Marcelo Wio

Narciso periodista

A muchos de los corresponsales en Medio Oriente los mueve - o creen ser excusados por - una “causa”, un “recto deber”, antes que el mandato profesional: el narcisismo moral antes que los hechos. Lo que, siguiendo a Christopher Lasch. los lleva constantemente a buscar la atención de las audiencias, la validación del pedestal de aire e ilusionismo sobre el que se erigen en “faros morales”

Efe, diluyendo responsabilidades

Podría presumirse inexperiencia profesional, o una torpeza nunca subsanada; mas, el error o la negligencia siempre inclinan la balanza del retrato que surge de las crónicas hacia un mismo lado, hacia una misma sugerencia. Lo que lleva a sospechar de la centralidad de otro elemento en la en la confección sistemática de la “pifia”

La “nueva normalidad”: llamar a la eliminación de un país soberano

“Desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]” no es una compadreada de multitud, un envalentonamiento de anonimato, un pecado sin consecuencias mayores de juventud. Ni siquiera es un mero eslogan que se apaga en cuanto la marcha se acaba. Prescribe la “solución” al problema que les plantea la existencia de un estado judío al liderazgo palestino

El País, lustrándole la imagen a Hamás

Decía Jean-François Revel que es en la etapa de investigación, de recopilación de hechos, donde negarse a conocer deviene en censura. Mas El País parece preferir una versión más orwelliana: prescinde de los hechos; elige la supresión, la suplantación, la fabricación y la omisión

Antisemitismo “moral”

Nada ha cambiado. Acaso el antisemitismo ahora obtenga su atractivo convincente del aura moral (ah, el bien común, el sentido común; los sellos que convierten sus afirmaciones de pretendidas verdades finales, y comunes) en el que va envuelto: una suerte de globalización (convergencia) de las “causas justas” o, al menos, de la “causa contra el mal interseccional, intencional, internacional” que, se porfía, es Israel

La máscara imperfecta

Dicen que Oscar Wilde dijo que el hombre es “menos él mismo cuando habla por sí mismo, pero que, con una máscara, dirá la verdad”. Claro que, qué verdad será esa; es difícil saberlo: ¿será la de la máscara o la del rostro que pretende ocultar? Es más, ¿hay verdad posible cuando es preciso tal procedimiento de suplantación o encubrimiento para emplazarla? No parece factible que, de una censura, de un disimulo pueda surgir la veracidad

¿Europa Press, Europa Wafa, Wafa Press o Wafa?

Aparte del leve lavado a la retórica delatora de la agencia oficial de la Autoridad Palestina, poco más agregaba la agencia española. En realidad, teniendo en cuenta el obvio posicionamiento de la agencia palestina, la española ampliaba la unicidad de la voz (palestina, parte interesada) presentada por la primera

El ABC del descalabro

¿Cómo se desinforma – o, puesto de otra manera, cómo se borra el límite entre la realidad, los hechos, y los intereses ideológicos de quien relata – pareciendo que se informa? El diario español ofrecía un ejemplo

Antisemitismo revalidado

Atrás quedaron las máscaras. Los fatuos eufemismos. Las formas y los reparos. El periodismo. El antisemitismo sin tapujos, sin complejos: ni nuevo ni redivivo; porque es el que era, porque nunca se fue. Bastaba el masaje de la iteración como método de “confirmación” para habituar a la audiencia y obtener el asentimiento o la apatía