El Correo: cuando el problema es no abordar el problema

La crónica del corresponsal del grupo Vocento en Medio Oriente está resultando ser cada vez más la misma: el poderoso (y opresor, de ahí la necesidad casi infantil de insistir con eso de “a un lado y otro del muro” – aunque la infraestructura de seguridad construida para evitar los atentados terroristas palestinos consista mayormente en alambradas) y el débil, la víctima. Es decir, un esfuerzo por posicionar al lector y por justificar o exonerar a los líderes palestinos de sus responsabilidades.

Así, un texto sobre la vacunación contra el covid-19 no pasaba de los lugares comunes y las voces habituales (palestinas o de infaltables ONG). Y lo que se postulaba en el titular (“Estado rico, Estado pobre” – uno de esos lugares comunes, de esas simplificaciones con que se pretende ceñir el conflicto) se resumía con esta fórmula sin mayor contenido que el emocional:

“A un lado del muro, Israel vacuna de manera masiva” … “al otro lado del muro, en los territorios palestinos, donde el lunes entraron las primeras 2.000 vacunas”.

Y el problema es que nunca se ahonda en el problema (o una buena parte del mismo). Porque muy probablemente el asunto no sea resumible a una cuestión maniquea, simplista, de “estado rico-estado pobre”, sino de, por ejemplo, plantearse alguna vez a dónde va la tupida ayuda financiera internacional – directa e indirecta – que reciben los líderes palestinos. Ello sin contar la existencia de organismos como UNRWA (establecidos ad hoc y exclusivamente para los palestinos), que se responsabilizan en gran medida de la educación y asistencia sanitaria, librando a las arcas palestinas y a los líderes del probable descontento de sus gobernados. En Gaza, por lo demás, el grupo terrorista que la controla figura como uno de los más ricos del planeta: según la revista Forbes (2018), el grupo cuenta con ingresos anuales de unos 700 millones de dólares…
De hecho, al corresponsal le habían ofrecido un hilo del qué tirar:
“… ‘lo cierto es que no tenemos ningún plan, ni hemos recibido llamada alguna del Ministerio de Salud para informarnos, no hay nada de nada’, lamenta el doctor Ramzy Abu Yusef, director del hospital Dr. Ahmad Al Maslamani de Beit Sahour, al sur de Belén”.
Pero dejó esa madeja tranquila…
Pues desenrollémosla un poco.

¿A dónde va la tupida ayuda?,seproponíacomo un interroganteposible del que partir, como una cuestión de evidente interés informativo – siempre, claro, que esa sea la finalidad. Por lo pronto, y de acuerdo a lo que informaba el diario israelí Jerusalem Post (1 de abril de 2020), la Autoridad Palestina había optado a principios de dicho mes por “pagar los salarios de los terroristas [presos en cárceles israelíes – un gran número condenado por delitos de sangre] antes que los de los maestros y los beneficiarios de la ayuda social, ya que prevé una caída de los ingresos como resultado de la crisis del coronavirus”.

Y esto, sin hablar de la corrupción reinante entre el liderazgo palestino…

Quizás estas decisiones “de estado” sean una de las causas de la pobreza de la población. Quizás la negativa de construir un estado sea otra – con su negativa hasta en tres oportunidades de firmar la paz, definir fronteras y conseguir un estado (1947, 2000, 2008).

Pero no se le pide ninguna explicación a un líder palestino. Ni que rinda cuentas. Allí está Israel, para “explicar” todos los males de los palestinos. Y allí, al parecer, están los periodistas, dispuestos a darle un altavoz a esas excusas.

Mientras tanto (JPost, 6 de mayo de 2019), un estudio de la coalición AMAN, parte de Transparecy International, una organización cofundada por Jordania, indicaba que de acuerdo a varias encuestas entre la población palestina, la corrupción de sus líderes era considerada la segunda causa de su sufrimiento. ¿La primera?, no, no es la que está pensando. Era la incapacidad de los mismos líderes para crear una economía fuerte. Recién en tercer lugar enumeraban a la ocupación israelí.

Pero los medios en español y la miríada de ONG – muchas, muchísimas, ideológicamente posicionadas respecto del conflicto y respecto del Israel en particular – parecen saber mejor que los palestinos cuáles son (o deben ser) sus problemas.

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