Ha’aretz insensato con respecto a Gaza

Pareciera que Ha’aretz no ha aprendido su lección. Hace unas pocas semanas, el diario israelí publicó una serie de artículos dándoles la oportunidad de expresarse libremente a los reservistas israelíes, quienes semanas después de servir en la Operación Plomo Fundido, aducían crímenes de guerra que incluían matanzas indiscriminadas. En el lapso de unos días, se encontró que las atrocidades reportadas no eran más que rumores que los soldados escucharon pero que no vieron. Sin embargo, para entonces las declaraciones se habían repetido en medios de comunicación por todo el mundo, destacándose en forma prominente en el New York Times, Ha’aretz, La Nación, El País y Clarín. (Ver aquí)

Esta semana, Ha’aretz se enreda de nuevo en una campaña de acusaciones erróneas sobre Israel, esta vez con respecto a las restricciones israelíes de los productos que entran en la Franja de Gaza. El 17 de mayo un artículo en la tercera página, escrito por Amira Hass contiene un encabezado de dos renglones y siete columnas que proclama: “Israel prohíbe que se trasladen a la Franja de Gaza libros, ropa e instrumentos musicales”. El subtítulo añade: “Sólo se permite introducir 30 a 40 artículos comerciales, en comparación con los 4.000 que se permitían antes del secuestro de Shalit”. El artículo se acompaña de un cuadro titulado “Artículos prohibidos: Algunos artículos cuya entrada se prohíbe a la Franja de Gaza”, que ilustra artículos tales como juguetes, ropa, zapatos y utensilios eléctricos.

Dos días después, el artículo noticioso fue seguido por un editorial aún más extremista titulado “Inconsecuencia en Gaza” (19 de mayo), que afirmaba:

Se prohíbe cualquier cosa que no se catalogue como alimento, medicina o detergente…

El cruce entre Gaza y Egipto está cerrado, dejando sólo el cruce de Nahal Oz para artículos indispensables…

Lo que es aún peor, resulta inhumano, inmoral y una violación de las normas de la ONU imponer un estado de sitio sobre más de 1,5 millones de personas, que no pueden construir sus casas, encender sus carros, proporcionarles pañales y alimentos para bebés a sus niños, usar papel higiénico, lavar e incluso leer libros.

Los errores de contenido y las tergiversaciones tanto en el artículo noticioso como en la opinión editorial son múltiples. ¿Ha prohibido Israel juguetes, libros, pañales y papel higiénico? Una lectura cuidadosa del artículo de Hass desmiente el enorme y llamativo titular, el sumamente ilustrativo cuadro y el editorial reprobatorio.

Los lectores que llegan hasta el cuarto párrafo del artículo de Hass se enteran que efectivamente:

Se prohíbe a los comerciantes de Gaza importar productos enlatados, laminados plásticos, juguetes y libros, aunque se permite a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos y a otras organizaciones benéficas introducir estos artículos en la franja.

Es decir, a pesar del prominente titular de Ha’aretz y de los editoriales airados, se permite introducir en la Franja de Gaza juguetes y libros. Las restricciones para los juguetes y libros sólo se aplican a los comerciantes privados, no a las organizaciones benéficas internacionales. No obstante, Hass enterró esta información vital tres párrafos después de su párrafo introductorio, lo cual lleva a conclusiones erróneas: “Israel sólo permite introducir en la Franja de Gaza alimentos, medicinas y detergentes. Se prohíben miles de artículos, que incluyen productos vitales para la actividad diaria”.

Un negocio sucio: Pañales y papel higiénico

Los escritores de los editoriales de Ha’aretz adornan aún más el artículo engañoso de Hass, y alegan que también se prohíbe introducir en la Franja de Gaza pañales y papel higiénico.

Sin embargo, desafortunadamente para Ha’aretz, el Centro de Comercio Palestino (PalTrade) contradice esa afirmación. PalTrade publica reportes mensuales detallados acerca de los cruces de Gaza. La página 7 del Reporte de seguimiento mensual de los cruces de Gaza de abril de 2009 dice:

El Cuadro 4, abajo, desglosa los productos más recientes (14 de marzo de 2009) que se permitieron cruzar hacia Gaza a través de Karem Abu Salem, además del trigo y la comida para animales que se permiten entrar en Gaza a través del cruce de Al Montar.

La lista incluye tanto pañales como papel higiénico. Según PalTrade, los productos de cuidado personal componen el 21 por ciento de los productos importados en abril de 2009.

Un bizco en los cruces

Ha’aretz demuestra nuevamente su ágil capacidad de entender mal los hechos al decir: “El cruce entre Gaza y Egipto está cerrado, y sólo queda el cruce de Nahal Oz para los artículos indispensables”… De hecho, tal como lo especifica PalTrade, el cruce de Nahal Oz no es el único cruce que se utiliza para la importación de artículos hacia Gaza. Los otros dos cruces son Al Montar y Karem Abu Salem (Kerem Shalom). PalTrade escribió acerca de la actividad de estos tres cruces para el mes de abril de 2009:

La Cinta Transportadora Al Montar estuvo abierta por 8 días (alrededor de un tercio de los días programados) y procesó las importaciones de 554 camiones comerciales de trigo y comida para animales.

El cruce de Karem Abu Salem estuvo abierto todos los días programados y procesó las importaciones de 1.902 camiones, y la exportación de 5 camiones de claveles…

El cruce de Nahal Oz procesó importaciones de 9,22 millones de litros de gasolina industrial y 2,5 millones de kg de gas para cocinar, sin incluir las importaciones para UNRWA…

Echando leña al fuego

Hass también da cifras erróneas cuando se refiere al combustible industrial que se necesita para hacer funcionar la planta de energía de Gaza. Hass escribe:

La Oficina para a coordinación de Asuntos Humanitarios reportó que durante la primera semana de mayo se permitió ingresar en Gaza 2,2 millones de litros de combustible industrial, alrededor del 70 por ciento del suministro semanal necesario para operar la estación de energía.

Si este dato fuera correcto, entonces la planta de energía de Gaza necesita 3,14 millones de litros de combustible cada semana. No obstante, fuentes palestinas dan una cifra mucho menor. Según el Cuadro 2 del reporte de PalTrade, en abril de 2009 Israel transfirió 9.229.370 litros de gasolina industrial, con lo que atendió el 90 por ciento de las necesidades mensuales estimadas en 11 millones de litros. De esta información se extrae que la planta de energía de Gaza necesita 2,6 millones de litros de combustible por semana. Por lo tanto, cuando Israel le dio a los residentes de Gaza 2,2 millones de litros en la primera semana de mayo de 2009, les proporcionó el 86 por ciento de sus necesidades, no el 70 por ciento como dice Hass.

La información en PalTrade que señala que Israel proporcionó aproximadamente el 90 por ciento del suministro de combustible industrial se confirma también en una declaración jurada del 6 de enero de 2008, que fue suministrada a la Corte Suprema de Israel y firmada por Rafiq Maliha, el administrador del proyecto de la Compañía Generadora de Energía de Gaza, quien declaró bajo juramento que “Si se permitiera a la planta de energía recibir 360.000 litros diarios, podría operar las dos turbinas de gas a plena capacidad (65 megavatios)”. Con base en los datos de Maliha, la planta de energía requiere 2,52 millones de litros semanales, lo que está acorde con PalTrade, no con Hass.

¿Qué es un cero adicional?

El subtítulo también es incorrecto desde el punto de vista de los hechos. Este dice: “Sólo se permite introducir 30 a 40 artículos comerciales, en comparación con 4.000 que se permitían antes del secuestro de Shalit”. De forma similar Hass reporta esta declaración en el segundo párrafo:

Según los comerciantes y los activistas de derechos humanos, en total, actualmente se permite introducir en la Franja de Gaza sólo 30 a 40 artículos comerciales seleccionados, en comparación con 4.000 que se habían aprobado antes del cierre que Israel impuso sobre Gaza después del secuestro de Gilad Shalit.

El editorial del 19 de mayo también dice: “Entre otras cosas, Israel bloquea la importación de muchos productos hacia Gaza”. Pareciera que Ha’aretz ha exagerado mucho las restricciones posteriores al secuestro de Shalit. Según el Reporte de Monitorización del Cruce de la Franja de Gaza de abril de 2009 que publicó el Centro de Comercio Palestino (PalTrade):

Además de la pronunciada reducción en las importaciones totales, que pasó de alrededor de 450 camiones en la época anterior al cierre (12 de junio de 2007) a alrededor de 110 camiones después de este, la lista de importaciones permitidas se redujo significativamente, desde más de 400 a sólo 34 tipos de productos.

Por lo tanto, las restricciones israelíes sobre los productos permitidos hacia Gaza como resultado de la toma de poder de Hamas y la subsiguiente matanza y captura de soldados israelíes en territorio israelí son 10 veces inferiores a lo que afirman Hass y Ha’aretz.

La perspectiva más amplia

Ahora que hemos establecido que Israel no prohíbe la entrada de papel higiénico, pañales, juguetes y libros en la Franja de Gaza, vale la pena considerar lo que se prohíbe. ¿Puede considerarse que la decisión de Israel de restringir artículos tales como equipo de construcción, instrumentos musicales y chocolates, como consecuencia de la cautividad continua de Gilad Shalit y del continuo esfuerzo de Hamas de construir un régimen de terror, es “inhumana, inmoral y una violación de las normas de la ONU” como dice el editorial?

Las Naciones Unidas han utilizado esta misma táctica de retener productos destinados a una población para conseguir la liberación de un rehén. Wayne Long, un ex coronel del Ejército que sirvió como el director de seguridad de la ONU en Somalia desde 1993 hasta 2003, escribió en el New York Times hace un mes:

Durante mis 10 años como director y consejero de seguridad para las Naciones Unidas en Somalia, mi equipo y yo negociamos liberaciones en más de una docena de casos de rehenes, varios de los cuales involucraron actos de piratería. Algunos de los rehenes fueron empleados de las Naciones Unidas y otros no.

En las situaciones que no involucraban trabajadores de las Naciones Unidas, las preocupadas embajadas en Nairobi le pidieron a nuestro equipo los representara en el seguimiento de los casos. Estos países, cuyos ciudadanos se habían tomado como rehenes, no tenían presencia en la polémica Somalia, mientras que nosotros sí la teníamos.

No era fácil ingeniársela para poder ayudarles. Finalmente, después de una larga y calurosa discusión en las Naciones Unidas, el equipo de seguridad persuadió al equipo de las Naciones Unidas del país que el método más eficaz sería utilizar la ayuda y la asistencia humanitaria como un control para conseguir la liberación de rehenes.

Somalia es en gran medida una nación sin estado. La ayuda humanitaria y la asociación de clanes son los centros de gravedad más importantes. De hecho, en parte, los líderes de clanes permanecen en el poder mediante el control de la distribución de la ayuda. Por lo tanto, nuestra estrategia era simple: se negó la ayuda de las Naciones Unidas al clan o la región somalí en la cual, o por intermedio de la cual, se retenía a los rehenes, hasta tanto los rehenes se liberaran. En todos los casos se dio una liberación, y en ningún caso los rehenes fueron dañados o se pagó un rescate. (En el lado negativo, no se llevó a juicio ni se castigó a ningún pirata).

Por ejemplo, en 1995, las agencias humanitarias de las Naciones Unidas cerraron el suministro de agua hacia Mogadishu, la capital, hasta que se liberara a un rehén que trabajaba para otra organización benéfica. En el primer día del cierre, las mujeres que recogían agua de los puntos de distribución públicos le gritaron a los secuestradores; al segundo día los apedrearon; al tercer día les dispararon; al cuarto día el rehén fue liberado.

En otra ocasión, en 2000, dos navegantes franceses fueron tomados por piratas en su balandra de 40 pies, al salir de Somalia en su paso desde Djibouti hacia Zanzibar. La embajada francesa en Nairobi pidió ayuda al equipo de las Naciones Unidas y yo entré en negociaciones cara a cara en el remoto puerto de Bossaso.

Después de demostrar que los rehenes estaban vivos, los piratas exigieron un rescate de $1 millón. Respondí que las Naciones Unidas suspenderían todo mejoramiento cívico en la región, tal como educación, cría de animales, vacunación, proyectos de agua. La ayuda se reanudaría cuando los rehenes se liberaran.

Esto llevó a un enfrentamiento entre los piratas y su clan familiar, los Darod. Los ancianos del clan ejercieron presión sobre los piratas. Después de varias semanas, liberaron a los franceses y me los entregaron a cambio de la reanudación de toda la ayuda humanitaria de las Naciones Unidas. (No pude negociar la liberación del yate).

Con sus hechos puestos en evidencia por fuentes palestinas y con su lógica contradicha por las acciones de la ONU, es el momento de preguntarle a Ha’aretz: ¿Quién es el insensato con respecto a Gaza?

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