Fomento de la irracionalidad y del odio en “Con nuestro Perú”

Acusar a un pueblo de estar confabulado en un plan de dominación mundial es antisemitismo puro y clásico

El periódico basado en la web “Con Nuestro Perú” publica un artículo el 29 de Enero titulado “La utilización del “antisemitismo” como estrategia para la dominación e impunidad sionista” cuyo autor es Rubén A. Hernández A.

La publicación “Con Nuestro Perú” se autotitula: “Con Nuestro Perú. Te cuenta la verdad”. En la sección “quienes somos” se define a sí mismo este periódico por “la necesidad de mantener una actitud vigilante para evitar que nuestra economía (y después nuestra política) sean sobreinfluídas o controladas por una nación extranjera”. Es por eso que la invitación a Rubén A. Hernández A. a escribir este artículo, es sorprendente. Hernández A. es un autor reconocido en la publicación Aporrea, basada en Venezuela. ReVista de Medio Oriente ha escrito previamente sobre Aporrea y sus artículos antisemitas sin tapujos y de primera línea. Rubén Hernández es un importante escritor de Aporrea en estos temas, como por ejemplo la nota de su puño y pluma: “Las élites judías, asesinas de siempre”. Pareciera entonces que Aporrea, Venezuela y Hernández, no suponen para “Con nuestro Perú” una influencia extranjera, sino que son puramente peruanos.

En “Las élites judías, asesinas de siempre”, Hernández nos pone en guardia ya que los judíos “buscan liquidar por la vía armada a todos los que consideran sus enemigos”. Hernández relata que ya en la época de ”Jueces”, uno de los libros del Antiguo Testamento, “mucho antes de la época de Cristo”, los judíos se dedicaban a atacar y matar a sus vecinos, sólo por ser paganos. “Aquí es necesario aclarar que el pueblo cananeo, por ejemplo, terminó siendo agredido en varias oportunidades por las hordas judías, quienes reiteradamente invadieron las tierras ya ocupadas desde tiempo indefinido en un territorio que más o menos corresponde en nuestros días a Palestina”, escribe Hernández. El libro Jueces, según Hernández, es valorado por los historiadores por la información allí contenida “aún cuando no es estrictamente histórica”. Hernández se basa en Jueces, este libro con información “no estrictamente histórica” para demostrar que “A la luz del pasado oscuro y de los acontecimientos ocurridos en los últimos tiempos, una cosa queda bien clara: las élites judías han sido asesinas e invasoras históricas de aquellos pueblos que malintencionadamente han considerado como sus enemigos.”

En resumen, los judíos son invasores y asesinos ancestrales de sus vecinos, según la evidencia de un libro de la Biblia, que no es estrictamente histórico. No los romanos que invadieron la que luego llamaron ellos mismos Palestina y se llevaron a los judíos que quedaron vivos a Roma como esclavos, no los cruzados que invadieron Palestina quemando y violando todo a su paso, no los españoles que cruzaron un océano para masacrar todo un continente. No, los judíos que llegaron a Canaan y trataron de asentarse entre los habitantes del lugar, como tantos otros nómades de su época, ellos son los asesinos e invasores que merecen la pena de Hernández de ser mencionados. Y lo que hacían entonces, estos judíos asesinos, lo hacen ahora contra los palestinos inocentes. En realidad, según Hernández, los judíos de antes y de ahora son lo mismo, asesinos todos, sin olvidar de mencionar en el primer párrafo a Herodes y su orden de matar niños, plasmando así el mensaje ancestral de los judíos asesinos en el prejuicio ya inconciente del lector cristiano.

En este nuevo artículo en “Con nuestro Perú”, Hernández se disfraza con piel de oveja y no acusa a los judíos, sino al “sionismo” el cual, “mediante la intervención de los ejércitos de Israel, Estados Unidos y sus aliados globales, hace los últimos preparativos para la inminente agresión directa a Irán”. Agrega Hernández:

“De nueva cuenta una de las principales estrategias con la que cuentan los sionistas en su afán por someter al Medio Oriente, acrecentar su poder en el planeta y perpetuar su impunidad en materia humanitaria, es valerse de la supuesta hostilidad y repudio mundial contra los judíos, desempeñando muy bien el rol victimista surgido tras el llamado holocausto nazi.”

Según explica Hernández en la nota peruana, “el judaísmo es una religión y nada más”. Esto nos confunde. Nos explicaba en su artículo “Las élites judías, asesinas de siempre”, que los judíos eran una nación en “Palestina”, mil años antes de Cristo todavía, afanada en formar un estado. (Aunque en esa época se llamaban hebreos, y no judíos, este historiador versado que es Hernández, los llama judíos porque para la publicación antisemita que es Aporrea, es necesario inculpar al “judío”). Resulta ser, que en el artículo de “Las élites” los judíos eran una nación, con su tierra – Israel- y sus ciudades, sus impuestos y su gobierno de jueces o reyes. En este segundo artículo, los judíos ya no son una nación, invasora y asesina, sino que los “judíos” son una “religión”.

En este nuevo artículo, los judíos son una religión y los sionistas son los que buscan “acrecentar su poder en el planeta”. La realidad es que el sionismo, que no es nada más ni nada menos que “la aspiración de los judíos de volver a la tierra de Israel a establecer un estado judío”, no se diferencia del Estado de Israel, o sea, el sionismo es Israel, y no tiene más poder en el planeta que el de cualquier otro estado, o sea, poder dentro de sus límites. La otra realidad es que, en cuanto a sus vecinos se refiere, Israel se ha defendido en sus guerras contra la agresión previa de estos, ya sea de ejércitos o terroristas, vecinos que hasta hoy se niegan a reconocer al estado judío y convivir a su lado.

Irán, que no es un vecino contiguo, ha amenazado con borrar a Israel del mapa. En materia de amenazas, ésta es de las más claras y definitivas que pueden hacerse.

Hernández dedica este artículo a hacer claras diferencias entre judíos y sionistas. Los judíos ya no tienen de qué preocuparse con Hernández. Éstos son una “religión”, como nos ha indicado el autor. En cambio el sionismo, según Hernandez “se trata de un movimiento que trasciende el ámbito religioso, y en teoría defiende los derechos de los judíos en el mundo entero” y añade: “la diferencia clave entre el sionismo y el judaísmo, además de que el primero trasciende el ámbito religioso, radica en que ni todos los sionistas son practicantes de la religión judía, ni la mayoría judía apoya al sionismo”. De aquí en más, Hernández ya no acusa a los judíos de ser asesinos como en su artículo anterior en Aporrea. Aquí los judíos son una religión y el problema global son los sionistas a los que acusa de todas las mismas cosas de las que cualquier antisemita clásico siempre acusó a los judíos:

“En nuestros días el sionismo agrupa mayoritariamente a judíos con gran influencia económica, política, social, académica y militar en el orbe; también hay algunos no judíos que simpatizan de alguna manera con el judaísmo”. Y agrega:

“En este contexto es importante señalar que los sionistas fueron ganando notoriedad global en los diversos ámbitos de la vida, desde la posesión de un importante capital financiero, industrial y comercial, hasta una influencia marcada en la geopolítica planetaria. Desde el punto de vista económico los sionistas, en su mayoría judíos, sacaron bastante provecho del capitalismo, entendiendo casi a la perfección que la explotación bestial del hombre, las elevadas tasas de ganancia y la irracional destrucción del medio geográfico conducían ineludiblemente a una enorme acumulación de capital y a la consiguiente riqueza. Es así como los sionistas han llegado a ser protagonistas de la corporocracia que domina al mundo actualmente, y que intenta implantar un Nuevo Orden Mundial capitalista.”

Hernández se lo ha hecho fácil. Sus nuevos inculpados de moda son los “sionistas” y no los judíos. A los sionistas se les puede colgar todas las culpas siempre disponibles para los judíos. Y de esa forma, Hernández se libera de ser llamado “antisemita”, ya que por un lado, los semitas son los “hablantes de lenguas pertenecientes a la familia semítica: hebrea, árabe, aramea y otras” por lo que “el antisemitismo equivaldría a odiar prácticamente a todos los habitantes del Cercano y Medio Oriente”. Por supuesto Hernández nunca invitaría a nadie a odiar a los árabes o los arameos. Hernández quiere que los que sean odiados sean sólo los hebreos, judíos o sionistas. Por lo cual, Hernández no puede ser antisemita porque no promulga el odio a todos los pueblos semitas. De más esta decir que el significado de la palabra “antisemita”, con sus dos mil años de repleta historia, es odio a los judíos, sin relación con el contenido etimológico de la palabra.

Por el otro lado, Hernández inculpa a los sionistas que usan el “supuesto” antisemitismo “como una estrategia para ocultar a las masas el dominio creciente de los sionistas en el contexto de la corporocracia, y en el segundo como estrategia para perpetuar la impunidad del Estado terrorista de Israel en la agresión sistemática contra los pueblos vecinos, fundamentalmente contra los palestinos”.

Israel no ha culpado a nadie de ser antisemita, pero sí, muchos judíos en el mundo han comprendido que los ataques verbales y políticos a Israel en el seno de las Naciones Unidas, o que las caracterizaciones judías de Israel en viñetas periodísticas, por ejemplo, han tenido carácter antisemita. Hernández llama a Israel, estado “terrorista”, siendo que Israel es un estado que practica la democracia mientras se encuentra rodeado de estados totalitarios y tiránicos musulmanes en donde los derechos humanos de minorías, mujeres y homosexuales, no existen y en donde se practica el terrorismo contra sus propios ciudadanos. Que Israel haya sido víctima del terrorismo árabe durante toda su existencia no parece tener cabida en la descripción de Israel de Hernández.

En resumen, el artículo de Hernández tiene una lógica retorcida en donde lo que era judío, ahora es sionismo, el antisemitismo no es tal, es sólo una excusa usada por las mismas víctimas de ese odio, los judíos, o los sionistas, para continuar haciendo lo que los antisemitas siempre inventaron que hacían los judíos, ahora los sionistas, que es dominar el mundo.

El tomar a un pueblo como es el pueblo judío, o a los sionistas que son aquellos judíos que apoyan a Israel dentro y fuera de ese país, y acusarlo como grupo humano, de estar confabulados en un plan de dominación mundial, es antisemitismo puro y clásico, del que se promueve en el infame Los Protocolos de los Sabios de Sion. Esta es una acusación que no se le hace a ningún otro grupo, y que es y siempre ha sido, completamente falsa, llevando a tragedias tales como la que culminó en el Holocausto.

Hernández nada tiene de historiador y “Con nuestro Perú” nada tiene de periodismo serio y responsable. Queda claro con un artículo como éste que el odio hacia los “sionistas” no es más que el odio milenario a los judíos, disfrazado de “políticamente correcto”, como el nuevo y aceptable odio al estado de Israel y sus ciudadanos. “Con nuestro Perú”, no ha hecho más que fomentar irracionalidad y odio en su espacio, en lugar de dedicarlo a la educación del público peruano en la verdad, tal y como es su mandato.

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