La amenaza del lobby judío en Público

Sheldon Adelson

El 27 de enero de 2012, el corresponsal del diario Público, Eugenio García Gascón publicaba en su blog un artículo donde acusa a una pareja de judíos norteamericanos de donar dinero al candidato republicano Newt Gingrich. El artículo, obviamente, se titula Lobby.

El tono y el léxico empleados por el periodista español, arrojan una sombra de duda sobre lo ético del comportamiento del matrimonio, que parecería tener muchas cosas que ocultar.

Escribe García Gascón:

“El International Herald Tribune informa de pasada, de una forma muy somera, de las generosas contribuciones que el matrimonio Adelson ha hecho a la campaña del republicano Newt Gingrich.”

Ese “de pasada, de una forma muy somera” parecería indicar que todo se ha hecho de una manera un tanto subrepticia, sin embargo no es ningún secreto. De hecho, el propio New York Times, dueño del Internacional Herald Tribune publicó varios artículos y blogs sobre el tema, llegando a titular incluso uno de ellos “Miriam Adelson dona 5 millones de dólares al “super PAC” pro-Gingrich”.

Claro que para reforzar la idea de falta moral, o incluso ilegalidad, un apunte de secretismo es imprescindible. Y García Gascón se lo otorga, tal vez olvidando que él mismo ya había tratado el asunto en su blog, pocos días atrás. El 11 de enero de 2012, el corresponsal de público escribía:

La prensa israelí ha informado esta semana que un acaudalado empresario de casinos judío americano ha “invertido” 5 millones de dólares en la campaña del republicano Newt Gingrich, un ultraconservador que hace unos días vino a decir que los palestinos no existen. El Herald Tribune de ayer decía que la aportación de Sheldon Adelson era en realidad de solo 3,4 millones de dólares, aunque el Herald no mencionaba su estrecha conexión con Israel.

Volviendo al “artículo-denuncia” Lobby, es muy interesante notar cómo el periodista evita en todo momento explicar que en los Estados Unidos, las donaciones a las campañas son algo totalmente normal y que se hacen públicamente.

Al ser la suma de dinero nada desdeñable, el matrimonio Adelson, a quien realmente donó su dinero fue al “PAC”, es decir al Comité Político de Acción que sustenta a la candidatura de Gingrich. Pero como comentábamos, eso no es nada raro en la financiación de un partido político norteamericano. En esta misma campaña republicana, por ejemplo, el rival de Gingrich, Mitt Romney cuenta con su propio “súper PAC”, Restore our Future, al que donan el 10% de los multimillonarios norteamericanos. Lo mismo sucede en el bando demócrata, con el “Súper PAC” de Obama que en Julio de 2011 ya había batido el récord de 86 millones de dólares.

Pero García Gascón no se detiene en pequeños detalles como la de poner en contexto la información, ya que su objetivo es usar la crítica a Gingrich para denunciar a ese “Lobby” con el que titula su artículo.

En palabras de García Gascón:

“Gingrich es conocido por sus posiciones radicales en la política de Estados Unidos, pero también por posiciones extremistas con respecto a Oriente Próximo, como ocurre con el matrimonio Adelson, de ahí que sea legítimo preguntarse si existe una relación entre la ayuda que los Adelson proporcionan a Gingrich e Israel.”

En primer lugar, hay que destacar que los Adelson son amigos de Gingrich, desde hace tiempo. Tal vez eso haya podido influir en que hayan decidido apoyar económicamente al candidato.

En segundo lugar, es evidente que los Adelson apoyarán a alguien que vea el mundo de la misma manera que ellos. No es un delito, no es ni tan siquiera reprobable. Todo el mundo hace lo mismo.

En tercer lugar, ¿cuáles son las “posiciones extremistas con respecto a Oriente Próximo” de Gingrich que García Gascón denuncia? ¿Propone tal vez la anexión de Cisjordania y Gaza? ¿Es posible que busque la desaparición de todos los palestinos? No. Básicamente, lo que lo convierte en radical ante los ojos del corresponsal es que Gingrich ha sostenido que el concepto de pueblo palestino es un invento de los años 70. En ese caso, García Gascón probablemente también debería tildar de “extremista” pro israelí al líder de la OLP, Zuhair Muhsin, quien en marzo de 1977 declaró al periódico holandés Zeitung Trouw:

“El pueblo palestino no existe. La creación de un estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel en favor de nuestra unidad árabe. En realidad hoy en día no hay diferencia entre jordanos, palestinos, sirios y libaneses. Sólo por razones políticas y tácticas, estamos hablando hoy de la existencia del pueblo palestino, ya que los intereses nacionales árabes exigen que postular la existencia de un ya existente “pueblo palestino” para resistir al sionismo.”

Pero el verdadero objetivo del periodista es el “Lobby”, y no pudiendo realmente condenarlos por apoyar económicamente a un candidato que los convence, García Gascónse centra enlo que le parecen donaciones reprobables.

Escribe García Gascón:

“Adelson ha contribuido con más de 100 millones de dólares al controvertido proyecto Taglit que financia viajes de jóvenes estadounidenses judíos a Israel para su adoctrinamiento político.”

El proyecto Taglit-Birthright no es más controvertido que cualquier otra iniciativa que tenga lugar o que gire en torno a Israel. Consiste en una serie de viajes organizados a Israel con jóvenes judíos, para que conozcan la zona y para fomentar su sentido de pertenencia a esa tierra. No es por cierto, exclusivamente norteamericano, y no es tampoco el único viaje organizado de ese tipo. De hecho, de este mismo modelo han nacido Birthright Armenia o Birthright Grecia.

La Real Academia Española define la palabra “lobby” como un “grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses.” No sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, éstos forman parte del espectro político, y han existido siempre, desde la emergencia del Estado Moderno. En España, por ejemplo sindicatos o patronal son un buen reflejo de ello. En su estudio del año 2003, Lobbys en la Unión Europea: leyes y prácticas actuales, Wilhelm Lehmann definía así la situación en la Unión Europea:

“En la actualidad alrededor de 15.000 grupos de presión con sede en Bruselas (consultores, abogados, asociaciones, corporaciones, ONG, etc) tratan de influir en el proceso legislativo de la UE. Cerca de 2.600 grupos de intereses especiales tienen una oficina permanente en Bruselas. Su distribución es aproximadamente el siguiente: federaciones europeas de comercio (32%), consultores (20%), empresas (13%), Organizaciones No Gubernamentales (11%), asociaciones nacionales (10%), representaciones regionales (6%), organizaciones internacionales (5%) y centros de investigación (1%).”

En Estados Unidos, el espectro es muy amplio y en estos grupos de presión desfilan desde los más influyente The National Rifle Association, o American Association of Retired Persons, AARP, pasando por lobbies petroleros o defensores de la hostelería como la National Restaurant Association . Es decir, todos los sectores tienen un grupo en Washington para defender sus intereses. No hay motivo para que con la defensa de Israel no se siga la misma lógica.

Sin embargo, cuando se habla de “lobby” para referirse exclusivamente al “lobby judío” se está apelando a la imagen del estereotipo del judío económicamente poderoso, que complota en secreto para la consecución de sus espurios intereses. Todos esos elementos están contemplados en este artículo:

– Título “lobby” para referirse exclusivamente a la influencia política de una pareja de judíos norteamericanos.

– Secretismo (“El International Herald Tribune informa de pasada, de una forma muy somera”)

– Dinero, mucho dinero para influir en la política nacional de Estados Unidos

– Los intereses residen en la defensa de Israel, pero no del Israel políticamente aceptable (si es que para el periodista existe alguno) sino el de “tendencias radicales” (se refiere al primer ministro, elegido en las urnas, y abiertamente partidario de la solución de dos estados conviviendo en paz)

Este lobby judío, descontextualizado de lo que significa el sistema lobista internacional, parece una versión moderna y “políticamente correcta” de Los Protocolos de los Sabios de Sión.

Por si alguien está tranquilo pensando que ese mal sólo afecta a los Estados Unidos, que por culpa del “lobby” es cautivo de los intereses israelíes, García Gascón se ocupa de alertarnos:

“Ahora sus empresas planean abrir un complejo de casinos en el sur de Europa. Barcelona y Madrid se lo disputan. ¿Acabará también el dinero español financiando los proyectos de Adelson en Israel?”

Ante esta lectura, uno piensa que el artículo bien hubiera podido llamarse: “¡Cuidado! ¡Que viene el israelí!”, algo más cercano al panfleto, que a la observación de la realidad.

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