El privilegio informativo de ser palestino

El diario digital 20 minutos.es publicó un artículo (Siete heridos en Cisjordania mientras la ANP asegura que Israel quiere “provocar el caos”) el 25 de febrero de 2013 – a partir de un cable de la agencia de noticias EFE -, en el que se le otorgaba una mayor relevancia a la versión palestina sobre muerte del preso palestino Arafat Yaradat.

La crónica comenzaba diciendo que:

“Al menos siete personas resultaron heridas en los enfrentamientos en Cisjordania entre manifestantes palestinos y fuerzas militares y policiales israelíes, en una jornada en la que el presidente de la ANP, Mahmud Abás, afirmó que Israel quiere provocar el “caos” tras el entierro de Arafat Yaradat, preso palestino que murió el sábado en una prisión israelí a causa de posibles torturas.”

En este párrafo, el medio parece adherir a la narrativa palestina por partida doble:

– por un lado, se recoge únicamente la declaración de Abbas, sin ubicarla en contexto alguno (habría que recordar, por ejemplo, que la segunda intifada, planificada por Arafat, también se valió de una excusa para justificar la violencia ante la opinión pública occidental; o que el periodista palestino Kahled Abu Toameh, escribió recientemente que el liderazgo palestino pretende una escalada de violencia para forzar a Barak Obama a extraer concesiones de Israel ), instalando, de entrada, una idea puntual en el lector;

– y, por otro, se postula la acusación palestina (aunque como “posible”) sobre los motivos de la muerte del preso palestino sin que aún esté el informe de la autopsia y sin darle la misma relevancia informativa a las consideraciones israelíes sobre las causas del fallecimiento. Recién hacia el final del artículo la agencia indicaba que:

Israel aún no ha entregado el informe final de la autopsia, realizada en un instituto forense en Tel Aviv bajo supervisión palestina. Según los facultativos israelíes, las fracturas en dos costillas y magulladuras pueden haber sido causadas por los esfuerzos de reanimación que se le practicaron y no por torturas, como aseguró ayer el médico palestino.”

¿Por qué es más importante la afirmación del médico palestino que la de los israelíes? Es ilustrativo, entonces, observar el tratamiento diferencial que se le da a la información según provenga de fuentes israelíes o palestinas. En primer lugar:

“… preso palestino que murió el sábado en una prisión israelí a causa de posibles torturas.”

La agencia no aclara en este primer párrafo que quien asegura esto es un médico palestino.

En segundo lugar, al presentar la versión israelí, sí se señala de entrada quién realiza dicha afirmación:

Según los facultativos israelíes, las fracturas en dos costillas y magulladuras pueden haber sido causadas por los esfuerzos de reanimación que se le practicaron y no por torturas…”.

La primera versión parece ofrecerse, así, como la aceptada de manera general, mayoritaria. La segunda, simplemente como la postura oficial israelí. Además, la primera se ofrece en el primer párrafo de la noticia (lugar de privilegio informativo) – sin la “interferencia” de la otra versión. La segunda, en cambio, se presenta hacia el final y luego de la siguiente introducción al párrafo:

“Abás aseguró que ‘no dejaremos pasar la muerte’ de Yaradat, que ‘fue arrestado y regresó en un ataúd’.”

Esta presentación de los datos, ¿está al servicio de la información? Y, si no es así, ¿al servicio de qué o quién está?

La versión israelí, además de presentarse en una posición relegada en el texto, se reproduce luego de que el artículo haga el recuento de “crueldades” israelíes:

Tres de los heridos se registraron cerca de la prisión de Ofer, al sur de Ramala, donde jóvenes palestinos arrojaron piedras a miembros de la Policía israelí de Fronteras. Dos de los jóvenes sufrieron impactos de bala y un tercero, también hospitalizado, el impacto en la cabeza de un bote de gas lacrimógeno.

otros tres palestinos, entre ellos un adolescente de 13 años, resultaron heridos en los enfrentamientos. El adolescente Mohamed Jaled al-Kurdi se encontraba en el campo de refugiados de El Aida cuando recibió varios impactos de bala en la espalda y una pierna. Los otros dos heridos sufrieron el impacto en las piernas de balas de goma.

El séptimo herido es un soldado israelí que sufrió una pedrada en el bloque de asentamientos judíos de Gush Etzión, en el distrito ocupado palestino de Belén.”

Una breve aclaración: Gush Etzion no forma parte del distrito “ocupado” de Belén. La primera comunidad judía restablecida allí data de 1927 (en tierras adquiridas por la Zichron David Company), y el propio Kfar Etzion fue establecido en 1934. Esas tierras, evidentemente, nunca habían sido “palestinas”. Además, como señala Mitchell Bard (Myths and Facts), recién cuando comiencen las negociaciones serias sobre el estatus final de Cisjordania, se trazarán las líneas sobre cuáles asentamientos deberán incorporarse a Israel y cuáles deberán evacuarse (en definitiva, lo que señalan las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU).
Aún así, habitualmente se presume que partes del territorio que un día podrían formar parte de un estado palestino, ya son tierras palestinas y que las fronteras del estado putativo palestino son precisas y fueron ya acordadas. Nada más lejos de la realidad.
Regresando al artículo, ¿quién arrojó la piedra que hirió al soldado israelí? La información, ubicando (sin más datos) al militar en “el bloque de asentamientos judíos”, deja abierta la posibilidad a la interpretación de que pueda haber sido un habitante del propio “asentamiento”.
Pero, si al hablar de los palestinos se pueden afinar los pormenores, ¿por qué no sucede lo mismo con los israelíes? Esta ambigüedad, que deja todo abierto a una explicación muy determinada de los hechos (Israel como sempiterno culpable), viene a sumarse a la priorización de la información palestina que se hace en el artículo.
El cómputo global que le queda al lector: piedras contra balas. Ocupante y ocupado. Colono y colonizado. Y todos, claro está,saben quién interpreta cada papel.
Y los palestinos, ¿sólo “tiran piedras”?
Fuente: CiF Watch
Parece que no. Pero, ¿para qué informar sobre ello? De esta manera se mantiene en pie la dicotomía víctima/victimario.

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