El País, Hebrón como paradigma del activismo informativo

A la hora de tratar el conflicto entre los palestinos e Israel, el diario El País parece seguir uno patrón recurrente.

Empleemos su texto titulado “Netanyahu lanza su campaña en Hebrón para atraer el voto de los colonos (5 de septiembre de 2019) para identificar los elementos clave de dicha pauta.

1- Titular mal y con terminología cargada ideológicamente

En este caso, el titular afirma que Netanyahu iniciaba su campaña en Hebrón, pero la campaña estaba ya en marcha. De hecho, el propio medio, y con otro titular erróneo, así lo había anunciado: La purificación femenina como argumento en la campaña electoral de Israel (20 de agosto 2019).

2- Omisiones

Básicamente, El País suele silenciar todo aquello que pueda ampliar la comprensión del conflicto. Por ejemplo, en este caso, Netanyahu fue a Hebrón, para conmemorar el 90 aniversario de la masacre de Hebrón. El País, a pesar de que este evento era clave en la noticia, se limitó a explicarlo de la siguiente manera:

“… el 90º aniversario de la matanza de 67 judíos en Hebrón, en una revuelta árabe bajo el mandato británico sobre Palestina”.

Pero la Masacre de Hebrón de Hebrón de 1929 es algo más que “una revuelta”. Tras miles de años de presencia, 67 judíos fueron asesinados por árabes. Los supervivientes expulsados y sus bienes robados. Este pogromo, fruto de la incitación a través de libelos y mentiras por parte del Gran Mufti de Jerusalén, supone la eliminación de lo que era la comunidad judía más antigua del mundo. A excepción de breves períodos tras su conquista por parte de los Cruzados en 1100 y de los Otomanos en 1571, los judíos habitaron en Hebrón de manera continua desde tiempos bíblicos, a través de los períodos Romano, Bizantino, Árabe, Mameluco y Otomano.

En 1931 la comunidad intentó reconstruirse, pero durante los disturbios de 1936, las autoridades británicas evacuaron a los residentes judíos de Hebrón y no les permitieron regresar a sus hogares, quedando ‘Judenrein’ por más de treinta años.

Nada de esto se cuenta en el artículo de El País, que prefiere incidir en una imagen de Israel como “colono”, ajeno a la tierra.

Lo que nos lleva al siguiente punto.

3- Los judíos como elementos extraños a su tierra ancestral

Como veíamos en el punto anterior, gran parte de la cobertura que El País realiza respecto a palestinos e israelíes se centra en describir a los israelíes como “colonos”, sin explicar su vinculación con su tierra ancestral.

En este texto concreto, llama la atención que el único testimonio (al margen de tres o cuatro declaraciones de Netanyahu) es el de un rabino, habitante de Hebrón, de quien El País aclara que se puso su “mejor traje negro” y afirma que nació en Brooklyn.

Por cierto, ¿de verdad es el “mejor traje negro” que tiene? Tal vez tenga algún otro mejor, no sé… Pero, sobre todo, ¿qué relevancia tiene?

Si no nos cuentan que los judíos fueron masacrados y expulsados, ¿cómo podemos entender que un judío vestido de negro, nacido en Brooklyn diga que Hebrón es suyo?

4- Manejo de fuentes

Y, al margen de Netanyahu, este rabino ortodoxo nacido en Brooklyn es la única voz israelí que recoge el diario. No pudo encontrar a nadie que pudiera explicar desde una perspectiva histórica y argumentada la relación de los judíos con Hebrón. Se le otorgan apenas dos frases: “Hebrón es nuestro, los judíos hemos estado en esta ciudad desde siempre” y “Nací en Brooklyn, pero llevo más de 40 años viviendo en Hebrón”. Como ven, poca aportación a la noticia, como no sea remachar en la idea de una presencia extranjera.

No obstante, en el lado palestino, tenemos las explicaciones del “activista pacifista Issa Amro, nacido en Hebrón”.

Pero es interesante que acerca del “pacifista” no nos cuenten algo que sí documentó la escritora Petra Marquardt-Bigman: que es un activista anti-israelí que busca la desaparición del estado judío y que está vinculado con otros activistas que apoyan a Hamás. El mismo Amro y su organización, Jóvenes contra los Asentamientos, han usado las redes sociales para lanzar mensajes de odio contra los judíos e incitar a la violencia.

El medio también explica que:

“El pasado mes de enero, el Gobierno de Netanyahu expulsó a los observadores internacionales desplegados en la ciudad palestina desde hacía más de dos décadas. Un informe de los observadores acusaba un mes antes a Israel de violar la legislación internacional en la dividida urbe palestina”.

Lo cierto es que el motivo tuvo que ver con algo que El País omite (¡otra vez la omisión de hechos relevantes para identificar a las fuentes!): los problemas que esos observadores crearon. Por ejemplo, agredir a israelíes u obstaculizar la labor policial…

Entonces, por un lado tenemos un “pacifista” nacido en Hebrón y un ortodoxo religioso colono nacido en Brooklyn por otro. ¿Hacia dónde creen que dirige las simpatías del lector El País? Porque se trata de simpatías; es decir, de emociones, no de hechos.

5- Terminología activista

Y si el manejo de fuentes y las omisiones a la hora de informar tienden a despertar la empatía por uno de los lados en conflicto, el léxico empleado no puede sino terminar de decantar al pobre lector cautivo.

Por ejemplo, El País elige la forma Mezquita de Ibrahim para referirse al sitio histórico, que, aclara, “también [es] conocida como la tumba de los Patriarcas bíblicos por el judaísmo”. O sea, el mundo entero lo llama mezquita de Ibrahim y sólo los judíos lo llaman Tumba de los Patriarcas. Una vez más, como si los judíos fueran los “otros”, los que “llegaron después” con ánimo de renombrar; aunque su presencia en dicha tierra y su religión precediera unos cuantos siglos a la de los árabes.

Lo cierto que el cristianismo también la denomina Tumba de los Patriarcas. En hebreo, el lugar se llama Me-arat Hamachpelah, que significa “La cueva de las tumbas dobles (o gemelas)”, y en árabe Al-Haram Al-Ibrahimi o “mezquita de Ibrahim”.

El País hace lo mismo cuando elije a la denominación “Explanada de las Mezquitas” como propia, (ergo, como válida) y relega la del Monte del Templo a una mera versión judía, como la alternativa, o menos válida.

6- Doble vara de medir

Por cierto, que, respecto a la Explanada de las Mezquitas, es interesante observar que en la inmensa mayoría de los artículos en que la menciona, El País hace hincapié en que es el tercer lugar sagrado del islam. Una manera de explicar el origen de la reivindicación del lugar por parte de los palestinos.

No obstante, a la hora de hablar de Hebrón y de la Tumba de los Patriarcas, jamás mencionan que es el segundo lugar más sagrado del judaísmo. Algo acorde a su política de ocultar y negar toda relación de los judíos con su tierra.

El empleo de doble vara de medir es, lamentablemente, algo bastante habitual en este diario.

7- Falta de rigor

Así como El País habla de “frontera de 1967” (a pesar de que no son fronteras, sino una línea de armisticio), que decide qué es territorio palestino y qué no (aunque corresponde a las partes acordarlo y no a los periodistas) o que habla de “ocupación ilegal” (independientemente de que no exista ninguna ley que la haya declarado como tal), el diario decide muchas veces reconstruir el pasado. Si en un artículo su corresponsal llegó a afirmar que el conflicto empezó en 1967, borrando de un plumazo las guerras anteriores lanzadas por los países árabes, en este descubrimos que el Protocolo de Hebrón “devolvió a los palestinos la administración del territorio”. Pero difícilmente se puede “devolver” algo a quien nunca lo tuvo. Jamás los palestinos tuvieron la administración de la zona. Antes de 1967, y tras su invasión en 1948, Jordania controló la ciudad (junto a todo el territorio que bautizó como Cisjordania). Antes de eso, estuvo bajo mandato de los británicos. Antes aún, del Imperio Otomano. Y así.

Pero la idea es la de vender una imagen de los palestinos como de un pueblo autóctono, víctima del colonialismo occidental representado por los judíos, y sin ninguna responsabilidad moral y/o activa en su conflicto con Israel. Para ello, como hemos visto, se omiten datos relevantes sobre el hecho abordado, se reescribe la historia, se emplea un léxico partidista y se somete a los judíos a un escrutinio exhaustivo (reservado sólo para ellos) desvinculado de todo contexto.

En CAMERA ya dimos cuenta en 2017 de cómo el periódico de referencia en español estaba desinformando sobre lo que sucedía entre Israel y los palestinos. Lamentablemente, dos años después, podemos afirmar que el medio ha empeorado sensiblemente, y que ni siquiera se preocupa por corregir errores de bulto.

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