Respondiendo a la nociva acusación de “Apartheid” contra Israel

Jake Gering, de Elkins Park, es un estudiante de segundo año en la Universidad de Pennsylvania. Este artículo de opinión fue escrito para el grupo de defensa de Israel y publicado en el Jewish Exponent.

A raíz de las últimas afirmaciones realizadas por el movimiento de BDS (Boicot Desinversión y Sanciones a Israel) en la Universidad de Pennsylvania en las que vinculan las políticas israelíes con las del apartheid en Sudáfrica, me siento obligado a ofrecer una perspectiva personal sobre esta difusión de mentiras. Crecí en las afueras de Filadelfia, pero mi padre se encargó de transmitirnos los efectos del apartheid (pronunciado “apart-hate” – “hate”, es odio en inglés, y se pronuncia heit).

Mi bisabuelo, una figura en el mundo del Derecho, sirvió como decano en la Facultad de Leyes de la Universidad de Durban-Westville para aquellos estudiantes de ascendencia india durante el apogeo del apartheid; pero fue despedido por la administración por oponerse a las políticas discriminatorias contra las minorías dentro de la universidad.

Mi padre huyó del enrolamiento militar en Sudáfrica emigrando hacia Israel en 1982, dejando a su familia y su hogar detrás debido a su creencia en la igualdad de derechos. Una vez en Israel, participó en la protesta contra el gobierno durante la primera guerra del Líbano porque sentía que no servía a las metas del movimiento por la paz.

Sin embargo, 30 años más tarde, la historia de mi padre encierra la naturaleza equivocada del movimiento de BDS: Israel no es perfecto, pero está comprometido con la coexistencia y a no aferrarse a creencias racistas.

El juez árabe-israelí Salim Joubran es miembro de la Corte Suprema de Israel; la Declaración de Independencia de Israel establece la igualdad de derechos; existen múltiples partidos políticos árabe-israelíes con representación parlamentaria; el acceso a las instalaciones públicas es universal. Rana Raslan, árabe-israelí, fue elegida Miss Israel en 1999. Si bien en Israel hay tensiones entre judíos y árabes, existe un marco legal que promueve igualdad de derechos.

Estos hechos no podrían tener lugar en un país que practica el apartheid. Omar Barghouti [fundador y miembro de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural (PACBI por sus siglas en inglés)] juzga a Israel como una nación apartheid por un lado, mientras por el otro, estudia un doctorado en la Universidad de Tel Aviv. Barghouti no sólo muestra su falta de adhesión a los ideales del movimiento de BDS sino que, al hacerlo, prueba que Israel protege los derechos de todos sus ciudadanos.

Además de su reciente aparición en la Universidad de Pennsylvania, Barghouti también se presentó a principios de mes [Febrero de 2013] en un evento en el Brooklyn College. Los que pretendieron bloquear el debate fueron denunciados por el Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que sugirió que asistieran a una universidad en Corea del Norte si lo que querían era tener un gobierno que les diga qué eventos en el campus están aprobados o no.

La comparación de Israel con Sudáfrica que hace Barghouti le hace un flaco favor a la historia del apartheid, a los obstáculos que mi abuelo y sus alumnos se enfrentaron en la Universidad de Durban- Westwille.

Al abogar por un embargo contra Israel, el movimiento de BDS daña la causa nacional palestina y las posibilidades de una paz genuina dentro del contexto de una solución de dos estados. El modelo BDS ignora la co-dependencia entre las comunidades israelíes y palestinas.

La Federación Palestina de Sindicatos, que representa a las tres cuartas partes de los trabajadores palestinos, ha condenado explícitamente al movimiento de boicot por ser perjudicial para la economía palestina y para la causa por la paz. Al señalar a Israel como la fuente de todos los males palestinos, el movimiento de BDS protege al liderazgo palestino y a otras naciones árabes de sus políticas opresivas y discriminatorias contra su propia gente.

La mayoría de los países árabes, incluyendo al Líbano y Jordania, tienen leyes que expresamente prohíben que los palestinos se conviertan en ciudadanos naturalizados. (En tanto, Israel ha concedido la ciudadanía a más de 3000 palestinos en la última década, a pesar de la atroz violencia de la Segunda Intifada). A esto se suma el pésimo trato dado por los árabes a las mujeres, a la comunidad LGTB [lesbianas, gais, bisexuales, transexuales], a los disidentes políticos, a las minorías y a los cristianos en Cisjordania y Gaza.

Si existe la esperanza de un futuro mejor para los palestinos, esta reside en un estado independiente junto a sus vecinos israelíes basado en los principios de igualdad y coexistencia. Entonces, ¿por qué Omar Barghouti, uno de los fundadores del movimiento de BDS, llama a la solución de un estado? La triste verdad detrás de esta postura es similar a la del régimen de apartheid en Sudáfrica: la creencia de que el “otro” (en este caso, el Estado de Israel y sus habitantes) no tiene derecho a la auto-determinación o a una narrativa cultural distinta.

Aún así, aquellos que están a favor de la paz basada en dos estados para dos pueblos, pueden encontrar consuelo en el hecho de que las mentiras del BDS no han penetrado en todas partes. Samsung, Apple y Microsoft han anunciado recientemente que abrirán de nuevos centros de Investigación y Desarrollo en Israel.

Es que, la tecnología detrás del cortafuegos (firewall, en ingles), de los mensajes instantáneos (instant messaging) y de los celulares o móviles, fue creada en Israel; y que la compañía de impresión en 3D, Objet, recientemente se fusionó con su competidor estadounidense Statsys, con un valor combinado de tres mil millones de dólares. Así, el BDS ha tenido un efecto marginal en el estatus de Israel en la economía mundial. Ahora es el momento, y de una vez por todas, de poner a descansar su retórica nociva.

Jake Gering, de Elkins Park, es un estudiante de segundo año en la Universidad de Pennsylvania. Este artículo de opinión fue escrito para el grupo de defensa de Israel.


Traducción: Grupo ReVista

Original en inglés: CAMERAonCampus(27 de febrero de 2013)

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