El proceso

Usted me ha preguntado – dijo -, señor juez de instrucción, si soy pintor de brocha gorda, aunque en rigor de la verdad no me ha preguntado nada, sino que simplemente lo ha afirmado como cosa verdadera. Esto caracteriza bien a todo este procedimiento que se lleva contra mí.” El proceso, Franz Kafka

Los medios de comunicación – que cuando Israel se encuentra de por medio, se han auto-designado fiscales y jueces -, parecen proceder de maneraautomática ante la duda y las acusaciones palestinas refutadas: se condenaa Israel. El hecho de que este país se encuentre en el banquillo de acusados, construido a su medida por los líderes palestinos y los propios medios, es, en sí mismo, el signo de la propia condena del Estado Judío. Ser sospechoso es ser culpable; la duda lleva a la condena; las pruebas en contra de la acusación, también llevan a su condena. Una vez que se ha sentado en el banquillo confeccionado ad hoc, es culpable. El proceso mismo preestablece la culpabilidad.

En la novela El proceso, de Franz Kafka, se produce el siguiente diálogo entre K y el Pintor:

“Mi inocencia no soluciona en absoluto el asunto (…) ¡Hay muchas sutilezas en las que la justicia se pierde! Acaba por descubrir un crimen donde en modo alguno lo había.”, “…Pero me he encontrado a todo el mundo de acuerdo para afirmar que la acusación más insignificante no queda anulada sin más ni mas. Sino que la justicia, una vez que ya ha formulado la acusación, se encuentra firmemente convencida de la culpabilidad del acusado. Según parece, no se puede sino muy difícilmente quebrantar esa convicción”.

La inocencia o la responsabilidad indirecta (que no culpabilidad) de Sharon en la masacre de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en el Líbano, no ha solucionado en absoluto el asunto. Dirigentes palestinos y medios de comunicación se han encargado de avanzar un veredicto alternativo, prescindiendo de la carga de prueba.

Con motivo del fallecimiento del ex Primer Ministro Israel, Ariel Sharon, se ha visto cómo las acusaciones y los lugares comunes se mantenían firmemente en pie y era difundidos por los medios de comunicación.

El diario argentino La Capital, en su edición del 12 de enero de 2014 señalaba que:

“Sharon fue criticado y condenado por la guerra del Líbano de 1982, en la que permitió que sus aliados libaneses cometieran crímenes de guerra contra los palestinos”.

En el caso de la cadena CNN México (11/01/2014), hacía hincapié en los aspectos “negativos” de la vida de Sharon; y afirmaba:

Otros lo acusaban de crímenes de guerra. Durante la guerra de Líbano en 1982, Sharon —en ese momento un exgeneral sirviendo como primer ministro de Defensa de Israel— fue señalado en una investigación como indirectamente responsable de una masacre de palestinos en 1983.

La investigación, que llevó a la renuncia de Sharon, encontró que no hizo nada para impedir que el ejército libanés cristiano aliado con Israel entrara a los campos de refugiados de Shatila a pesar del temor de que buscarían venganza puesto que su líder fue asesinado el día anterior.

Muchos en el mundo Árabe apodaron a Sharon El carnicero de Beirut y los palestinos buscaban que enfrentara cargos por crímenes de guerra en las cortes europeas”.

Con todo, la Comisión Kahan, que investigó los eventos acaecidos en los campos de refugiados de Beirut manifestaba que:

“La Comisión determinó que la masacre… fue perpetrada por una unidad Falangista actuando por su cuenta, pero su entrada [a los campos] era conocida por Israel. Ningún israelí fue directamente responsable de los eventos que tuvieron lugar en los campos. Pero la Comisión afirmó que Israel tuvo una responsabilidad indirecta por la masacre debido al hecho de que las fuerzas controlaban la zona, el Sr. Beguin fue considerado responsable por no haber ejercitado una mayor implicación y conciencia en la introducción de los Falangistas en los campos; el Sr. Sharon fue considerado responsable por ignorar el peligro de un baño de sangre y una venganza cuando aprobó la entrada de los Falangistas en los campos, así como por no tomar las medidas apropiadas para prevenir la matanza…”.

“Se hicieron afirmaciones y acusaciones de que, aunque el personal de las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel] no había derramado la sangre de los masacrados, el ingreso de los falangistas en los campos había sido realizado con el conocimiento previo de que una masacre podría ser perpetrada allí, y con la intención de que, de hecho, tuviese lugar… Estas acusaciones también son infundadas. No tenemos ninguna duda de que no hubo conspiración o complot alguno entre ningún miembro de la jerarquía política israelí o del alto mando militar de las FDI y los falangistas, con el objetivo de cometer atrocidades en los camposNo existió ninguna intención por parte de ningún miembro israelí de dañar a la población no combatiente en los campamentos. […] Afirmamos que en el hecho de que los falangistas entraran en los campamentos, no existía ninguna intención por parte de persona alguna que actuaba en nombre de Israel, de dañar a la población no combatiente, y que los acontecimientos que tuvieron lugar no contaron con el apoyo o consentimiento de nadie en la jerarquía política o civil que era supiera de la entrada de los falangistas en los campamentos”.

Por su parte, la agencia de noticias española Europa Press titulaba una crónica del 12 de enero de 2014 de la siguiente manera:

Los refugiados de Sabra y Shatila reciben con alegría y desconsuelo la muerte del ‘carnicero’ Sharon

E indicaba que:

“Los refugiados palestinos de los campos libaneses de Sabra y Shatila han recibido con alegría y desconsuelo este sábado el fallecimiento del exprimer ministro israelí Ariel Sharon, al que apodan ‘el carnicero’, por su papel en la masacre perpetrada en septiembre de 1982 por milicias cristianas en estos campamentos durante la Guerra de Líbano (1975-1990).

[…]

Sharon fue apodado ‘el carnicero de Beirut’ después de que la Comisión Kahan, designada por Naciones Unidas, concluyera que la matanza de refugiados palestinos en dichos campamentos fueron responsabilidad personal suya ‘por ignorar el peligro de masacre y venganza’ por la masacre de Damour”.

¿”Responsabilidad personal”? ¿No será, en todo caso, responsabilidad indirecta? ¿Por qué lo que está claro se distorsiona de manera que surja lo equívoco, lo que conduce a la idea automática de una culpabilidad israelí inherente?

A todo esto, la Comisión decía:

“Si en efecto se hace evidente que quienes decidieron sobre la entrada de los falangistas en los campos debían haber previsto – a partid de la información a su disposición y de las cuestiones que eran conocimiento común – que había peligro de una masacre, y no se tomaron las medidas que podrían haber evitado este peligro o por lo menos reducido la posibilidad de que se llevaran a cabo acciones de este tipo, entonces quienes tomaron las decisiones y quienes las implementaron son indirectamente responsables de lo ocurrido en última instancia, incluso si ellos no tenían intenciones de que esto sucediera y simplemente ignoraron el peligro esperado”.

Y, puntualmente sobre Ariel Sharon, concluía que:

“Es nuestra opinión que el Ministro de Defensa debe ser imputado por haber ignorado el peligro de los actos de venganza y derramamiento de sangre por parte de los falangistas contra la población de los campamentos de refugiados, y por no haber tenido en cuenta este peligro cuando decidió que los falangistas podían entrar a los campos. Además, debe imputársele la responsabilidad al Ministro de Defensa por no ordenar las medidas adecuadas para prevenir o reducir el peligro de masacre como una condición para la entrada de los falangistas en los campamentos. Estos errores constituyen el incumplimiento del deber con el que fue acusado el Ministro de defensa”.

La Comisión recomendó la renuncia del Ministro de Defensa, Ariel Sharon; que el Director de Inteligencia Militar no continuara en su puesto y el despido de otros oficiales de alto rango. Fruto de este informe, Ariel Sharon renunció a su puesto el 11 de Febrero de 1983.

Y… ¿qué es Darmour? ¿Es un dato irrelevante? ¿Si es así, por qué lo mencionan? Y, si lo menciona, ¿Por qué no explicarlo?

Damour, una ciudad de mayoría cristiana maronita en el Líbano donde se produjo una masacre en 1976 a manos de los palestinos de la OLP. Según Robert Fisk, Pity the Nation: Lebanon at War, el ataque fue dirigido por el coronel Abu Musa, un alto comandante de la OLP y Fatah. El profesor Mordechai Nisan, The Conscience of Lebanon: A Political Biography of Etienne Sakr (Abu-Arz), indica que las estimaciones de los civiles muertos son de 582.

Entonces, ¿qué se podría haber dicho de Arafat a su muerte luego de conocer estos hechos?

En tanto, el diario español ABC (11/01/2014), más profesionalmente, indicaba:

“Fue en 1982, siendo Sharon ministro de Defensa con Menajem Begin, cuando comenzó la controversia en torno a su figura con la ocupación del sur del Líbano y sobre todo, las masacres de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila. Sharon ocupó el puesto hasta 1983, aunque la Comisión Kahal, que estudió su actuación durante las matanzas, recomendó que no ejerciera ese puesto nunca más al encontrarle culpable de negligencia”.

Mas, si un medio menciona un suceso, ¿no debería explicarlo? Porque, para un lector acostumbrado a leer que el “culpable” o el “genocida” es Israel, si se le ofrece un mero “aunque la Comisión Kahal… recomendó que no ejerciera ese puesto nunca más al encontrarle culpable de negligencia”, como toda explicación del hecho “masacres de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila”, fácilmente llegará el lector a la conclusión de que fue el Ejército israelí el que perpetró la masacre y que el Ministro de Defensa no hizo nada.

Pero no había ninguna mención a los falangistas en el artículo; cuando el medio tan sólo tenía que buscar en la propia hemeroteca. En un artículo del 12 de septiembre de 2012 se informaba:

Hobeika, el gran señor de la guerra y responsable directo de las milicias cristianas falangistas que ejecutaron la matanza de más de 2.000 palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Shatila…”.

Pero contextualizar parece un esfuerzo innecesario.

De la misma manera, el acto de recordar parece ser igualmente inútil.

Por otra parte, en los mismos campos de Sabra y Chatila, unos años después, hubo otra masacre que fue completamente ignorada por casi todos los medios. Un informe del Palestinian Return Center, con sede en Londres, lo resumía así:

“… entre 1985 y 1987 el Movimiento Amal, una importante milicia chií, apoyada por Siria, atacó diversos campos palestinos en Beirut y en el sur del país para deshacerse de los combatientes pro-Arafat de la OLP… Se estima que como resultado de los combates el 80% de los hogares en el campo de Chatila fue destruido; 50% en Borj El Barajneh, y Sabra fue prácticamente destruido en su totalidad. Se calcula que unas 2500 personas murieron en este período”.

Ni siquiera los propios palestinos parecen recordarlo. Los odios, o los fines de los cuales estos son meros medios, pueden más que la memoria…
Caricatura que muestra aAriel Sharon bebiendo de una copa que dice:
“Sangre de los niños palestinos”. (Fuente: ADL)
Altavoces del odio y la difamación (“Él/ellos dice/n; nosotros reproducimos”)
1. Tú, “provocador”

Ariel Sharon brindó la posibilidad a los líderes palestinos de desenterrar viejas acusaciones y falsificaciones. Y esto, a los medios, parece haberles ofrecido la oportunidad de llevarle a sus lectores una dosis concentrada de prejuicios dirigidos contra Israel.

Así, la cadena CNN México, en el mismo artículo anterior, aseguraba que:

“En 2000, [Ariel Sharon] realizó una provocativa visita a la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, uno de los sitios sagrados del Islam. Durante mucho tiempo Sharon señaló que no fue una provocación como algunos lo interpretaron.

Pero es considerado por muchos como uno de los momentos claves de provocaron la Segunda Intifada, nombre que se le dio al levantamiento de rebeliones de palestinos a la que siguieron una ronda de fallidas pláticas de paz”.

1. Alex Safian, analista de CAMERA, explicaba que el Monte del Templo (Explanada de las Mezquitas) es el lugar más sagrado para los judíos; “el equivalente de la Meca o Medina para los musulmanes”. De hecho, aseveraba Safian, “su santidad es exactamente la razón por la cual los conquistadores musulmanes de Jerusalén construyeron su mezquita en el sitio del templo antiguo de los judíos”.

2. El propio Safian manifestaba que Sharon nunca entró en la mezquita Al-Aqsa o a la Cúpula de la Roca. Además, Arafat había prometido a los líderes estadounidenses, antes de la visita de Sharon al Monte del Templo, que evitaría cualquier tipo de violencia.

3. Líderes palestinos, más adelante, admitieron, según relata Safian, que la visita de Sharon fue sólo el pretexto para la violencia.

A su vez, el diario 20minutos.es, repetía la misma falacia:

Para los palestinos [la vistita de Sharon al Monte del Tempo], fue la chispa que encendió la Segunda Intifada, un levantamiento que en los cinco años siguientes se cobraría la vida de casi un millar de israelíes y más de 3.000 palestinos”.

¿Para los palestinos? ¿Y para los israelíes? Y, más aún, ¿para qué palestinos?

Alex Safian recogía en su artículo varias declaraciones de líderes palestinos que no parecen estar de acuerdo con lo que aseguraba 20minutos:

El Ministro de Comunicaciones de la Autoridad Palestina, Imad Faluji, en un mitin en el campamento de refugiados de Ein Hilwe en el sur de Líbano, declaró que la nueva intifada (la segunda intifada) había estado en planificación durante meses:

Quien piense que la intifada estalló a causa de la visita del despreciable Sharon a la mezquita Al-Aqsa, está equivocado, aunque esta visita fue la gota que colmó el vaso del pueblo palestino. Esta intifada fue planeada con antelación, desde el regreso del Presidente Arafat de las negociaciones de Camp David, donde le puso la mesa boca abajo al Presidente Clinton… [Arafat] rechazaró los términos estadounidenses y lo hizo en el corazón de los Estados Unidos”. (MEMRI, Special Dispatch No. 194 – PA, March 9, 2001; énfasis añadido)

De manera similar, el alto dirigente palestino Marwan Barghouti, dijo en una entrevista que:

“La explosión habría ocurrido de todos modos. Era necesario para proteger los derechos palestinos. Pero Sharon proporcionó una buena excusa. Es un hombre odiado”. (New Yorker, January 29, 2001)

Es más, según informó el Boston Globe, el funcionario palestino Faisal Husseini controló directamente los ataques palestinos dentro y fuera del Monte del Tempo. La violencia empezaba y se detenía a su señal:

Un alto funcionario palestino reconoció que la protesta de ayer fue orquestada. Los jóvenes que arrojan piedras…, dejaran la protesta rápidamente después de una solicitud para hacerlo, del mismo funcionario palestino que los animó a manifestarse… Husseini fue visto caminando en ese preciso momento. Enfrentado a las preguntas acerca de lo que parecían ser un altamente orquestada lanzamiento de rocas, Husseini respondió, ‘Pedimos al shebab [la juventud] que retrocediera. […] Husseini fue admitiendo que apagó los disturbios en cuestión de minutos”. (Charles Sennott, Boston Globe, 07 de octubre de 2000; énfasis añadido)

Asimismo, el Director Adjunto de la Autoridad Política y Educación Nacional de la Autoridad Palestina, Mazen Izz Al-Din , declaró (televisión de la Autoridad Palestina , 28 de mayo de 2002) que:

“La Intifada de Al-Aqsa – si queremos ser sinceros y abiertos, la historia revelará un día – que la misma [la Intifada] y todas sus directivas pertenecen a la Presidente y Comandante Supremo Yasser Arafat”.

Asimismo, según comentaba Masha Gabriel en un artículo de ReVista, la Comisión Mitchell, encargada de analizar los orígenes de la revuelta, concluyó tajantemente que, a pesar de que pudo haber sido inoportuna:

La visita de Sharon no causó la Intifada de Al-Aqsa.”

El artículo de ReVista también apuntaba que en recientes declaraciones de líderes palestinos han situado al entonces primer ministro palestino Yasser Arafat como uno de los principales incitadores de la violencia, al no sentirse capacitado para aceptar la oferta de paz realizada por Ehud Barak en Camp David.

Entonces, ¿qué palestinos son los que sostienen lo contario?

Además, si se menciona la famosa visita de Sharon al Monte del Templo, ¿cómo es que no se hace referencia a ninguna de estas declaraciones? Máxime cuando a los medios le interesan tanto las declaraciones provenientes de los líderes palestinos.

2. Tú, “criminal”

La muerte de Sharon también sirvió para sacar a la superficie informativa la caricatura del “israelí genocida”, del “criminal de guerra israelí”, llegando a reproducir acusaciones provenientes de un grupo terrorista como Hamas.

En este sentido, La Capital, publicaba:

“El grupo islamista palestino Hamas se alegró de la muerte de Ariel Sharon, a quien consideró un ‘criminal’, y dijo que ‘reza a Alá’ para que ‘vaya al infierno’. ‘Sharon es un criminal y provocó desastres al pueblo palestino’, dijo Salah el Bardaweel, un portavoz del movimiento islámico que gobierna de facto la Franja de Gaza, en un comunicado enviado a la prensa. […] Otro dirigente de Hamas, Jalil al-Haya, comentó: ‘… él se va en la misma dirección que otros tiranos y criminales cuyas manos estuvieron manchadas de sangre palestina’…

[…]

Pero también dirigentes palestinos más moderados, del movimiento Al Fatah, celebraron la muerte de Sharon, o al menos condenaron su figura. ‘Él quería borrar del mapa al pueblo palestino. Quería matarnos, pero al final Sharon está muerto y el pueblo palestino sigue con vida’, comentó por ejemplo Tawfik Tirawi, quien fue jefe de la inteligencia palestina cuando Sharon era primer ministro. ‘Sharon era un criminal, responsable del asesinato de (Yasser) Arafat, y esperábamos que compareciera ante la Corte Penal Internacional (CPI) como criminal de guerra’, declaró Jibril Rabub, figura destacada de Al Fatah. La versión del asesinato de Arafat por envenenamiento fue parcialmente confirmada por peritos médicos suizos en noviembre pasado y totalmente desechada por especialistas rusos poco después”.

El diario español El País, en tanto, indicaba (11/01/2014) que:

“Entre los palestinos, sin embargo, el recuerdo de Sharon es infausto. De ‘tirano’ y ‘criminal’ le ha tildado Sami Abu Zurhi, portavoz de Hamas, el grupo islámico que controla la franja de Gaza. Muchos le consideran responsable de la muerte del presidente Yasir Arafat, y aún a día de hoy le acusan de haber ordenado su envenenamiento con polonio, a pesar de que varios estudios no han podido ni siquiera ofrecer resultados unánimes y fehacientes de que ese material radioactivo fuera la causa de la muerte”.

Si no existe más prueba que la acusación (de hecho, haypruebas en contra de las afirmaciones palestinas sobre el envenenamiento de Arafat), ¿cuál es el objetivo de repetir unas incriminaciones que no se sostienen por ningún lado? Los estudios no sólo no han aportado pruebas fehacientes para sostener la acusación, sino que han indicado lo contrario.

Reflejar la otra versión de los hechos no significa dar crédito y lugar a cualquier dicho. Por otra parte, en el supuesto “envenenamiento de Arafat”, no hay más hecho que la repetición de esta misma frase sin contenido. Diga lo que diga un dirigente palestino no es, en sí mismo, una noticia: la difamación no debería ser material informativo. Por otra parte, a las fuentes hay que contrastarlas. Y, cuando una de las fuentes es un grupo terrorista, el cuidado debe ser mayor.

En tanto, en la Argentina, el diario La Nación (11/01/2014) reproducía las injurias contra Sharon por parte del grupo terrorista Hamas, como si este fuera un jugador más en el tablero político de la zona, a la altura (moral) de un gobierno democrático como el de Israel:

“El movimiento islamista Hamás, que gobierna en la franja de Gaza, calificó al ex-primer ministro israelí Ariel Sharon de ‘criminal’, tras conocer su fallecimiento este sábado a los 85 años tras permanecer ocho años en un coma que le provocó un derrame cerebral masivo en 2006.

‘Sharón era un criminal y era uno de aquellos que causaron desgracias al pueblo palestino’, manifestó el portavoz de Hamás en la franja Salah al-Bardawil”.

¿El medio aporta alguna prueba (o se la exige a la fuenteque hace ladeclaración), algún fundamento de la pretendida “criminalidad” de Sharon? Ninguna.

Da la impresión de que es irrelevante lo que diga una comisión investigadora sobre Israel o sobre mandatarios o militares de ese país, si el dictamen o las conclusiones no sirven para condenar al Estado Judío.

Volviendo a España, la Radio Televisión Española (11/01/2014) advertía que:

“Los principales dirigentes palestinos, tanto del movimiento nacionalista Al Fatah como del islamista Hamás, recuerdan este sábado las ‘atrocidades’ del fallecido ex primer ministro.

[…] [Mahmud Labadi, jefe del Comité de Relaciones Exteriores y con los países Arabes del movimiento gobernante Al Fatah] Labadi lamenta que ‘los palestinos no podamos recordar ni un sólo momento bueno que Sharón nos haya dado’. ‘Estamos tristes por que el conflicto no se haya resuelto durante su período como primer ministro, pero no por su muerte ni por la de ningún otro israelí que ha cometido masacres contra los palestinos’, agrega”.

Eso es lo que dice Labadi. ¿Y las pruebas?

Además, ¿Labadi no recuerda la desconexión total y unilateral de Gaza por parte de Israel, ordenada por Ariel Sharon? Que Labadi haga de cuenta que no recuerda “ni un solo momento bueno”, no significa que RTVE tenga que hacer lo mismo: el periodismo es algo bien distinto al papel de altavoz o de mero repetidor.

RTVE proseguía promocionando las acusaciones palestinas:

“Por su parte, el ex jefe de los servicios secretos palestinos, Yibril Rayub, ha lamentado que ‘Sharón no llegara al tribunal penal internacional por sus crímenes’.

Actual presidente de la Federación Palestina de Fútbol, Rayub acusó a Sharón del ‘asesinato en 2004 de Yaser Arafat’, a pesar de que se trata de una acusación nunca probada por vía judicial”.

Si no está probada, ¿por qué darle crédito entonces; por qué repetirla?

¿Por vía judicial? ¿Y qué dijeron los especialistas rusos y franceses? Una vez más, no sólo no está probada, sino que está, más bien, refutada.

Pero RTVE no se amilanaba ante los hechosy le brindaba espacio a un grupo terrorista:

“Poco antes, el movimiento islamista Hamás, que gobierna en la franja de Gaza, calificó al exprimer ministro israelí de ‘criminal’ y ‘responsable de desgracias’ del pueblo palestino. […] En un comunicado de prensa, el funcionario del partido islamista destacó que ‘rezaba a Alá para que Sharón y todos los dirigentes sionistas que cometieron masacres contra nuestro pueblo se vayan al infierno’”.

Los medios le reservaron un lugar, en sus crónicas sobre el fallecimiento de Ariel Sharon, a los siguientes epítetos lanzados contra ex Primer Ministro: “Criminal”, “responsable de desgracias”, “asesinato de Arafat”, “masacres contra los palestinos”, “atrocidades”. Lanzados sin ninguna evidencia que los sostenga. Por el contrario, las pruebas existentes no conducen a ninguno de ellos. A lo más, las evidencias llevan a “responsable indirecto” por haber “ignorado el peligro de los actos de venganza y derramamiento de sangre por parte de los falangistas”.
Uno de los personajes de Kafka se lamentaba:

Desde luego que no he leído en ninguna ley, aunque naturalmente tiene que estar allí establecido que el inocente debe ser absuelto y, que por supuesto, no se indica que se pueda influir en los jueces. Ahora bien, he podido comprobar que ocurre precisamente lo contrario; nunca he sabido de ninguna absolución real (…) Es posible por supuesto, que en ninguno de los casos que conozco el acusado haya sido inocente, pero ¿no es esto inverosímil? ¿Ni un solo inocente entre tantos casos?…”.

Israel parece haber sido atrapado por (o arrojado a) un sistema de engranajes que conducen siempre al mismo lugar, a la misma instancia de condena. Un mecanismo que funciona a base de acusaciones y señalamientos sin evidencias que mantienen el dispositivo en marcha.

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