El Periódico o el arte de confundir

Cuatro asesinatos reavivan el debate sobre el abandono de los palestinos de Israel”, titulaba El Periódico un artículo que supuestamente trata acerca de la violencia dentro de las comunidades árabes israelíes, pero que lejos de analizar el fenómeno, se limita a confundir a sus lectores mezclando elementos y descontextualizando. Así, un delicado y complejo asunto termina convirtiéndose en un totum revolutum en el que cabe desinformación acerca de Sheik Jarrah, el último conflicto con Hamás (Israel “empezó a bombardear”, sin una sola mención a los cientos de cohetes previos lanzados por Hamas), la violencia interna, o los refugiados palestinos del 48… La única idea que hay que sacar del texto es que el estado judío tiene la culpa de todo.

Ya desde el titular, el medio deja claro el esfuerzo por poner el foco de toda responsabilidad sobre Israel. Y en esa misma línea apunta todo el texto.

Es muy revelador el párrafo, que omite totalmente el contexto de la confrontación, y mezcla la violencia interna de las comunidades árabes con los cantos racistas de unas decenas de israelíes, a quienes intentan hacer pasar como mayoritarios “conciudadanos judíos”:

“Los palestinos de Israel vuelven al foco mediático. Hace un mes, sus conciudadanos judíos gritaban ‘muerte a los árabes’ entre vehículos calcinados frente a sus hogares en las ciudades mixtas del Estado hebreo. Este fin de semana los asesinatos de cuatro miembros de esta comunidad, el 21% de población de Israel, han reavivado el debate sobre la criminalidad y el abandono institucional hacia este grupo poblacional. “Nos organizamos para ayudar a nuestra gente como reemplazo de las instituciones que nos han fallado”, explica Ashraf Ghandour, de la multicultural Haifa.”

El texto está construido mayoritariamente en torno a declaraciones de la analista Dalia Scheindlin, pero no se presenta como una entrevista sino que sus opiniones son la exclusiva “realidad” a la que se exponía al lector, de modo a presentar una sensibilidad ideológica concreta como una única faceta a la que se añaden un par de declaraciones de Ashraf Ghandour, de quien sólo nos dicen que es “de la multicultural Haifa” y “joven activista”.

Lástima que El Periódico no ahonde en su información y prive a los lectores de algunas expresiones del “joven activista”, que acusa a Israel de “apartheid” o de dar vacunas expiradas a los palestinos.

Respecto a la analista Dalia Scheindlin, son sorprendentes algunas de sus declaraciones, como cuando afirma que los árabes israelíes “Institucionalmente son ciudadanos de segunda ya que al no servir en el Ejército sufren la falta de recursos y planificación”. ¿Quién impide a los árabes israelíes servir en el ejército? Tienen la posibilidad de hacerlo si quieren. Claro que, teniendo en cuenta la falta de rigor de El Periódico, probablemente sus declaraciones fueran más complejas.

Porque tan poco informativo y profesional es el texto, que en otra parte, incluso cita mal y sin contexto:

Hasta el propio Netanyahu, en el poder durante 15 años, dijo que los palestinos de Israel buscan “aniquilarnos a todos” calificándolos de “amenaza existencial”.

Según reportó en su día Times of Israel, Netanyahu no habría pronunciado esas palabras que El Periódico entrecomilla, sino que, fueron un “error de un trabajador de la campaña” y dijo que no había sido aprobado por el primer ministro.

“El primer ministro Netanyahu no vio estas cosas, no las aprobó, no está de acuerdo con ellas y se opone a ellas”, dijo un comunicado. “Cuando el contenido fue puesto en su conocimiento, pidió que fuera retirado inmediatamente”.

El texto, que abiertamente mezcla población árabe israelí con palestinos que viven en Gaza o Cisjordania, también menciona 1948 y afirma que ”más de 750.000 palestinos, la mitad de la población de entonces, fue expulsada de sus hogares para acabar en campos de refugiados”.

Sin embargo, todos los historiadores señalan que parte fue expulsada y que la mayor parte huyó, incitada por sus líderes, pensando que los ejércitos árabes acabarían de forma rápida con el nuevo Estado. No fue así, y a partir de entonces surgió el problema de los refugiados. Como consecuencia de una guerra que iniciaron los países árabes.

Pero cuando el extremo se convierte en el único mensaje que se pretende transmitir, se pierde toda la capacidad de informar, y se cae en la mera propaganda de uno de los lados.

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