Terrorismo: según dónde; según contra quién

Por qué lo que hoy es, indudablemente, terrorismo en Europa – y ocupa portadas y manifestaciones de dolor y repudio -, hasta hace unas semanas eran meros “ataques”, “apuñalamientos” y “atropellos” llevados a cabo por palestinos (aunque alguna que otra vez se omitía este dato) “frustrados” por la “ocupación” contra israelíes. Sin más.

Es decir, lo que de pronto el lector podía interpretar como un joven que en un ataque de furia (enajenado), apuñala a alguien en Israel. Un crimen como cualquier otro. Una discusión en un bar que termina con una puñalada. Exabruptos violentos. Un automóvil que se sale de control y atropella a alguien. Accidentes. No deliberados. Lo que entra dentro de las estadísticas.

Pero de pronto, comenzaron los apuñalamientos y atropellos en Europa. ¡Terrorismo! Y en ese grito que unánimemente conceptualizaba, iba incluido otro: doble moral. En esta calificación, Israel está en lo más bajo del baremo moral europeo. Tan abajo que se sale de la escala: así pues, Israel acaso se “merece” esos ataques, está diciendo la distinción trazada.

Distinción que organismos gubernamentales europeos e internacionales, y medios de comunicación, parecen concebir de la siguiente manera:

Si no ocurre en Europa. No ocurre (salvo que lo que ocurra pueda achacar a Israel; entonces, “sobre-ocurre”).

Si no le ocurre a un Europeo. No ocurre.

Si le ocurre a un judío. No ocurre.

Así, como indicaba la agencia de noticias Associated Press, el apuñalamiento – en el cuello – de un adolescente israelí, en Jerusalén, por parte de un palestino, con un destornillador, el 11 de agosto de 2016, no forma parte del material noticiable.

Ya se ve. Para la prensa en español. No ocurrió. Para el lector, evidentemente, tampoco.
Figura del pato-conejo del Joseph Jastrow
Parecen presentar – medios, ONG, funcionarios–una suerte acertijo, una ambigüedad que puede ser una u otra cosa. Una figura que en esencia es la misma; pero donde el cómo se “ve” (interprete) depende del observador (quién)– es una elección entre lo que se “ve” y lo que se “piensa” sobre lo “visto” y el ámbito en que se ha “visto”-.
Pero no, no se trata de eso. Se trata de la realidad. Que no depende de geografías o caprichos ideológicos. Y no, no se trata de un acertijo, se trata de muertos que son víctimas, y de terroristas que son victimarios; sin importar sus nacionalidades.

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