Incorrecciones en El País

El 9 de agosto de 2013 el diario El País titulaba:

Palestina protesta ante EE UU por la ampliación de asentamientos

Cierto que la ONU admitió a Palestina como “Estado observador no miembro”. Pero este estatus sólo es relevante dentro del ámbito de Naciones Unidas, ya que la organización no tiene capacidad para otorgar estadidad.

Para ser Estado se debe satisfacer un criterio legal especificado por la Convención de Montevideo de 1933:

1. Ejercer un control gubernamental efectivo e independiente.

2. Poseer un territorio definido sobre el cual ejerza dicho control.

3. Tener la capacidad para tomar parte de las relaciones exteriores.

4. Ejercer un control gubernamental independiente y efectivo sobre una población permanente.

Palestina no tiene ni fronteras ni población definidas. Abbas no ejerce el poder sobre la totalidad del hipotético territorio palestino, ya que Hamas controla la Franja de Gaza. Además, las áreas B y C cuentan con presencia israelí. En este caso concreto es la Autoridad Palestina quien protesta ante EEUU.

Referirse a Palestina como un Estado, al margen del marco de la ONU, es un error.

Dentro de la nota, la periodista afirmaba:

“El máximo negociador palestino, Saeb Erekat, envió la pasada noche una carta al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quejándose formalmente por la ampliación de colonias israelíes en suelo cisjordano ocupado.”

Esto es otra equivocación por dos motivos:

1- Se desconoce aún qué fronteras tendrá el futuro estado palestino. Para eso están reuniéndose los líderes.

2- Tal y como la propia periodista apuntaba en otra crónica: “El portavoz de Exteriores de Israel, Mark Regev, insiste en que las nuevas unidades son “en zonas que seguirán siendo parte de Israel en cualquier futuro acuerdo de paz”.”

El 13 de agosto, El País titulaba su artículo:
Sin embargo, todos los puntos que mencionaba la crónica hacían referencia a hechos posteriores a la Guerra de los Seis días, de 1967, o sea hace 46 años. Antes de la “ocupación”.

Fronteras y asentamientos:

La periodista asegura que “palestinos quieren volver a las fronteras previas a 1967, avaladas por la resolución 242 de Naciones Unidas.” Pero eso es un error. La declaración 242 de la ONU habla de “Retiro de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto;”. “De territorios” no “de los territorios”.
Esto que podría parecer una nimiedad no lo es. La traducción al francés que se hizo posteriormente eliminó esa distinción y a eso se aferran quienes defienden que la 242 reclama la retirada de todos los territorios. Pero la resolución fue redactada originariamente en inglés, y quienes la elaboraron han dejado muy claro su significado: “En ningún momento en mis reuniones con el Ministro de relaciones exteriores [egipcio Mahmud] Riad le di una garantía de ese tipo [de una retirada israelí completa]. Habría sido una tontería dar tales garantías, cuando el objeto de la resolución 242 era permitir flexibilidad en las negociaciones de límites territoriales”. (Arthur J. Goldberg, representante de los Estados Unidos ante la ONU , colaborador en la redacción de la resolución 242)

De hecho, fue la propia Jordania quien insistió en no darle carácter definitivo a la Línea Verde, que no era más que una línea de armisticio.

Por otra parte, la resolución 242 habla de retirada a cambio de la “terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenazas o actos de fuerza…”

Esa parte no se cumplió.

Jerusalén

La periodista explica que Israel “ocupó dos tercios de ciudad a los jordanos en el 67 y luego expropió el 30%.”, pero olvida comentar que anteriormente había sido ocupada por los jordanos, expulsando a los judíos de la zona que ahora se considera árabe. Así se crea la división que actualmente conocemos cómo barrio árabe y barrio judío. Tanto la guerra del 48 como la del 67 son guerras iniciadas por los estados árabes.

Agua

El texto sólo hace mención a lo que dice la ANP:

“El agua dulce de los acuíferos cisjordanos es esencial para ambos lados. Israel la explota hoy en el Valle del Jordán hasta en un 80%, dice la ANP, cuando a los palestinos se les raciona. Por eso exige un reparto equitativo.”

Sin embargo la versión israelí es bien distinta. Tal y como explicaba el analista Marcelo Wio:

“Palestinos e israelíes firmaron el Acuerdo Provisional Palestino-Israelí sobre Cisjordania y la Franja de Gaza en septiembre de 1995 (a partir de los acuerdos de paz surgidos de Oslo II). En el Anexo III, Apéndice I, Artículo 40 (Acuerdo del Agua) de dicho documento, se estipula la forma en la que las partes deben actuar en lo relativo al agua en Cisjordania.

La Administración Civil de Judea y Samaria indica que los puntos clave para la administración del recurso son:

“•Los derechos hídricos de los palestinos en Cisjordania son reconocidos y se negociarán en el Acuerdo sobre el estatuto permanente.
• Establecimiento de un Comité Conjunto para los Recursos Hídricos (JWC, por sus siglas en inglés) para hacer frente a todas las cuestiones del agua y las relacionadas con las aguas cloacales en Cisjordania. Todas las decisiones del JWC se adoptarán por consenso”.

Además, todo desarrollo de los recursos hídricos, por ambos lados, requerirá la aprobación previa de la JWC.”

Israel gestiona el agua de acuerdo a ese Comité Conjunto para los Recursos Hídricos, ¿Eso es “racionar” agua en Cisjordania?

Respecto a este último artículo es interesante el hecho de que los únicos problemas que se señalen son aquellos de los que los palestinos responsabilizan a Israel. Ni una sola mención a la necesidad de seguridad por parte de Israel (sólo se dice que: ” Israel pretende seguir teniendo bases militares en suelo palestino”) o de ser reconocido como un estado judío. Algo que empieza bastante antes de la “ocupación”, que no parece sino una consecuencia del problema y no la causa.

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