El periódico de Aragón: mentiras y estereotipos antisemitas

José Luis Trasobares, “colaborador, asesor editorial y columnista, bajo el epígrafe «El Independiente»” de el Periódico de Aragón sostiene en su columna del 16 de julio de 2014, que los israelíesse han convertido en eficientes verdugos cuyos métodos y estrategias poco tienen que envidiar a los de los nazis

Sólo el desconocimiento absoluto de lo que fue el nazismo puede mover a una persona a sostener semejante afirmación sin que le tiemble el pulso.

Poner en pie de igualdad una guerra, con las políticas genocidas nazis es una aberración ética y una barbaridad histórica.

Por si cupiera cualquiera duda de que no existe ninguna voluntad exterminadora por parte de Israel, basta echar un vistazo a las estadísticas: en los últimos diez años la población palestina ha aumentado en un 30%.

Sostiene el autor que desde el Holocausto, los palestinos

“son un pueblo sin tierra que no ha logrado ninguna satisfacción ni reparación. El invasor, orgulloso e implacable, se venga en ellos de un crimen que se cometió por otras gentes y a muchos kilómetros de distancia.”

Dejemos de lado la barbaridad de tintes antisemitas de pintar a un judío “vengativo”, como si Israel se hubiera creado para una venganza… y centrémonos en los hechos, que aquí se presentan falseados.

Los palestinos nunca tuvieron una tierra. Jamás existió un estado palestino. Hay que recordar que el nacionalismo palestino no eclosiona como tal hasta 1967, en que tras una guerra defensiva Israel pasó a administrar Gaza y Cisjordania. En aquel momento, éstas se encontraban en poder de Egipto y Jordania respectivamente, quienes las invadieron tras rechazar la particion de la tierra decretada por la ONU (resolución 181) en dos estados: uno árabe y otro judío. Hasta entonces no había existido reivindicación alguna de autodeterminación palestina, que se había englobado en una corriente panárabista general.

En Marzo de 1977, el líder de la OLP, Zuhair Muhsin, declaraba al periódico holandés Zeitung Trouw:

“Un pueblo palestino no existe. La creación de un estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel en favor de nuestra unidad árabe. En realidad hoy en día no hay diferencia entre jordanos, palestinos, sirios y libaneses. Sólo por razones políticas y tácticas, estamos hablando hoy de la existencia del pueblo palestino, ya que los intereses nacionales árabes exigen que postular la existencia de un ya existente “pueblo palestino” para resistir al sionismo.”

Por otra parte, cuando el autor asegura que las armas de Hamas son “son de fabricación local, no poseen ninguna precisión y su capacidad para hacer daño es ínfima”

1- Es en gran medida armamento recibido de Iran a través de los túneles de contrabando del Sinai

2- ¿Qué más daría que fueran de fabricación local? ¿Es que acaso un cohete fabricado en Gaza es “genéticamente” más inocuo, sólo por haber sido fabricado en Gaza?

3- No poseen precisión, porque son cohetes que se lanzan indiscrinadamente contra población civil. ¿Qué precisión necesita eso?

4- Que su capacidad para hacer daño es ínfima se lo puede contar a las familias de las 64 víctimas mortales y de los más de 1970 heridos por esos cohetes a los largo de los años.

5- Si no resultan más mortales, es porque Israel ha puesto un marcha un sistema de intercepción de cohetes y construye búnkers para sus ciudadanos.

Si el autor quiere hablar del sufrimiento de los gazatíes, puede hacerlo sin recurir a comparaciones que están consideradas antisemitas por parte de los organismos dedicados a su prevención, como la OSCE o el departamento de Estado de los Estados Unidos, que definen que una de las formas de antisemitismo es:

· Realizar comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis.

El sufrimiento de una víctima siempre es sufrimiento, la voluntad de los verdugos difiere y da al crimen su verdadera dimensión. El Holocausto es un hecho históricamente singular cuya finalidad era la de hacer desaparecer un pueblo entero de la faz de la tierra con una justificación biológica, nada que ver con una situación de conflicto, no más mortal que cualquier otro conflicto.

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