El método del sesgo

El generalizado sesgo pro-palestino (y/o anti-israelí) en la cobertura mediática del conflicto palestino-israelí se evidencia de diferentes formas. Una se ha reiterado en los últimos meses: el perpetrador palestino de un ataque o atentado, que es abatido en el transcurso del mismo, es transformado en víctima; otra, es la calificación de judíos/israelíes como “radicales”, “ultras” o “fanáticos” por el mero hecho de reclamar el derecho a rezar en el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo, en tanto que los palestinos que apedrean a no judíos y judíos que acceden a dicho recinto, reclamándolo como privilegio exclusivo del islam, son denominados, simplemente, palestinos. Y, claro está, que lo que en París es un atentado terrorista, en Tel Aviv es un ataque rodeado de “supuestos” y “aparentes”.

Así, pues, en esta línea, una nueva omisión tenía lugar recientemente. El diario israelí Algemeiner indicaba el 30 de diciembre del pasado año, que un grupo de reservistas de las Fuerzas de Defensa de Israel que sirvieron en el ejército junto a Avner Gvaryahu, líder de la ONG Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio) publicaron un video en el que “‘cuentan la verdad’ de lo que realmente sucedió en su unidad”.

El diario reproducía:

“‘Estuve allí cada noche durante el período del que [Gvaryahu] habla’, dice uno de los ex miembros de la unidad de Gvaryahu, en el inicio del video. Nada ocurrió ‘de la manera en que él lo describe’, dijo”.

“Otro ex soldado lamenta el daño causado a Israel cuando Gvaryahu recorre el mundo contando historias sobre las FID, sin ofrecer el cuadro completo de aquello a lo que los soldados se enfrentan, y cómo a menudo ‘ponen en peligro sus vidas’ precisamente en el esfuerzo sincero de evitar dañar a personas inocentes”.

Evidentemente, en el universo de las versiones unilaterales, en el cual más de un corresponsal parece haberse cargado con la misión de difundir y/o promover la “narrativa” palestina (o, dicho de otro modo, de difamar, demonizar, a Israel), esta noticia no es tal. Máxime, cuando dicha ONG – cuyas afirmaciones conflictivas (dudosas por sus métodos; y por su objetivo – buscando incidir en audiencias internacionales, y no en la sociedad israelí, como asegura) suelen sostenerse, por sistema, en testimonios anónimos – es utilizada vez tras vez como fuente de información.

Así, la gran mayoría de medios se limitan a cubrir aquellas declaraciones, afirmaciones, que “corroboran” – precisamente sin contrastar, verificar ni contextualizar – el “hecho” de que Israel “es responsable” del conflicto (y, en este sentido, un “responsable” de una “perversión” jamás vista).

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