Beatriz Lecumberri, activista política en Jerusalén

La revista Proceso, de México, publicó el 20 de mayo un artículo de su corresponsal en Jerusalén, Beatriz Lecumberri, que adolecía de un muy marcado sesgo contra Israel, país al que culpa por todos los males que acechan a la población de Gaza, al tiempo que omite toda mención a la responsabilidad de Hamás, la organización terrorista que controla Gaza con puño de hierro y que es directamente responsable de la extorsión y el secuestro de esa parte del mundo.

Proceso accedió a publicar una Carta al director por parte de ReVista de Medio Oriente que demostró que Israel es, de hecho, el principal vehículo de desarrollo y asistencia que tiene la población en Gaza. Pero Beatriz Lecumberri aprovechó esa oportunidad para “responder” a nuestra carta. En su respuesta, lejos de reconocer su imprecisión y señalar que, efectivamente, Hamás desvía los recursos que llegan a Gaza y los utiliza para fines terroristas, Lecumberri vuelve a arremeter contra Israel y vuelve a omitir cualquier mención a la responsabilidad palestina, tanto de la Autoridad Palestina y Al Fatah –que han llegado a firmar acuerdos de “reconciliación” con Hamás-, como del propio grupo criminal Hamás.

Esta segunda omisión, teniendo la evidencia frente a ella, demuestra que Beatriz Lecumberri prefiere avanzar su propio activismo antes de reconocer sus crasos errores periodísticos.

En su “respuesta” uno de los nuevos errores de Lecumberri consiste en desacredita al Informe Palmer sobre la flotilla de Gaza de 2010. Según Lecumberri, el Informe Palmer “nunca ha sido un documento de referencia”. Por el contrario, la corresponsal vuelve a atacar a Israel a quien acusa totalmente de causar la muerte a “nueve activistas turcos”. Lecumberri omite mencionar que una tonelada de evidencia demostró que dicha flotilla fue organizada por IHH, organización con sede en Estambul que tiene vínculos probados con organizaciones terroristas, hecho demostrado por diferentes sentencias de Cortes europeas; Lecumberri también guardó silencio sobre la evidencia audiovisual que demostró cómo Israel siguió cada procedimiento para lograr que el Mavi Marmara desviara su curso de forma pacífica y que, una vez que, contra la legalidad internacional el barco buscó activamente la confrontación con la marina israelí, fue abordado por soldados israelíes que, al abordar el barco, fueron recibidos por “activistas” armados con armas blancas Y ARMAS DE FUEGO, lo que provocó la necesaria y urgente reacción armada de los soldados profesionales que vieron sus propias vidas en peligro.

¿Acaso los activistas de la flotilla eran pacíficos miembros de una inocente ONG?
La evidencia demostró, NO SÓLO EN EL INFORME PALMER, sino la evidencia audiovisual del abordaje y la evidencia documental sobre IHH reflejó claramente que una organización terrorista organizó la flotilla y que los “activistas” eran en realidad capos entrenados por organizaciones terroristas que iban armados y con la intención plena de suscitar un combate armado contra soldados israelíes.

Así, Lecumberri intenta limpiar los crímenes de Hamás, pero ahora también los de IHH y las organizaciones terroristas involucradas en la flotilla de Gaza de 2010.

Adicionalmente, Lecumberri recurre a la ONU para intentar justificar su defensa de Hamás. Lecumberri señala que la ONU, a través de oficinas como la de Asuntos Humanitarios han responsabilizado a Israel por lo que ocurre en Gaza. Esto no es una sorpresa porque varias ramas de la ONU, entre ellas la Asamblea General, el Consejo de DDHH, la Oficina del Enviado Especial para Medio Oriente, entre otras, llevan muchos años promoviendo una agenda anti Israel, a través de las iniciativas promovidas por grupos de países enemigos de Israel. Prueba de ello son las 20 resoluciones contra Israel aprobadas por la Asamblea General en 2017 –sólo cuatro contra cualquier otro país del mundo, entre ellos Siria, Corea del Norte, Irak, Libia, Arabia Saudita, Venezuela, México y cualquier otro país donde las violaciones a los Derechos Humanos de los ciudadanos son violadas de forma sistemática-; por el hecho de que sólo Israel constituye en sí mismo un tema de la Agenda permanente del Consejo de DDHH con sede en Ginebra, Suiza –mientras que ningún otro país del mundo “goza” de ese privilegio. De hecho ese consejo ha aprobado alrededor de 70 resoluciones contra Israel, más del 50% del TOTAL de sus resoluciones; la propia oficina de Nicolay Mladenov, CoordinanorEspecial de la ONU para el conflicto en Medio Oriente publicó en febrero de 2017estar de acuerdo con los principios rectores de Al Fatah y con la agenda palestina, para lograr la “paz” en la región.
“Tenemos que asegurarnos de que la comunidad internacional establezca un paquete de prioridades común, firmemente alineado al suyo”, declaró Mladenov en la ceremonia de lanzamiento de la Agenda Política Nacional Palestina el 22 de febrero de 2017.

Lecumberri podrá engañarse a sí misma e intentar engañar a los lectores de Proceso, pero el hecho es que esa corresponsal, lejos de trabajar con base en el Código Deontológico Periodístico, está promoviendo su propia agenda anti Israel.

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