El buen iraní incomprendido de La Vanguardia

El diario La Vanguardia es sin duda un diario de referencia en la prensa de habla hispana. Su prestigio se ha ido consolidando a lo largo de los años gracias a una labor periodística rigurosa, siempre comprometida con la verdad, y priorizando la información a la ideología.

Por ello llama la atención el artículo La amenaza iraní en el monólogo de Munich de su corresponsal en Berlín, Rafael Poch quien escribe una crónica en la que confunde su propia voz con la de Ali Asghar Soltanieh, embajador iraní ante la AIEA.

En dicho artículo, cuyo objetivo parecería ser librar de sospecha a Irán y acusar a Israel, el corresponsal en Berlín asegura respecto al país de los Ayatolahs que:

“La realidad es que no existe el menor indicio de un programa militar y que su doctrina se resume en una fatwa de su líder religioso, Alí Jamenei, que declara como “un gran e imperdonable pecado” todo uso de armas de destrucción masiva y propone, desde hace décadas, una “zona libre de armas nucleares” para Oriente Medio a la que se oponen Israel, única potencia nuclear de la región, y sus padrinos occidentales.”

Cuando la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), distintos gobiernos y agencias de inteligencia han alertado de la finalidad militar del programa nuclear iraní, parece una temeridad asegurar tajantemente que “no existe el menor indicio de un programa militar”. Precisamente, lo que sobran son los indicios.

Por otra parte, cabe preguntarse por qué el corresponsal considera que la doctrina iraní se resume a “una fatwa de su líder religioso, Alí Jamenei, que declara como ‘un gran e imperdonable pecado’ todo uso de armas de destrucción masiva y propone, desde hace décadas, una ‘zona libre de armas nucleares’”. ¿Por qué eso resume la doctrina iraní y no la llamada de su lider Ahmadineyad a borrar Israel del mapa, por ejemplo?

En su afán por pintar a Irán como un país pacífico amenazado por Occidente, Rafael Poch asegura que:

“Israel invadió Egipto en 1956 y 1967. También Líbano en 1982 y 2006. La lista de las invasiones de otro adversario iraní, Estados Unidos, es abultada. Ambos tienen armas nucleares, pero Irán no ha invadido a nadie en su historia reciente.”


Más allá de la descontextualización respecto a dichas “invasiones” israelíes (no entraremos ahora a detallar los casus belli que motivaron las confrontaciones), habría que recordar que en 2009 Irán ocupó un campo petrolero en Iraq, y que en 2011 realizó una incursión, también en Iraq, para atacar bases kurdas en el país vecino.

Pero, independientemente de eso, Poch olvida mencionar que la implicación iraní en ataques terroristas a lo largo del mundo es más que destacable. Sin ir más lejos, el 5 de febrero de 2013, Bulgaria acusó a Hezbollah (grupo financiado por Irán) de estar detrás del atentado en la ciudad de Burgas, en el que fueron asesinados 5 turistas israelíes.

¿Es posible que el señor Poch ignore la preocupación de la comunidad internacional respecto a Irán? ¿O simplemente prefiere mostrar una solacara de la moneda, con una finalidad ideológica? En cualquier caso, ¿es el corresponsal del diario en Alemania quien debe aprovechar cualquier ocasión para salir a la defensa de Irán?

No parece a la altura del prestigio de La Vanguardia.

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