Opinión: El conflicto como sostén de la palestinidad

La costumbre o la pereza popular crea mapas de ubicación (o “existencia”) inmediata. O, más bien, “chinchetas” que sostenien un nombre sobre ese mapa. “Sol y playa” ubica a España en ese mapa de lo urgente. De la misma manera, “conflicto” sitúa a los palestinos en ese atlas.

Mas, si se quita la “chincheta” “sol y playa” del papel marcado como “España”, éste permanece en el mapa de la realidad anclado por cimientos que nada tienen de frágiles ni irreales: Cervantes, Zarzuela, Sevilla, Madrid, Barcelona, Delibes, Universidad de Salamanca, Ramón y Cajal, Albéniz, Ave, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, y más y más.

Pero con la “chincheta” palestina ocurre algo distinto – acaso hasta opuesto. Esa “chincheta” superficial no oculta cimientos profundos; no funge de cómodo atajo mental; antes bien, otorga sostén a la identidad (en la cual palestino es igual a “víctima”, “oprimido”, “desterrado”, “desposeído”; definiciones que, sin la “chincheta conflicto” se deshacen en el aire). Así pues, si se la quita, el papel marcado como “palestinos” cae y se funde con el más general, indiferenciado, que está marcado como “árabes”.

No en vano, y según informaba el diario The Times of Israel (22/03/2014), Abbas se negó incluso siquiera a comprometerse a una cláusula de “finalización del conflicto” en cualquier acuerdo, lo que representaría la terminación de nuevas demandas palestinas a Israel.

El conflicto, pues, debe persistir, perpetuarse. La “chincheta” deber sostener a los palestinos a ese “mapa”, a esa existencia inmediata en el imaginario popular. Y, en última instancia, darles más de lo que exigen, de lo que pretenden imponer.
Y, a todo esto, ¿qué sucedería si la “chincheta conflicto” se cae, en el caso de Israel?

Milagro verde en el desierto

Start up Nation

Ciencia, tecnología, innovación

Instituto Weizmann

Tel Aviv, Bauhaus

Etcétera, etcétera…

¿A quién, pues, no le conviene que esa “chincheta” se caiga?

Asegurando la “chincheta” al mapa

Alex Safian, analista de CAMERA, recordaba en un artículo de 2011 que los palestinos rechazaron la estadidad, cuando les fue ofrecida, en por lo menos en tres oportunidades:

1. En 2008, luego de prolongadas conversaciones, el entonces Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas, y le presentó un plan de paz global. Según el plan de Olmert, Israel habría anexionado los ‘asentamientos’ israelíes más importantes y, a cambio, habría entregado territorio israelí equivalente a los palestinos, y habría dividido Jerusalén.

Al final Abbas se negó a decir que sí. (Olmert: Abbas nunca respondió a mi oferta de paz, Ha’aretz, 14 de febrero de 2010).

2. En el verano de 2000, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton acogió intentas conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el líder israelí, Ehud Barak, que culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton, que era muy similar al posterior plan Olmert, aunque no tan amplio.

A pesar de las enormes concesiones que el plan requería de Israel, el Primer Ministro Barak aceptó la propuesta del presidente Clinton, en tanto que Arafatse negó, regresó a casa y lanzó una nueva campaña terrorista contra los civiles israelíes (segunda intifada).

Incluso en medio de esta ola de violencia, Ehud Barak continuó negociando hasta el final de su mandato, culminado con una propuesta israelí en Taba, que ampliaba aquella delineada por Clinton. Barak le ofreció a los palestinos la totalidad de Gaza, la mayor parte de Cisjordania, ningún control israelí sobre la frontera con Jordania o adyacente al Valle del Jordán, un anexión israelí menor alrededor de tres bloques de ‘asentamientos’ balanceada por un área equivalente de territorio israelí que sería cedido a los palestinos.

3. Y, por supuesto, oponiéndose a la Resolución 181 de la ONU, la resolución de Partición.

A tal punto no hay voluntad de negociar, que la Carta de la OLP (de la cual Fatah es la organización mayoritaria) dice, su primer y segundo artículos:

“Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.

Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible”.

Es decir, que según la OLP el mandato británico le daría la validez (¿incluirán a Jordania?) a “Palestina”… Mas, el documento del Mandato de Palestina establecía que: “En tanto que las principales potencias aliadas también han acordado que el Mandatario debe ser el responsable de poner en vigor la declaración formulada originalmente el 2 de noviembre de 1917, en la cual el Gobierno de Su Majestad Británica – y aprobado por dichas potencias – a favor de la creación en Palestina de un Hogar Nacional para el pueblo judío, quedando claramente entendido que no debe hacerse nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de comunidades no-judías existentes en Palestina…”. “En tanto que de este modo se le ha dado reconocimiento a la conexión histórica del pueblo judío con Palestina…”.

La mentira es una gran socia (o usufructuaria) de la desmemoria…

Y a todo esto, acaso el mayor conflicto que los líderes palestinos le imponen a su gente, sea el que surge entre las pretensiones creadas, y la realidad. Un conflicto que, a los primeros, les ha redituado inmensas ganancias monetarias a través de la corrupción; en tanto que a los segundos, dolor, frustraciones y resentimientos.

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