Irán, uranio, amenazas y omisiones mediáticas

Salvo contadísimas excepciones, el periodismo parece haberse convertido en la transcripción de lo inmediato, desconectado de toda relación con el pasado, con el contexto. Es decir, una suerte de “periodismo Twitter”: lacónico, someramente “conceptual” y sin ningún esfuerzo profesional (documentación, verificación, análisis, estudio). A fin de cuentas, parece ser la premisa o la disculpa, la información que viene detrás termina por llevarse a su predecesora inmediata, y así sin cesar, en un flujo de sobreinformación que no informa de nada: ruido remedando una idea, un conocimiento.

De un tiempo a esta parte, se ha dado cuenta de lo poco que llega a la superficie – fatigado de rumores y desinformaciones – de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní entre el llamado grupo 5+1 y el régimen de los ayatolás: que si se avanza, que si se está cerca de lograr un acuerdo, que si dijo, que si dice o dirá.

Pero, de manera casi sistemática, se ha eludido el tema primordial que sobrevuela las negociaciones: la amenaza iraní a sus vecinos. ¿Por qué, sino, se está negociando sobre dicho tema? ¿Porque sí? ¿Cómo meros estiramientos diplomáticos?

La amplia mayoría de medios ha sido, y es, incapaz de vincular dichas negociaciones con la realidad actual en la zona y el papel que está jugando Teherán en los conflictos en Siria, Iraq y Yemen; y en su presencia, a través de Hezbollah – también utilizado en América Latina -, en el Líbano. Un rol que no es una mera suposición, una conjetura sin asidero; sino que es reconocido – implícita o explícitamente – por los líderes iraníes.

El 26 de marzo de 2015, la organización Middle East Media Research Institute (MEMRI) señalaba que el sitio web Khabar Online, que “está afiliado al campo pragmático iraní, liderado por el Presidente del Consejo de Discernimiento del Estado, Ali Akbar Hashemi Rafsanjani – que tiene pedido de captura ‘por su probada responsabilidad en el ataque contra la AMIA‘, en Buenos Aires –, y por el presidente iraní Hassan Rohani, hizo un llamamiento a los Hutis a lanzar un ataque a gran escala contra pozos de petróleo, barcos petroleros e instalaciones industriales en Arabia Saudita; así como a operar en el interior del territorio saudí y a conducir ataques de represalia contra intereses saudíes en el estrecho de Bab Al-Mandeb, el Mar Rojo e incluso en el estrecho de Hormuz”. El portal web, según indicaba MEMRI, llamaba incluso a los miembros del eje de la resistencia a aprovechar el hecho de que Arabia Saudita se está centrando en Yemen, para infligirle pérdidas en otras zonas de conflicto suní-chií en Medio Oriente, tales como Iraq, Siria y Bahrein.

Pero, ¿por qué Irán estaría interesado en que esto suceda?

¿No era que sólo “luchaba” contra el avance del grupo Estado Islámico (Daesh)?

¿O acaso hay algo más que la prensa en español no está contado?

Quizás Ali Younesi, asesor del presidente Rohani – y ministro de Inteligencia entre los años 2000 y 2005, durante la presidencia de Jatamí -, pueda echar algo de luz sobre estos interrogantes. En su discurso del 8 de marzo de 2015 – que fue publicado por la agencia de noticias iraní ISNA el mismo día – en la conferencia “Irán, Nacionalismo, Historia y Cultura”, celebrada en Irán , Younesi aseguró que Irán es nuevamente un Imperio, como lo fue en el pasado, y que su capital, Iraq, es “el centro del patrimonio, cultura e identidad iraníes”, delineando, según MEMRI, las fronteras del Imperio Persa o, en palabras de Younesi, del “gran Irán”, en el que incluyó países desde China, el subcontinente Indio, norte y sur del Cáucaso y el Golfo Pérsico.

Asimismo, el diario Ha’artez informaba el 23 de marzo de 2015, que el Comandante de las fuerzas de élite Quds – “el ala externa (en el extranjero) de la Guardia Revolucionaria” -, Qassem Soleimani – quien figura en la lista de personas y entidades del Consejo de la Unión Europea, a las que se les aplican medidas específicas de lucha contra el terrorismo -, durante una conferencia con jóvenes en Irán, dijo que creía en la capacidad de Teherán para controlar los eventos en Jordania, tal como lo hace en Iraq y el Líbano. Era la primera vez, remarcaba el diario israelí, que un alto oficial iraní discutía abiertamente las ambiciones iraníes en Jordania.

La agencia de noticias de los estudiantes iraníes citó – según Ha’artez – a Soleimani diciendo que Irán tiene presencia en el Líbano e Iraq y que ambos países están cediendo a los intereses iraníes. Añadió también, que Irán tiene la capacidad para controlar a Jordania de la misma manera. Soleimani dijo que las revoluciones en el mundo árabe están adquiriendo lentamente un tono musulmán, similar al de la revolución islámica iraní, y que Teherán debe proporcionar ayuda y orientación a estas revoluciones.
El diputado libanés Muhammad ‘Abd Al-Latif Kabbara, del partido Al-Mustaqbal, cercano a Arabia Saudita, llamó – a la luz de la creciente presencia física iraní, y de su influencia, en los países árabes, sobre todo en Siria, Líbano, Iraq y Yemen – a liberar a los países de la ocupación iraní.

Una de las excepciones que se mencionaba al principio del texto, es la del diario español El País. En su edición del 25 de marzo de 2015 publicaba un artículo de opinión en el que se señalaba:

“Ahora, de repente, Irán nos tiene que parecer un país honesto, amigable, con el que iniciar un trato tú a tú, una especie de noviazgo. ¿Qué ha cambiado, en Irán? Todo el mundo sabe que nada. Tan solo el nuevo presidente, el clérigo Rohaní, usa un lenguaje menos áspero, menos violento que su antecesor. Pero las amenazas de destrucción a Israel no se han retirado. Ni se ha retirado la política represora contra su propia población. Ni que decir tiene contra las mujeres, la oposición, los artistas, los intelectuales, los homosexuales y tantos otros ciudadanos que carecen de todo derecho. Por razones geopolíticas –o de economía– Estados Unidos ha optado por negociar sobre un aspecto de enorme peligro para el mundo: el potencial nuclear.

El controvertido columnista del NYT Thomas Friedman advertía recientemente de los intereses ocultos de Irán. Irán ha diseñado una estrategia de expansión para evitar poner el foco en su política interior. Y esa expansión pasa por vender muy caro su papel en la verdadera guerra del mundo, que es entre suníes y chiíes. Ambiciona influir, o quizá poseer, Irak. Ambiciona poder manipular a los países que rodean a Israel y ser quien determine el grosor del nudo de la cuerda de su presión. De nuevo he aquí una pregunta que no contesta un Obama enflaquecido: ¿Cuánto ha cambiado el régimen de los ayatolás? ¿Qué indicios hay de que no volverá a ser una amenaza con un gobierno como el de Ahmadineyad? ¿Acaso Irán, a nivel de bomba atómica, no será un polvorín como Pakistán, pero mucho más poderoso?”
¿Pero sólo por Medio Oriente pretende Irán extender (o ha extendido) su influencia?

El Fiscal General Alberto Nisman, el Fiscal de Distrito Marcelo Martínez Burgos y el Secretario General de la Oficina del Fiscal General, Hernán Longo, encontraron – Informe de la Unidad de Investigación de la Causa AMIA de la Oficina del Fiscal General -, “más allá de toda duda”, que durante el período que condujo al atentado contra la AMIA, la utilización de las estructuras gubernamentales iraníes y de recursos estatales para cometer crímenes que “pueden definirse como actos de terrorismo internacional – a través de Hezbollah (el grupo terrorista libanés fue, según el informe, el brazo ejecutor del atentado ordenando por Irán contra la AMIA) -, no era una práctica poco común dentro del contexto de la política exterior iraní; y se realizaba con vistas a exportar la radical visión iraní del Islam y, al mismo tiempo, para eliminar a los adversarios del régimen”.

Los fiscales analizaron, para sostener su afirmación, varios casos que muestran similitudes y paralelismos entre los eventos acaecidos, y concluyen que las acciones fueron perpetradas de acuerdo a un modus operandi preconcebido y que fueron coordinadas por un único individuo – un individuo cuya presencia era absolutamente esencial para la coordinación de las varias actividades que desarrollaron un sistema terrorista. Ese individuo, apuntaban, era Ali Fallahijan, entonces ministro de inteligencia iraní.

Entre los casos analizados, se encuentran, entre otros:

– El asesinato de Kazem Radjavi; el asesinato de Chapour Bakthiar;

– El caso Mykonos, en Berlín (el 17 de septiembre de 1992 el Dr. Sadegh Sharafkandi, secretario del partido Democrático Iraní del Kurdistán, y tres de sus colegas, fueron baleados con una ametralladora en el restaurante Mykonos de Berlín. La Corte Regional Superior de Berlin proveyó una precisa descripción de las relaciones existentes entre Hezbollah y el gobierno iraní y concluyó que las más altas autoridades iraníes eran los máximos responsables por el ataque);

– El atentado con bomba contra el vuelo de Alas Chiricanas sobre Panamá que le costó la vida a 21 personas (el ataque ocurrió el día siguiente al atentado contra la AMIA y, como en éste, en el mismo comunicado, un grupo que se autodenominaba Ansar Allah se atribuyó la autoría del ataque. Este grupo, aclaran los fiscales, resultó ser inexistente, y de hecho, era un nombre inventado por Hezbollah para atribuirse la responsabilidad de sus ataques fuera de la zona de combate);

– El ataque en la Franja de Gaza (un terrorista suicida que conducía un camión cargado de explosivos embistió contra un autobús en el que, entre otros, viajaba Alisa Flatow, cuyo padre interpuso una demanda civil en la corte del Distrito de Columbia contra la República de Irán, el Ministerio de Inteligencia de ese país, el Ayatolá Alí Khamenei, Ali Akbar Hashemi-Rafsandjani y Ali Fallahijan. La corte estadounidense aceptó como probado que Irán patrocina actividades terroristas);

– El atentado con bomba contra las torres Khobar, en Arabia Saudita (el 25 de junio de 1996, le costó la vida a 19 soldados estadounidenses y dejó un saldo de 384 heridos).

Los fiscales explicaban, además, que mucho antes del ataque contra la sede de la Mutual Judía, y dentro del marco de la “exportación de la revolución iraní”, los fiscales explicaban que “el gobierno iraní había establecido en la Argentina una infraestructura clandestina de inteligencia y espionaje que, a medida que se acercaba la fecha del ataque, progresiva y sistemáticamente se reforzaba”.

Recientemente, el diario estadounidense The Wall Street Journal publicaba un artículo de opinión en el que daba cuenta de un reportaje publicado por la revista brasileña Veja, donde se señalaba que tres ex integrantes – cuyos nombres no fueron revelados – del círculo íntimo del ex presidente venezolano Hugo Chávez, que fueron entrevistados por separado por la publicación sudamericana, dijeron que en enero de 2007 hubo un acuerdo en Caracas entre Chávez y el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, por el cual Venezuela entregaría dinero iraní a funcionarios argentinos a cambio de dos favores para Teherán.

De todas formas, el Wall Street Journal le advertía al lector que:

“[Las] fuentes anónimas plantean dudas en cualquier historia noticiosa. Veja, no obstante, es uno de los medios más importantes y de mejor reputación de Brasil, y una tercera persona en quien tengo razones para confiar me ha confirmado que las entrevistas se llevaron a cabo.

Una razón mayor para el escepticismo es que, según Veja, los desertores están hablando con las autoridades estadounidenses acerca de la participación de Venezuela ‘en el tráfico internacional de estupefacientes y su apoyo al terrorismo’. Esto sugiere que pueden estar buscando protección a cambio de lo que dicen sobre el funcionamiento interno de la dictadura. En otras palabras, tienen la motivación para contar relatos que impresionan.

Sin embargo, nada de lo que informó Veja contradice lo que ya se sabe sobre la relación de Venezuela con Irán, y gran parte de ello se ajusta a lo que el fiscal federal argentino Alberto Nisman informó al acusar formalmente en 2006 a siete clérigos, funcionarios gubernamentales y oficiales militares iraníes de alto rango por el atentado a la AMIA.”

Ya en 2013, y según informaba el diario argentino Infobae:

“…el fiscal General de la causa AMIA Alberto Nisman, acusó – aquí un sumario del informe – al régimen iraní de haber armado una red terrorista en Sudamérica tendiente a cometer atentados en diversos países de la región.

Según las pruebas con que cuenta Nisman, Irán infiltró agentes de inteligencia en Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam, llamadas en la causa‘estaciones de espionaje’ que operarían en esos países bajo órdenes del gobierno iraní.

[…]

Las pruebas que presentó Nisman indicarían que el país más ‘infiltrado’ por Irán es Guyana, en cuyo territorio operó Abdul Kadir, ex parlamentario, ex Alcalde de la Ciudad de Linden… Hoy, Kadir purga una condena de prisión perpetua por el frustrado atentado contra el aeropuerto norteamericano J.F. Kennedy, de Nueva York”.

Mas, la mayoría de los medios parecen haber decidido que las negociaciones sobre el programa nuclear iraní y su papel en los conflictos en Medio Oriente son compartimentos estancos. Y que nada tiene que ver con nada. O, a lo sumo, con una malicia israelí, siempre a mano para adornar los textos, o para justificar las omisiones o las incapacidades para relacionar hechos y sucesos que, a su vez, justifican el señalamiento exclusivo del Estado judío (que “exagera” la amenaza que supone Irán para ocultar sus propios “crímenes”).

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