El perpetuo acusado

“Es un error capital teorizar antes de tener datos. Insensiblemente uno comienza a tergiversar los hechos para adaptarse a las teorías, en lugar de que las teorías se adapten a los hechos”. Sherlock Holmes: Un escándalo en Bohemia, Arthur Connan Doyle

Podría tratarse del título de un relato de Sherlock Holmes, pero no lo es. Aunque la historia que los medios reproducen, sin más, sí se parece mucho a la un producto de la imaginación. Una creatividad poco prolífica y original; el acusado siempre termina siendo el mismo: Israel.

La muerte de Yasser Arafat el 11 de noviembre de 2004 parece servir para apuntar a Israel. Aunque no haya ninguna evidencia que sostenga dicho señalamiento (algo nada propio de Sherlock Holmes, por cierto).

Así, el diario mexicano Milenio publicaba, el 8 de noviembre de 2013, que:

“Israel es el ‘único sospechoso’ en la muerte de Yaser Arafat, afirmó el viernes un investigador palestino.

Arafat no murió de causas naturales, aseguró el investigador Tawfik Tirawi, aunque se abstuvo de responder a la pregunta de si el dirigente palestino fue envenenado.

En declaraciones a la prensa en Ramala, un día después que expertos suizos que examinaron los restos de Arafat dijeran que habían encontrado altos niveles de polonio, una sustancia radiactiva.

Los expertos dijeron que sus conclusiones apoyaban ‘razonablemente’ la teoría de que Arafat fue envenenado.

Tirawi culpó a Israel de la muerte del dirigente palestino al afirmar que ‘Israel es el sospechoso número uno, fundamental y único en el asesinato de Yasser Arafat’”.

Eso era todo.

La Radio Televisión Española, por su parte, indicaba que:

“La comisión oficial palestina que investiga las causas de la muerte del histórico dirigente palestino Yaser Arafat ha acusado directamente a Israel de estar detrás del fallecimiento, aunque ha advertido que aún debe investigar quién y cómo pudo envenenarle”.

En tanto, la agencia de noticias Europa Press, concluía su crónica recordándole al lector que:

“Arafat logró escapar con vida de un ataque israelí contra la sede principal de su organización en Túnez en 1985 porque salió a correr justo cuando las aeronaves bombardearon el edificio y acabaron con la vida de 73 personas.

En 1982, el ‘rais’ logró salir ileso cuando la aviación israelí atacó Beirut, la capital libanesa y el edificio en el que creía que se refugiaba y que ya había abandonado. Años más tarde, en diciembre de 2001, Arafat escapó del bombardeo perpetrado por helicópteros israelíes en la Mukata, el palacio presidencial palestino en Ramala (Cisjordania)”.

¿Los argumentos de la “comisión palestina”?

Ninguno.

¿Entonces?

Caso cerrado.

¿Caso cerrado?

Parece un diálogo propio de una obra del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, pero es lo que se desprende de la “información”. La acusación no necesita pruebas y es suficiente para condenar. Los medios, fungen de portavoces de la sentencia.

Aunque, la verdad sea dicha, no todos los medios se dejan arrastrar por esa corriente del facilismo, de las “noticias envasadas en origen” (muerto, arma del crimen y culpable, todo en un mismo envase).

El diario español El Mundo, luego de oír la declaración palestina, sí ofrecía la voz israelí:

“Una acusación rechazada de forma rotunda por los ministros del actual Ejecutivo israelí y del que gobernó durante el sitio militar a la Mukata de Arafat en Ramala en la Segunda Intifada y su posterior fallecimiento el 11 de noviembre del 2004 en el Hospital Percy, a las afueras de Paris. ‘Son tonterías y forman parte de las luchas internas palestinas. En ninguna reunión del Gobierno de Ariel Sharon se planteó la posibilidad de matarle’, afirma Silvan Shalom, ministro en la actualidad y hace nueve años cuando Arafat falleció.

[…]

Aunque mencionaron ‘el hallazgo de significativas cantidades de polonio 210′ en unos análisis que ‘apoyan razonablemente la hipótesis del envenenamiento’, el director del Centro Universitario de Medicina legal, Patrice Mangin, y el jefe del Instituto de Radiofísica del Hospital Universitario de Lausana, François Bochud, reconocieron que no pueden concluir de forma definitiva que fuese la causa de la muerte.

‘¿Podemos excluir el polonio como causa de la muerte? Categóricamente decimos que no. ¿Estamos seguros que el polonio fue la causa de la muerte? Categóricamente decimos que no’, respondieron este jueves en conferencia de prensa”.

¿Qué dirá sobre el tema la prestigiosa revista científica Nature (7/11/2013)?

La publicación estadounidense sostenía que está claro que la evidencia del informe suizo no ofrece ninguna conclusión firme.

Y apuntaba:

“Ex agente de KGB, Alexander Litvinenko, había sido asesinado por envenenamiento con Polonio-210 en 2006, y el caso inspiró al equipo de Lausana para buscar el mismo isótopo en los efectos de Arafat. El Polonio-210 emite partículas alfa que destrozan las células como si se tratara de una bola de demolición, destruyendo el sistema inmune de una persona y causando una insuficiencia multi-orgánica catastrófica.

Para su sorpresa, los investigadores encontraron Polonio”.

¿Historia de un hallazgo anunciado? ¿De una profecía auto-cumplida?
La revista, entonces, explicaba que

“El Radon-222 decae de manera natural para dar una larga cadena de productos, incluyendo Plomo-210 y posteriormente Polonio-210, que nuestros cuerpos contienen en pequeñas cantidades. Aproximadamente dos años después de la muerte, esos isótopos normalmente alcanzarían un equilibrio, de manera tal que emiten las mismas cantidades de radiación. Pero el Polonio-210 sintético es consigue por irradiación con neutrones de Bismuto-209 y no debe contener Plomo-210. Si Arafat hubiese sido envenenado, ‘un realce significativo de Polonio-210 en comparación con el Plomo-210 sería una pistola humeante’, dijo Regan.

Los resultados fueron mixtos. Algunas muestras mostraron niveles inusualmente altos de los isótopos – pero en muchos casos, su radiactividad era bastante pareja. Algunos incluso tenían mucho más Plomo-210 que Polonio-210, sugiriendo que los isótopos han sido extraídos de las muestras del hueso en diferentes cantidades, enturbiando aún más los datos. Sin duda no hay ninguna pistola humeante en el informe, dijo Regan.

[…]

El Polonio-210 tiene una vida media de 138 días, por lo que cualquier radioactividad medida por el equipo habría sido un millón de veces menor que en 2004. ‘Después de tantas vidas medias no se puede decir con exactitud cuánto Polonio había allí hace ocho años, hay demasiada interferencia de fondo’, dice Kai Vetter, jefe de física nuclear en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en California. Vetter sugiere que el equipo debe examinar muestras de Polonio comercial para respaldar su hipótesis contaminación por Plomo y volver a revisar los métodos que se utilizan para extraer los isótopos de los tejidos en busca de errores sistemáticos”.

¿Cuánto Polonio tendría que haber habido presente en el cuerpo de Arafat al momento de su “envenenamiento” para que encontraran las concentraciones que dicen haber encontrado?

¿No habría sido más evidente el “envenenamiento” en el físico de Arafat?

Hasta aquí, algunas cuestiones en cuanto a las probabilidades de que haya sido envenenado. Pero hay más: los sospechosos.

Hemos aprendido por las series policiales, que para buscar sospechosos hay que buscar a la persona o personas que tuvieran motivos, es decir, que se beneficiarían de alguna manera con un asesinato.

Juguemos un poco – aunque tal vez no sea tanto un juego, sino un ejercicio ya perdido en el periodismo: revisar la hemeroteca -, ya que eso es lo que la prensa en español ha decidido hacer (jugar, en lugar de periodismo serio), aunque Europa Press sí lo ha hecho, sin embargo, lo hizo sólo en una dirección.

El diario español El País publicaba el 6 de noviembre que:

“… en noviembre de 2012…, bajo supervisión de la Autoridad Palestina, se tomaron del cuerpo, enterrado en Ramala, unas 20 muestras. El equipo suizo trabaja por encargo de Suha Arafat y el ruso, de la Autoridad Palestina. El francés es independiente.

Precisamente el director del laboratorio forense ruso, Vladimir Uiba, dijo el mes pasado a la agencia de noticias Interfax que tras meses de análisis no se había encontrado rastros de polonio en las muestras de tejidos tomados al cuerpo de Arafat. ‘No pudo haber sido envenenado con polonio’, dijo, para luego ser desmentido por el propio instituto forense, la Agencia Federal Médica Biológica de Rusia, quien matizó que Uiba no hablaba de forma oficial y que sus investigaciones aún no habían culminado”.

De hecho, un artículo publicado en The Washington Free Beacon el 8 de noviembre señalaba que tanto la viuda de Arafat como la Autoridad Palestina pagaron por la investigación del laboratorio suizo.

En tanto, la viuda de Arafat, Suha Arafat, en una entrevista con un diario turco a principios de 2013 – de la que el periódico The Times of Israel dio cuenta el 10 de febrero de este año – declaró:

“El matrimonio con Arafat fue un gran error, y me arrepiento”.

“Estuvimos casados durante 22 años y se me hicieron como 50”.

Suha Arafat comentó que en repetidas ocasiones intentó dejar a su marido, pero que su libertad le fue negada:

He intentado divorciarme de Arafat más de 100 veces y no me dejó – dijo. Todo el mundo conoce esta historia, especialmente aquellos que se encontraban en su círculo íntimo”.

Una acusación de la que los medios no dieron cuenta, fue la que la propia Suha Arafat hizo el 7 de noviembre de 2013, según dio a conocer la agencia de noticias Reuters

“‘Estoy segura de que es alguien de su círculo íntimo’, le dijo Suha a Reuters, llamando a la muerte de Arafat un ‘asesinato político’.

Hablando en Qatar, tras una aparición llorosa en Al Jazeera, dijo: ‘El experto dijo que el veneno fue puesto en su té, café o agua, así que debe haber sido alguien cercano a él’”.

Una bomba informativa… que los medios hispanos esquivaron hábilmente.

En tanto, un año y medio antes del fallecimiento del líder palestino, el diario israelí Ha’artez publicaba (14 de julio de 2003):

“El primer ministro palestino, Mahmoud Abbas, y el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, llegaron a un acuerdo el lunes por la tarde para dar término a las recientes tensiones entre ambos, provocadas por la renuncia de Abbas del Comité Central del movimiento de Arafat, Fatah”.

La renuncia de Abbas se había producido como consecuencia de, según Ha’artez, las críticas provenientes de Arafat y sus socios sobre la manera en que estaba llevando las negociaciones con Israel, en particular, en lo referente a la liberación de presos.

Además agregaba que:

“Las cuestiones principales [del enfrentamiento] incluyen… las funciones del consejo de seguridad nacional nombrado por Arafat y las limitaciones que se imponen a Abbas y al Ministro de Asuntos de Seguridad, Mohammed Dahlan.

[… ]

El acuerdo de compromiso representa una cierta concesión por parte de Arafat, quien la semana pasada atacó vehementemente a Abbas y dijo que estaba traicionando intereses palestinos.”

¿Asunto concluido?

No.

Algo más de un mes después – el 25 de agosto de 2003 -, el diario Los Angeles Times informaba:

Una nueva lucha de poder ha hecho erupción entre el primer ministro de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y el presidente Yasser Arafat, esta vez, por el control del enorme y pesado aparato de seguridad palestino, cuyas lealtades están divididas entre los dos hombres.

[…]

La disputa entre Abbas y Arafat reaviva una larga lucha entre los dos

[…]

Las últimas maniobras del bando de Arafat comenzaron el sábado por la noche, cuando la facción de Arafat del Comité Central de Fatah pidió el nombramiento de Nasser Yousef, un partidario de Arafat, como ministro del interior, un puesto que Abbas ha dejado vacante”.

El sospechoso habitual

Pero las miradas de la gran mayoría los detectives… de los periodistas, se dirigen hacia el sospechoso “estrella”, el sospechoso preestablecido: Israel.

El diario El Universal, de México, en su edición del 7 de noviembre de 2013 publicaba las declaraciones israelíes:

“Dov Weisglas y Raanan Guisin, dos de los principales asesores del ex primer ministro israelí Ariel Sharon, aseguran que las acusaciones contra su país por el supuesto envenenamiento de Yaser Arafat son infundadas porque en 2004 el líder palestino ‘ya estaba marginado’.

Weisglas explicó que entre 2001 y 2002 Arafat fue perjudicial para la política de la región, ‘pero en 2004 ya estaba marginado de la política palestina’.

[…]
‘Estaba confinado en la Mukata (sede de la ANP en Ramala), apartado de los acontecimientos, por lo que no había ninguna necesidad (de causarle daño)’, agregó.
[…]

‘Esto no tiene nada que ver con Israel, ni tiene la más mínima credibilidad. Es otro episodio en la interminable telenovela entre Suha Arafat y la Autoridad (Nacional) Palestina’, dijo a Efe el portavoz de la Cancillería israelí, Igal Palmor”.

En tanto, Taufik Tirawi, jefe de la comisión investigadora palestina, dijo, según informó la agencia de noticias EFE, que

Nosotros, como palestinos, creemos que el único y fundamental acusado por la muerte de Yaser Arafat es Israel (…) sin embargo la instrumentalización es un gran misterio”.

La agencia, por su parte, señalaba que:

“De las declaraciones de Tirawi, que compareció con otros dos miembros del comité, se desprende que Israel pudo valerse de gente del entorno más próximo del entonces líder palestino para consumar el envenenamiento.

Una teoría que sustenta la que la viuda de Arafat, Suha, ventila desde el año pasado y que acusa a alguien del entorno más próximo del dirigente de haber introducido el polonio en su comida o bebida”.

¿Creo, luego todo encaja?
¿Y si se sigue el dinero…?

La revista Time indicaba, once días después de la muerte del líder palestino –nacido en Egipto – , que:

“Un misterio de la vida de Yasser Arafat parecía irresuelto al momento de su muerte: ¿Cuánto dinero tenía, y ¿dónde está? A mediados de los 1990, Arafat controlaba un imperio financiero con un valor de al menos 3000 millones de Dólares. En el momento de su muerte, era de 1000 millones, según las estimaciones de inteligencia israelí. Los líderes palestinos creen que su viuda Suha querría hacerse con lo que queda de su dinero, una sospecha profundizada por sus acusaciones de la semana pasada diciendo que los sucesores de Arafat estaban ‘intentando enterrar [lo] vivo’.”

Se cierra el telón, pero el caso permanece abierto. Detrás del telón se escucha la voz del gran Peter Falk, o del Teniente Colombo:

“Teniente Colombo: Oh, lo siento. Me estoy convirtiendo en un fastidio. Ken Franklin: ¡No! Colombo: ¡Sí, sí! Lo sé, es porque sigo haciendo estas preguntas, pero qué le voy a hacer, no puedo evitarlo. Es un hábito”.

Un hábito que los periodistas han olvidado.

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