¿Faltan comillas?

Sin comillas, el lector no tiene la certeza de quién dice lo que aparece escrito. ¿Se encuentra o no ante una declaración textual? De esta manera, bien podría creer que es el medio el que así se expresa y que, de esta manera, sólo está reflejando un hecho de la realidad y no una mera opinión interesada.

En este sentido, elEconomista.es publicó un breve artículo (La Autoridad palestina convoca a la representante de Canadá tras visita de ministro en Jerusalén Este), de la agencia AFP, el 14 de abril de 2013 donde, en su primer párrafo, indicaba:

“La Autoridad palestina convocó este domingo a la representante de Canadá para expresarle ‘su profundo descontento’, tras la controvertida visita del jefe de la diplomacia canadiense John Baird en Jerusalén-Este ocupado y anexado”.

¿Sólo el “profundo descontento” es la parte expresada por la Autoridad Palestina? ¿Qué hay de la afirmación sobre “Jerusalén Este ocupado y anexado”?

El medio concluía señalando que:

“La comunidad internacional no reconoce la anexión de Jerusalén Este por Israel y sigue considerando que es un territorio ocupado, donde los palestinos quieren establecer la capital del Estado al que aspiran.”

¿Quién es esa “comunidad internacional”? ¿Hay otros acercamientos legales a la situación de Jerusalén además de las visiones ideológicas? ¿Jerusalén ocupado? ¿A quién no se le permite ejercer la soberanía sobre Jerusalén Este?

En 1947 Gran Bretaña le solicitó a la Asamblea General de las Naciones Unidas que considerara la cuestión palestina, para lo que la Asamblea designó un comité especial – Comité Especial de las Naciones Unidas para Palestina (UNSCOP por sus siglas en inglés). El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General, a instancias de las recomendaciones del Comité, adoptó la Resolución 181, en la que la parte III trata de la Ciudad de Jerusalén:

“La Ciudad de Jerusalén se establecerá como un corpus separatum bajo un régimen internacional especial y será administrada por las Naciones Unidas. El Consejo de Administración será designado para desempeñar las responsabilidades de la Autoridad Administrativa en nombre de las Naciones Unidas”.

Es decir, la ciudad no formaría parte ni del estado judío ni del estado árabe proyectados.

¿Es, entonces, británica o internacional?

Pero no sólo Jerusalén pasaría a poseer ese régimen especial, sino también Belén. Un dato nada despreciable que parece haber quedado convenientemente olvidado.

¿Es Belén, por tanto, territorio ocupado por los palestinos?

Y, ¿por qué se promueve el punto de vista palestino y se obvia la realidad?

Israel se hizo con el control de Jerusalén Occidental (1948), primero, y de la totalidad de la ciudad (1967), posteriormente, luego de dos guerras de agresión árabe. Y, más allá de pasiones, parcialidades e ideologías , la realidad, tal como se indica en la introducción del libro The Jerusalem Question and its Resolution: Selected Documents es que, no sólo Jerusalén nunca fue la capital de ningún estado árabe, sino que desde 1830 fue habitada por una mayoría judía.

El diario canadiense National Post, en cambio, afirmaba, el 13 de abril de 2013 que:

“Baird se reunion el martes pasado con la Ministra de Justicia, Tzipi Livni, que también es la negociadora jefe con los palestinos, en el territorio en disputa, que los palestinos y las Naciones Unidas consideran territorio ocupado”.

El lector, en este caso, recibe una información más clara. Las Naciones Unidas y los palestinos son los que consideran ocupada esa zona de la ciudad. Algo, por demás, nada llamativo: la ONU ha sido un importante promotor de la narrativa palestina.

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