El preso Jaradat y la violencia mediática

Varios medios de referencia de habla hispana dieron por sentado que las declaraciones del ministro de presos palestino Issa Qaraquea, no sólo son verídicas, sino concluyentes.

Qaraquea afirmó que la muerte del prisionero palestino de 30 años, Arafat Jaradar, quien falleció en una cárcel israelí hace un par de días, fue causada por torturas perpetradas por las autoridades israelíes de la penitenciaría.

“Cadáver de preso palestino en Israel muestra signos de tortura”, afirmaba Cooperativa.cl.

Mientras que El Comercio titulaba:

“El preso palestino detenido murió por ‘torturas’ en Israel”.

En la misma línea se posicionaba Terra, con información de AFP: “Detenido palestino murió por torturas en Israel (ministro palestino)”. Y, de acuerdo con la información recogida de la agencia AFP, indicaba:

“Un palestino detenido en una cárcel israelí murió como consecuencia de torturas recibidas, afirmó este domingo el ministro palestino de Prisioneros, Issa Qaraqaa.

La autopsia de Arafat Jaradat, fallecido el sábado al parecer por un paro cardíaco, según las autoridades israelíes, mostró signos de tortura con fracturas en el cuerpo y el cráneo, dijo el ministro en conferencia de prensa, citando a un médico palestino que participó en el examen post mórtem. “Estos resultados prueban que Israel lo mató”, dijo Qaraqaa”.

Sin embargo, como se observa en el ejemplo de Terra, en donde se cita el cable completo publicado por ese medio, no se señala ningún atisbo de la postura israelí sobre los hechos. Más allá de la veracidad de cualquiera de las posiciones, varias autoridades israelíes han declarado sobre el asunto, pero su versión ni siquiera aparece citada, a pesar de ser esencial en el acontecimiento noticioso. Dejar fuera la versión israelí es un claro ejercicio de tendenciosidad y subjetividad por parte de los medios de comunicación.

La otra versión

El Jerusalem Post (Jpost) e Israel National News señalaron que el preso Jaradat podría haber muerto como consecuencia de una enfermedad cardíaca. Según el Shin Bet, Jaradat “sufría de problemas de salud antes de ser arrestado”, entre ellos “dolores de espalda y estómago”. Sin embargo, esta versión es diferente a la de Qadoura Fares, presidente del Club de prisioneros palestinos, quien asegura que el preso “no sufría de ninguna enfermedad anterior” a su arresto.

En relación a las heridas detectadas en el cuerpo de Jaradat, tras su muerte, que consistían fundamentalmente en daños cerca de la espalda y dos costillas rotas, el ministro palestino de Presos las identificó como “señales de tortura”, lo que fue reproducido sin cortapisas por los medios de comunicación, a pesar de que las autoridades israelíes informaron que esas lesiones son habituales en las personas a las que se les intenta reanimar tras un paro cardíaco. Israel National News señala que es probable que dichas heridas fueran causadas por el equipo médico que intentó revivir a Jaradat de emergencia. Esta versión ha sido sistemáticamente omitida por la prensa de referencia.

Según expertos, la laceración hepática es una de las lesiones que pueden ser causadas por una “reanimación cardiopulmonar”. La fractura de costillas -una de las señales en el cuerpo de Jaradat- en especial de “costillas consecutivas” o fractura de tipo volet, también puede ser producida por el intento de reanimación -los medios no señalaron cuáles fueron las costillas fracturadas o si su fractura es de tipo volet-.

De hecho, los Cuadernos sobre medicina forense indican que la fractura de costillas como consecuencia de una reanimación cardiopulmonar puede ser “extremadamente difícil” de diferenciar de otro tipo de lesión. Pero lo que queda claro es que la fractura de dos costillas de Jaradat podría haber sido causada por el proceso de reanimación cardiopulmonar y no necesariamente son producto de una tortura contra el preso, como afirmó el ministro palestino.

El JPost, a diferencia de la mayoría de medios, citó la versión del Shin Bet – autoridad de seguridad interior en Israel -, que afirmó que el preso Jaradat “comenzó a sentirse mal después de comer” y que “durante su interrogatorio, el jueves, Jaradat fue revisado varias veces por un médico”, y que “ningún problema de salud fue detectado durante esos chequeos”.

En este marco, se echa en falta una mayor minuciosidad en la cobertura informativa, pues no sólo deja fuera a una de las dos versiones de los hechos, sino que se da por sentado la veracidad de las declaraciones palestinas sobre el asunto lo que, a su vez, ha suscitado reacciones de violencia entre la población palestina.

El diario El País (Las brigadas de Al Aqsa prometen vengar la muerte de un reo palestino), publicó una nota que refleja las consecuencias de publicar suposiciones como si fueran verdades absolutas, antes de contar con toda la información pertinente para explicar a la audiencia lo que ha ocurrido. En una frase, la falta de rigor periodístico se ve reflejada en una escalada de violencia y en la agitación popular y, en este sentido, los medios de comunicación son responsables también del incremento de la violencia.

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