El Periódico: artículo de opinión, o una suerte de vale todo “periodístico”

“Ahed Tamimi. 16 años. Durante una manifestación en contra de la decisión de Donald Trump de reconocer Jerusalén como la capital de Israel se encaró con un soldado israelí equipado con casco, chaleco y arma en su aldea de Nabi Saleh. Lo abofeteó en la cara, lo golpeó. … Días después de que Aheda bofeteara al soldado, un aparatoso dispositivo militar israelí se desplegó en su aldea. Asaltaron la casa y se llevaron a Ahed”.

Esto no lo escribió un representante de la Autoridad Palestina o de alguna organización pro-palestina. Este es el párrafo que abre un artículo de opinión en el diario español El Periódico. Un medio que, a la hora de cubrir el conflicto palestino-israelí, habitualmente confunde activismo con periodismo. Muy habitualmente.

La opinión sugiere que como parte de una manifestación se permite a aquellos que expresan lo que toque, golpear a los miembros de los cuerpos de seguridad. Al fin y al cabo, para eso van con casco, chaleco y arma, ¿no? Vamos, que es lo que suele suceder a menudo en España o Argentina o Estados Unidos o en cualquier país democrático. Una suerte de levantamiento de veda, donde se puede agredir a los uniformados.

¿O sólo está diciendo que esa es una prerrogativa únicamente palestina ante fuerzas israelíes?

Presumiblemente.

Ahed Tamimi – la que “abofetea”, en lugar de agredir, golpear, patear -, relata el texto, es una “activista”. En realidad, es una propagandista. Su familia es conocida por crear situaciones ante los soldados israelíes con el fin de realizar montajes para los medios – que éstos publicarán como “escenas de enfrentamientos” (o, mejor dicho, de menores palestinos “agredidos” por los soldados israelíes) –, una práctica a la que se ha denominado “Pallywood”, y que, claro está, no es exclusiva de los Tamimi. De hecho, a Ahed se la conoce como la “Shirley Temper” palestina que, vez tras vez, aparece en el mismo rol de provocación: atacando soldados israelíes buscando una reacción para que las numerosas cámaras siempre presentes en las protestas en Nabi Saleh capten el momento (que será prudentemente descontextualizado).

Es decir, de niña inocente, lamentablemente ha tenido poco Ahed, enviada por sus padres a realizar una performance – y, evidentemente, poniéndola en situaciones de riesgo.

Detrás de estas decisiones hay una maquinaria oficial de la Autoridad Palestina de incitación al odio y la violencia (para muestra, un botón, el último de muchos). Una maquinaria que, además, recompensa con “salarios” a aquellos palestinos presos por realizar acciones de “resistencia” (en su amplísima mayoría, atentados terroristas o enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes) contra Israel.

A tal punto es así, que el director del Accountability Program la ONG Defence for Children International – Palestine (DCI-P), a la que no puede acusarse de ser pro-israelí, precisamente, en una entrevista el 11 de octubre de 2017 en la televisión oficial de la Autoridad Palestina explicaba, según Palestinian Media Watch, que los menores palestinos de hecho cometen atentados terroristas, y que lo hacen no necesariamente porque quieran atacar a israelíes, sino para aumentar o mantener su estatus en la sociedad palestina.

Datos no menores a la hora de formular una opinión sobre el tema. Pero no iba de eso el artículo. Iba de crear un halo de victimismo en torno a una familia que no tiene nada de inocente ni de víctima. Una familia que ha expuesto a sus hijos a riesgos completamente innecesarios.

Pero no iba de eso.

Del padre de Ahed, Bassam se dice que fue “declarado en el 2012 prisionero de conciencia por Amnistía Internacional”, y que “conoce muy bien las cárceles israelíes”. Vamos, una “víctima” de la opresiva ocupación israelí… No se dice que la misma ONG co-patrocinó un tour de charlas de Bassam por Estados Unidos, mientras éste se dedicaba a re-publicar un “meme” antisemita en su página de Facebook. Por lo demás, Amnistía no es una organización imparcial a la hora de hablar del conflicto palestino-israelí.

No iba de eso.

“Ibrahim Abu Thuraya. 29 años. En el 2008 perdió las dos piernas y el riñón en un bombardeo israelí en Gaza durante la masiva operación militar ‘Plomo Fundido’. Durante el mismo día de manifestaciones en contra de la decisión deTrump, murió por tiros de los soldados israelís en la frontera entre Gaza e Israel. El periodista israelíGideon Levyescribió que, una de dos: o el soldado le disparó a propósito o bien disparaba al bulto contra la manifestación. Lo que es obvio es que este lavacoches sin piernas de la cintura abajo, desarmado, no suponía un peligro para nadie”.

Este párrafo no pertenece a ningún medio oficial de la Autoridad Palestina. Sigue siendo parte del artículo de El Periódico.

“Murió por tiros de soldados israelíes…”.

El martes 19 de diciembre de 2017, el diario inglés The Independent informaba que un comunicado del Ejército israelí decía:

No hubo disparos con fuego real contra Abu Thuraya. Es imposible determinar si Abu Thuraya fue herido como resultado de los medios de dispersión de los disturbios o qué causó su muerte”.

Qué importaba este dato, si Hamas es más fiable que cualquier voz israelí; si no se estaba elaborando una opinión periodística sino una pieza de impacto emocional y de activismo anti-israelí: de propaganda.
De eso iba.

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