe Goldstone y sus conclusiones. Los hechos no eran relevantes para la HRW.

Entonces, ¿sólo se trata de que Israel dice que HRW ha desviado su función para realizar una labor muy distinta de la defensa de los derechos humanos cuando del Estado judío se trata; o por el contrario, hay hechos que sugieren dicho comportamiento?

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