Artículo de Fondo: “El futuro post-islamista”

Hermanos Musulmanes chocan contra policías en ropas civiles en El Cairo

Por MAAJID NAWAZ

Delperiódico norteamericano The Wall Street Journal -18 de febrero de 2011
Traducción de ReVista de Medio Oriente

Los acontecimientos recientes en Egipto indican el principio del fin de la fascinación de Medio Oriente con las políticas islamistas de oposición. La revolución egipcia no es un golpe mortal al islamismo, ni siquiera es una lesión debilitadora. Pero si pensamos en términos de tendencias de varias décadas de duración, es el principio de una nueva era intelectual para la región.

Los años ‘50 y ‘60 fueron testigos del surgimiento del socialismo panárabe. Dictadores despóticos que llegaron al poder mediante golpes militares estaban a la orden del día en Egipto, Siria y más allá. Para los años ‘80 y ‘90, había una intensa explosión de islamismo furioso, tal y como se ve en la insurrección jihadista en Egipto y el surgimiento de Hamas y Hezbollah.

Pero con los experimentos islamistas fallidos en Irán, Sudán y Afganistán, el nuevo milenio vio una transición progresiva. Al igual que yo, los jóvenes de la región, conocedores de la tecnología, desarrollaron ambiciones nuevas que se alejaban del Islamismo y se dirigían hacia una política democrática secular. El activismo democrático es el nuevo estilo político.

Naturalmente, la posibilidad de democracia en Egipto ha suscitado temores de que los islamistas tomen el poder y establezcan un liderazgo popular, pero hostil a occidente y a Israel. Al tratarse del grupo de oposición más organizado, los Hermanos Musulmanes son el foco de estos temores.

Los alarmistas quieren hacernos creer que estamos al borde de otra toma de poder por parte de los islamistas cuya obsesión es la destrucción de Israel. Mientras tanto, los que están satisfechos con la situación, subestiman peligrosamente la amenaza. Son curiosamente las mismas voces que, hace escasamente un mes, argumentaban que los Hermanos Musulmanes representan la única oposición creíble en Egipto. En algún lugar en el medio permanecen las voces sensatas que piden un compromiso crítico.

Los Hermanos Musulmanes todavía están comprometidos formalmente con algunos de los principios islamistas más preocupantes de Hassan al-Banna, quien fundó la organización en 1928. Su grito de guerra popular es “Alá es nuestro objetivo; el Profeta es nuestro líder; el Corán es nuestra constitución; la Jihad es nuestro camino; y la muerte por amor a Alá es nuestra más alta aspiración”. E insisten en que el Islam debe ser la única fuente de legislación, y que los no musulmanes y las mujeres no pueden llegar a ser jefes de estado.

Por lo tanto, la línea oficial del grupo inspira poca confianza, especialmente porque su líder actual es el conservador Muhammad Badie (quien fue mi compañero de celda en 2002, cuando me encontraba detenido como prisionero político en la prisión de Mazra Tora de Cairo). Sin embargo, con una facción reformista de mediana edad, dirigida por otro de mis ex compañeros de celda, Abdul Monim Aboul Fatouh, y una juventud desilusionada, la Hermandad sin duda no es un monolito.

Unidos por el imperativo popular de eliminar a Hosni Mubarak, el grupo rara vez permitió la disidencia. A pesar de esto, en 1996 un grupo de miembros más jóvenes, prominentes pero frustrados, se separó y fundó Hizb al-Wasat (el Partido del Centro) que incluyó entre sus fundadores a cristianos, mujeres sin velo y a no islamistas. La vieja guardia de la Hermandad reaccionó despectivamente, pero parece que los fundadores del Partido del Centro se adelantaron a los acontecimientos en varios años.

El año pasado, los Hermanos Musulmanes celebraron elecciones internas acaloradas y se esperaba un buen resultado para los reformistas de mediana edad. Pero bajo circunstancias turbias y para la consternación de muchos miembros jóvenes frustrados, estos reformistas perdieron sus escaños en el consejo directivo. Las cosas nunca volvieron a ser iguales.

Muchos de los activistas más jóvenes de la Hermandad, que incluyen amigos míos que habían sido encarcelados y torturados por su afiliación, se dieron de baja de sus filas y se unieron a las de los cada vez más audaces activistas seculares de la juventud de Egipto. Los grupos incluyeron el Movimiento Egipcio para el Cambio y la Juventud del 6 de Abril. El efecto fue que la Hermandad tuvo que ponerse al día cuando estas fuerzas democráticas seculares marcaron la pauta en la revuelta del 25 de enero. El hecho es que el grupo de oposición más organizado de Egipto no organizó la única revuelta del pueblo de Egipto. Además, está claro que los Hermanos Musulmanes no contaban con una figura como Jomeini, capaz de apoderarse de esta revolución.

Según una encuesta reciente del Instituto de Política del Medio Oriente en Washington, los líderes de los Hermanos Musulmanes obtuvieron escasamente el 1% del apoyo de los egipcios para la presidencia. Sólo el 7% de los encuestados creía que “el régimen [de Mubarak] no es suficientemente islámico”. Esto sugiere que la Hermandad podría ganar algunos escaños en el parlamento pero es poco probable que dé lugar al próximo presidente o al primer ministro de Egipto.

Entonces, ¿cómo deben pensar los responsables de las decisiones políticas de los Hermanos Musulmanes?

En una audiencia reciente del Comité de Inteligencia de la Cámara de EE. UU. el Director Nacional de Inteligencia, James Clapper, aseguró que Los Hermanos Musulmanes son un grupo “mayoritariamente secular”. Esta clase de disparates son muy contraproducentes, porque obstaculizan la claridad de entendimiento necesaria para planificar diversas contingencias, tal como el ascenso islamista.

Por otra parte, el enfoque alarmista, adoptado por muchas personas en Israel, parece canjear la seguridad regional a largo plazo por una establidad a corto plazo. Como observó Elliott Abrams, ex funcionario de la administración de George W. Bush, “los israelíes aparentemente no ven la ironía de que están de luto por la partida del hombre que creó la situación que ahora temen”. (Volviendo a la reciente encuesta del Instituto de Washington, había más egipcios que apoyaban la paz con Israel de los que la rechazaban, y sólo el 18% aprobaba a Hamas o a Irán).

El primer ministro David Cameron y el ex primer ministro Tony Blair han adoptado un enfoque más cauteloso y razonable. En su innovador discurso en Munich, el Sr. Cameron declaró: “simplemente no acepto que la elección entre un estado de seguridad y la resistencia islamista sea un callejón sin salida”. Y con respecto al riesgo de que los Hermanos Musulmanes asuman el poder, el Sr. Blair dijo: “la verdad es que no lo sé y nadie más lo sabe. Y por lo tanto lo que digo realmente es que no se pongan histéricos al respecto, pero tampoco se duerman en los laureles”.

Siempre y cuando involucremos a todas las fuerzas de oposición pacíficas y mantengamos nuestros ojos abiertos, Egipto puede convertirse en un faro para la democracia árabe. Al igual que en Turquía, el ejército mayoritariamente secular de Egipto está alerta para evitar una toma de poder islamista. Si podemos ayudar a los egipcios a construir una sociedad democrática por primera vez en su historia, podremos ver el amanecer de una era post-islamista que transforme la dinámica política en todo el mundo.

El Sr. Nawaz, ex preso político de Egipto, es el director ejecutivo de Quilliam, un grupo de expertos en Inglaterra que luchan contra el extremismo.

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