El Periódico, un arma de propaganda y justificación del terrorismo

¿”Por qué confiar en El Periódico”? pregunta un enlace a la izquierda de los artículos de dicho medio español, que dirige al lector a una página en la que se enumeran los 13 puntos de sus buenas pácticas.

La loable lista podría ser el perfecto manual de quien reivindica una visión progresista y a la vez ejerce un periodismo profesional y riguroso. Lamentablemente, no es el caso.

El Periódico ofrece a sus lectores un artículo sesgado en el que el contexto selectivo omite parte esencial de la información.

Desde el titular, ya estamos prevenidos de que la crónica se sitúa en uno de los lados del conflicto:

Cisjordania sufre ya el año más sangriento desde 2005

Ningún problema, si el medio nos ofreciera también otro artículo centrándose en las víctimas israelíes. ¿Ha sido el año más mortífero en Israel? ¿Importa acaso que los atentados terroristas se hayan disparado en este año?

Pero no busquen ese artículo. No existe. De modo que el lector se tendrá que limitar a obtener la información desde una de las perspectivas. Y así, el primer párrafo reza:

“Cada mañana se repite el titular. Las cifras varían. Ningún día son masivas pero siguen siendo vidas perdidas. Otras muchas quebradas con su muerte. Los periodistas que informan sobre Oriente Próximo no saben cómo narrar el enésimo asesinato que desangra a Tierra Santa. La Cisjordania ocupada sufre el año más sangriento desde la Segunda Intifada. Más de 200 palestinos han muerto, víctimas de la violencia israelí que empapa su fértil suelo de ocasos diarios. En el año del 75º aniversario de la creación del Estado de Israel y la expulsión de miles de palestinos, estos tratan de vengar las décadas de opresión y castigo con una nueva ola de ataques que ha matado a una treintena de israelís”.

Este párrafo lo dice todo. Editorialización de la información, a través de un estilo literario de “fértil suelo de ocasos diarios”, pero ocultación de que la gran mayoría de las víctimas palestinas murieron en confrontaciones armadas y/o cometiendo atentados terroristas. Un dato esencial para entender el por qué del aumento de las bajas.

La periodista escribe acerca del “enésimo asesinato” por parte de los israelíes, pero a la hora de hablar de la violencia palestina que “mata” (los palestinos aquí no asesinan), la justifica como intentos de “vengar décadas de opresión y castigo”.

Esa justificación del terrorismo palestino sobrevuela todo el artículo, e incluso llega a afirmar que:

“Ante una comunidad internacional anclada en las declaraciones vacías, la población palestina responde como puede. Este año una treintena de israelís han muerto en acciones palestinas de represalia”.

No importa que las redadas israelíes sean fruto de una campaña de atentados, no importa que muchos analistas achaquen el reinicio de la violencia a una orquestación iraní, nada de esto figura en un artículo que parece destinado a vender la causa anti israelí, más que a explicar las complejidades del conflicto y las responsabilidades de los actores varios. Pero es que dichos actores clave como los grupos Hamás o Yihad Islámica (que han reivindicado a una gran parte de las víctimas palestinas) tampoco aparecen en el relato. Por no aparecer, ni siquiera aparece la palabra “terrorismo” (salvo en una ocasión para desvirtuar la acusación).

El texto recurre a varias fuentes que tienen un sesgo muy marcado a la hora de analizar el conflicto: en enviado de la ONU, HRW,o Yesh Din. Si quieren saber acerca de la objetividad de dichas fuentes, no dejen de abrir los enlaces. Descubrirán que, como mínimo, es importante destacar el activismo de dichas voces si se van a citar como referencia.

El artículo también recurre a un señor llamado Mustafa Sheta, del que no sabemos más que que vive en un campo de refugiados, y que hace una comparación entre la situación de los ucranianos y la de los palestinos, que el medio adopta como propia, a pesar de que el mismo presidente Zelensky haya identificado en varias ocasiones la causa ucraniana con la israelí (no con la palestina).

Pero el medio sube la apuesta en un párrafo final elocuente y tramposo:

“Las palabras llegadas de lejos ya no sirven a los palestinos. Demandan acciones, como ha hecho el mundo armando a Ucrania y boicoteando a Rusia. Saben que el color de su piel no juega a su favor. Aunque siguen resistiendo como han hecho durante los últimos 75 años”.

Por un lado, afirmar que el color de la piel de los palestinos es un motivo de desinterés occidental es de una gran desfachatez, cuando se trata de unas de las poblaciones que más ayuda económica recibe, dispone de una agencia de la ONU exclusivamente para ella (ningún otro pueblo tiene ese privilegio) y su presencia en los medios informativos está sobredimensionada, teniendo en cuenta que, comparativamente, es uno de los conflictos con menos víctimas mortales.

Por otro lado, el final pone en evidencia hasta qué punto el artículo es pura propaganda anti israelí al justificar el terrorismo como mera resistencia a la mera existencia de un estado judío, hace 75 años.

Lástima que El Periódico no aplique su manual de buenas prácticas donde afirma, que en su medio:

“La información aparece claramente diferenciada de la opinión, para evitar cualquier confusión o distorsión deliberada tanto de una como de la otra. También se evitará la difusión de conjeturas y rumores como si se tratara de noticias. La publicidad se distinguirá claramente y tipográficamente de ambas”.

o

“Las informaciones no se publican nunca de forma que inciten a la violencia o hagan apología”.

Evidentemente no es así.

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