El País: una “monoversión” sin víctimas israelíes

Uno de los mayores problemas del periodismo que venimos notando en las páginas de ReVista, es la tendencia a contar una sola parte de la historia. Es una grave falta de profesionalidad que priva a los lectores de una comprensión global de los hechos. En este periodismo tendencioso, sólo hay una voz. Cuando se escucha la otra, es sólo para relativizarla.

Lamentablemente, de un tiempo a esta parte, el diario El País se ha subido a esta tendencia.

Tomemos como muestra el mes de abril de 2017:

Estas son algunas de las noticias que sucedieron en Israel y que no merecieron la atención de El País:

Ataque mortal: El 6 de abril, un palestino simpatizante de Hamás asesinaba en un “ataque-atropello” al sargento israelí Elhai Teharlev, de 20 años, y dejaba herido a otro soldado de 19 años.

Check Points: El 20 de abril, dos hermanas palestinas de Gaza, aprovechaban su permiso de entrada a Israel para pasar explosivos ocultos en medicamentos. Una de las hermanas recibe tratamiento contra el cáncer y por eso tenía autorización para entrar.

Atentado: El 23 de abril, un palestino de 18 años apuñalaba a cuatro personas en Tel Aviv. Había entrado gracias a un permiso de una ONG de la región.

Atentado: el 24 de abril, una mujer palestina apuñala a una soldado en un puesto de control.

Hamás: El 6 de abril, Hamás ahoracaba a tres personas acusadas de colaborar con Israel. El hecho fue condenado por organizaciones que no sienten ninguna simpatía por Israel como la ONU, o Amnistía Internacional.

Ninguna de estas acciones palestinas, que incluían atentados e incluso víctimas mortales, encontraban una sola línea en el periódico de mayor tirada en español.

Pero no era por falta de interés en la región, ya que el medio sí tenía espacio para dos artículos acerca de la huelga de hambre de los presos palestinos.

En ambos, el corresponsal se hacía eco de las demandas de Marwan Barguti. En la casi épica descripción de su figura, El País apenas encontraba una frase para explicar quién es ese reo tan famoso:

“Para Israel –que considera a Barguti como jefe del Tanzim, el brazo armado del Fatah– se trata solo de un preso de máxima seguridad, condenado a cinco cadenas perpetuas más 40 años de cárcel por terrorismo.”

Que Barguti era jefe de Tanzim, no es una mera consideración israelí. No hay duda al respecto, como tampoco la hay de que fue el fundador del las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, grupo responsable del asesinato de, al menos, 273 personas.

Introducir una sospecha insinuando que es tan sólo una opinión israelí es desconocimiento y relativismo ético. ¿Imaginan a El País escribiendo “Santi Potros, a quien España considera líder de ETA”?

El País reproducía frases enteras de un texto de Barguti publicado en el New York Times, repitiendo sus cifras y sus datos concretos, pero cuando se trata de hablar de por qué esos presos están en las cárceles, la escritura deviene mucho más abstracta y evasiva.

Cierto es que menciona que Barguti fue “líder de la Intifada”. Pero en ningún momento explica qué fue la Intifada. De modo que el lector se ve desprovisto de información esencial, ya que la “segunda Intifada”, más allá de un sonoro nombre propio con connotaciones de rebeldías chic a pedradas, fue una oleada de atentados terroristas que asesinó a más de mil israelíes en autobuses, cafés, discotecas, etc… y dejó a más de 5000 heridos.

Y así como evita explicar lo que es la Intifada, El País también sobrevuela la condena a Barguti. No fue condenado a su pena por un indefinido “terrorismo”. Fueron cinco las víctimas de sus acciones, que un tribunal civil consideró probadas. Así lo explicó en su día el diario Haaretz:

“El tribunal de distrito de Tel Aviv condenó el jueves al ex comandante de Tanzim de Cisjordania, Marwan Barghouti por la muerte de cinco personas.
Barghouti fue condenado por tres ataques terroristas en los que las cinco víctimas fueron asesinadas, así como por otro cargo de intento de asesinato, pertenencia a una organización terrorista y conspiración para cometer delito.
Sin embargo, el tribunal lo absolvió de otros 33 asesinatos de los que fue acusado, señalando que no había pruebas de que fuera socio pleno de esos incidentes.”

Pero no parece haber espacio en el diario para cualquier información que contradiga una visión romantizada del terrorismo palestino, que tan sólo se nombra en abstracto y como una interpretación israelí.

La amenaza se oculta, el terror se relativiza, y se aporta casi siempre una sola y única versión.

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