Omisiones, errores e insinuaciones en La Vanguardia

Una Merkel irritada recibe a Netanyahu a cenar en Berlín, era el título del artículo de Rafael Poch que publicó el 6 de diciembre de 2012 el diario La Vanguardia.

En el mismo, el cronista caía en una serie de errores y debilidades ideológicas evidentes, fruto de las cuales, Israel era retratado (o se lo sugería, no siempre veladamente) como un estado que no sigue las normas internacionales como sí lo hace el resto del mundo (incluso, parecería, los terroristas de Hamas).

En dicha crónica, Poch sostenía que:

El nuevo asentamiento en Jerusalén cerrará por completo el círculo de asentamientos judíos que rodea la sagrada y milenaria ciudad. Desde 1967 Israel ha ido poblando las zonas ocupadas donde ya viven medio millón de colonos en abierto desprecio de la legalidad internacional”.

¿Jerusalén, una ciudad cercada por los “asentamientos”?
Mapa elaborado por Peace Now, organización que no pueden ser tildada de pro-israelí. En marrón, barrios árabes; en azul, barrios judíos.
¿Con qué mapa se maneja el periodista?

Poch continuaba diciendo:

Esa política de hechos consumados opuesta a la devolución de territorios a sus legítimos dueños es, ‘el principal mecanismo de autodestrucción que funciona en el seno de la sociedad israelí’, explica Meir Margalit, ex concejal del ayuntamiento de Jerusalén”.

Una opinión personal apoyada en la declaración de Meir Margolit es empleado de la ONG Comité Israelí Contra la Demolición de Casas, según reporta NGO Monitor. Esta ONG utiliza una retórica anti-israelí que incluye las acusaciones más inverosímiles, como que el Estado judío es un “apartheid”, que practica la “limpieza étnica” y el “genocidio”. Es clara la posición ideológica de esta organización. Pero el autor olvidó este pequeño detalla al presentar a Margolit.

En tanto, un documento del Ministerio de Exteriores Israelída cuenta de la historia demográfica reciente de Jerusalén, y cuenta una historia bien distinta sobre los territorios de la ciudad:

Desde 1870 los judíos han constituido una mayoría en Jerusalén. En el primer censo de población llevado a cabo por las autoridades del Mandato Británico en 1922, se encontró que la ciudad estaba habitada por 62 mil personas – 34100 judíos, 13400 musulmanes y 14700 cristianos”.

Y, aún así, ¿Jerusalén Este es palestina? ¿Cómo? ¿Desde cuándo?

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General, a instancias de las recomendaciones del Comité Especial de las Naciones Unidas para Palestina (UNSCOP por sus siglas en inglés), adoptó laResolución 181, en la que la parte III trata de la Ciudad de Jerusalén:

La Ciudad de Jerusalén se establecerá como un corpus separatum bajo un régimen internacional especial y será administrada por las Naciones Unidas”.

La ciudad no formaría parte ni del estado judío ni del estado árabe proyectados. Una ciudad que, por otra parte, nunca formó parte de ningún estado palestino. Pero, aún así, la prensa y la comunidad internacional, han dado por hecho algo que nunca ocurrió y que nunca debía ocurrir, presumiendo, de esta manera, que partes del territorio que un día podrían formar parte de un estado palestino, ya es tierra palestina y que las fronteras del estado putativo palestino son precisas y fueron ya acordadas. Ninguna legalidad de por medio, Jerusalén Este se decreta palestina por desconocimiento o por sesgo.

Finalmente la resolución de la Asamblea General recibió el consentimiento del liderazgo nacional de la Comunidad Judía en Palestina, pero fue rechazado por los árabes que, en mayo de 1948, intentaron hacerse con el control de toda Palestina mediante una agresión armada.

En su libroIsrael and Palestine: Assault on the Law of Nations, Julius Stone, renombrado jurista australiano, reproduce una cita textual de los autores del informeAn Internacional Law Analysis of the Major United Nations Resolutions Concerning the Palestine Question (ST/SG/Ser F/4, N.Y.: 1979)donde aseguran:

Los Estados árabes no sólo votaron en contra de la partición [de Palestina], sino que inicialmente sostuvieron que era inválida. Es por lo tanto significativo [sic] que subsecuentemente la hayan invocado para presentar sus argumentos legales a favor de los palestinos…”.

Fueron, de esta manera, los propios estados árabes los que impidieron el establecimiento de un nuevo estado árabe en la región.

Stone, además, indica que luego de la guerra de agresión árabe, y la toma de la parte oriental de la ciudad por parte de Jordania (uno de los ejércitos atacantes):

“…de 1950 a 1967, durante la continuada e ilegal ocupación de Jerusalén Este por Jordania, la Asamblea General de las Naciones Unidas no aprobó nuevas resoluciones pidiendo (o incluso recordando) por la entidad corpus separatum”.

Diecisiete años de silencio y ninguna intención de que cambiara la situación. Prácticamente nadie reclamó la creación de otro estado árabe en esa porción de palestina.

A todo esto, ¿qué dice la Resolución 242 del Consejo de Seguridad sobre Jerusalén?

Es muy simple:

“Retiro de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto;

Terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenazas o actos de fuerza”.

Territorios no significa todos los territorios. Según esta resolución (que es vinculante), la “titularidad” de ciertos territorios debe ser negociada y acordada. Entonces, ¿cómo puede el autor, sin más,otorgar títulos de propiedad?

Y es que, incluso cuando se intenta aplicar la Resolución 242 a Jerusalén, nuevamente surge una contradicción: dicha resolución no menciona a la Ciudad Santa. Y, por si quedara alguna duda al respecto, Nadav Shragai reproduce en un artículoel escrito del embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas en 1967, Arthur Goldberg donde asegura:

“Nunca describí a Jerusalén como un área ocupada…La Resolución 242 no se refiere a Jerusalén en modo alguno, y su omisión fue deliberada”.

Cabe resaltar que no se menciona en ningún momento a los palestinos en la Resolución 242.

A su vez, la entrada de Israel en Jerusalén Este, apunta Stone, se produjo en el ejercicio de su derecho a la defensa propia; hecho confirmado por el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, por la derrota de las resoluciones – patrocinadas por los árabes y el bloque soviético – que demandaban su retirada y pretendían caratular su acción como agresión.

Stephen Schwebel, jurista estadounidense que fue juez de la Corte Internacional de Justicia, hace hincapié (What Weight to Conquest?) en la vital distinción entre una conquista agresiva y conquista defensiva, y entre la toma de un territorio que estaba bajo posesión legal o la toma de territorio que se poseía de manera ilegal.

Fuentes ausentes
Posteriormente, el periodista introduce un fragmento de una cita:

“Tal política es posible gracias a los ‘amplios apoyos que cuenta en Estados Unidos’, explicaba ayer el ex embajador israelí en Berlín Avi Primor, en una entrevista con la prensa alemana. Primor considera que con esta política el gobierno israelí empuja a los palestinos a una nueva explosión”.

Fue imposible encontrar esta declaración en la prensa escrita en alemán. Sería interesante que el periodista aclarara las fuentes de las que obtiene la información (al menos un medio que publicara la frase completa); puesto que Avi Primor bien podría estar refiriéndose a que algo completamente distinto era lo que recibía “amplios apoyos”. De hecho, las sucesivas administraciones de Estados Unidos han sido muy críticas con la política de construcción israelí en las zonas en disputa.

Extraño, por otra parte, que dijera lo que el autor dice que dijo, cuando el 30 de noviembre de 2012 The Times of Israel publicaba una declaración del ex embajador donde decía:

‘Incluso los [gobiernos] partidarios de Israel están muy resentidos por las políticas israelíes, y no entienden y no lo aceptan‘”.

Entonces, Poch retomabaconla votación que tuvo lugar en la Asamblea General de la ONU:

“La votación en la ONU tuvo lugar el 29 de noviembre y evidenció la ausencia de una política exterior europea. En una de las cuestiones internacionales más sangrantes del mundo contemporáneo, 14 países europeos votaron a favor, 12 se abstuvieron y uno votó en contra”.

¿Una de las cuestiones más sangrantes del mundo contemporáneo? ¿Qué parámetros utilizar para realizar semejante afirmación?
Seguramente ningún parámetro surgido de la realidad.

Porque la agencia de noticias AFP informó el 30 de noviembre de 2012 que al menos 40 mil personas fueron asesinadas en Siria desde el comienzo de la revuelta contra el régimen en marzo de 2011, según dio a conocer el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Entre las víctimas, 28.026 civiles y 1.379 desertores.

Ben Dror Yemini, por su parte, realizó un recuento estadístico de víctimas mortales de las guerras árabe-israelíes (entre 1948 y 1973):

“El recuento total alcanza unos 60.000 árabes muertos en el marco del conflicto árabe – israelí. Entre ellos sólo unos miles de palestinos aunque es por ellos, y sólo a causa de ellos, que Israel es blanco del odio del mundo. Cada muerte árabe y musulmana es lamentable. Y es correcto criticar a Israel. Pero la crítica obsesiva y demoníaca enfatiza un hecho mucho más asombroso: el silencio del mundo o, al menos, un silencio relativo, frente al exterminio sistemático de millones de otras personas, perpetrado por regímenes árabes y musulmanes”.

A su vez, indicó que el número de víctimas árabes durantes la “ocupación” de Gaza y Cisjordania es de unas 8000. En septiembre de 1970, las fuerzas jordanas asesinaron a entre 10 mil y 25 mil palestinos (según cuál sea la fuente).

Por no mencionar las dos guerras de Chechenia, Sri Lanka y Sudán, donde el mundo pareció haber perdido la voz, la visión y el oído; o tal vez ponía todo el empeño de sus sentidos en magnificar las sensaciones provenientes de Israel.

Como sea, Poch continuaba señalando el “contexto” en que se produjo la votación:

“La votación se produjo tras la última escalada de violencia en Gaza que en ocho días dejó más de 160 muertos (de ellos 103 civiles y 33 niños), 1000 heridos (900 civiles, de ellos casi 300 menores) y una destrucción física valorada en 900 millones de euros en la franja de Gaza, contra seis ciudadanos israelíes muertos por los cohetes lanzados desde allí”.

Sería interesante que explicara de dónde provienen sus números. Una fuente, otra vez, nunca está de más.

Steven Stotsky, analista de CAMERA, indicó que, sorpresivamente, según los datos ofrecidos por el Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH), una gran parte de los fallecidos etiquetados como civiles, y la mayoría de los que no fueron catalogados de ninguna manera, son hombres de menos de 40 años. De hecho, este grupo supone un tercio de las bajas.

El recuento de víctimas mortales desde el 14 y al 22 de noviembre de 2012, según figura en el reporte diario de CPDH, y que Stotsky reproduce, arroja las siguientes cifras:

    • 55 designados como miembros de grupos armados o resistencia palestina;
    • 39 fueron identificados como mujeres o niños (menores de 18 años);
    • 18 como hombres mayores de 40 años, que fueron catalogados como civiles o no catalogados;
    • 48 hombres de entre 18 y 40 años que fueron designados como civiles o que no fueron catalogados.

Stotsky señala que las dos últimas categorías de hombres adultos (66 en total) constituyen un 41 por ciento de las víctimas mortales. El CPDH los agrega automáticamente a la categoría de civiles para llegar a un saldo de 105 civiles. Y apunta:

“Sin embargo, los israelíes informaron de 120 combatientes y miembros de grupos terroristas muertos y de 57 muertes civiles. Para llegar a una cifra comparable con los datos del CPDH, sería necesario el cambio a la categoría de combatientes de la mayoría de las víctimas masculinas adultas que el CPDH catalogó como civiles o que no catalogaron”.

A su vez, el analista apunta que CAMERAe ICThan descubierto pruebas, a partir de sitios web afiliados a Hamas y de otras fuentes palestinas, de que muchos de los descritos por el CPDH y otras organizaciones como civiles o no catalogados eran en realidad operativos terroristas. Un análisis de las víctimas mortales por edad y sexo mostró que un 63-75% eran hombres jóvenes en edad de combate, un resultado poco probable si los ataques israelíes fueron realmente indiscriminados, como pretende reflejar el autor al compararlo capciosamente con las víctimas israelíes.

Justamente, este bajo número se debe a la construcción de refugios antibomba, al sistema de intercepción de misiles en vuelo hacia Israel (Cúpula de Hierro) y a las sirenas que avisan (aunque sólo con 15 segundos de antelación) de una ataque con misiles desde Gaza, entre otras medidas de seguridad. Los terroristas, por el contrario, buscan causar el mayor daño posible entre la población civil. Pero a esta diferencia moral, el periodista se la salta como si fuese algo menor, una pequeña anécdota que podría no predisponer tan negativamente al lector frente a Israel.

Finalmente, un antecedente revelador: en noviembre de 2010, el Ministro de Interior de Hamas, Fathi Hamad, dio cifras que – si se incluye a las fuerzas de policía de Hamas – corroboró la cifra israelí de víctimas mortales de combatientes palestinos en torno a 700, durante la Operación Plomo Fundido, a finales de 2008 y principios de 2009.

Pero ya no había nadie prestando atenciónpara hacerse eco de ello. La mentira había calado y cobrado sus víctimas: los desinformados, los no informados y los mal informados. El trabajo periodístico consiste en ofrecerle la información al lector, no en hurtársela por caprichos ideológicos.

Proporcionalidad

El autor, además, dice sin decir mucho sobre un tema que se ha instalado, a fuerza de repetición, entre el público lector: la “desproporcionalidad israelí”. Tanta penetración tiene esta premisa falaz, que ya ni siquiera hace falta mencionarla. Sugerirla o insinuarla es suficiente: tantos muertos por un lado, tantos por otro; y el lector sabrá leer entre líneas.

Pero rara vez saben los periodistas de derecho internacional, aunque lo invoquen con una asiduidad y una facilidad pasmosa, como si la sola mención de las dos palabras mágicas ya explicara todo; ya emitiera la sentencia deseada.

Rosalyn Higgins, ex presidenta de la Corte Internacional de Justicia desvela de qué se trata la proporcionalidad de una acción:

“…no puede estar en relación con una lesión específica previa – tiene que estar en relación con el objetivo general legítimo de poner fin a la agresión”.

En otras palabras, si un estado, como Israel, se enfrenta a una agresión, entonces la proporcionalidad indica si se utilizó la fuerza de manera específica para poner fin a la agresión armada en su contra. En consecuencia, la fuerza es excesiva si se utiliza con otros fines, como ser con el objetivo de causar daños innecesarios a los civiles.

En tanto, Luis Moreno-Ocampo, Fiscal jefe de la Corte Penal internacional explica que el derecho humanitario internacional y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional:

“… permiten a los beligerantes llevar a cabo ataques proporcionados contra objetivos militares, incluso cuando se sabe que habrá bajas o heridos civiles”.

El ataque deviene crimen de guerra cuando se dirige contra civiles. Precisamente lo que hace Hamas. Pero Poch elige no mencionarlo.

Las omisiones, los supuestos y la presentación sugestiva de la información, relatan una historia de la realidad teñida con la opinión del autor.

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