¿Dónde está el periodismo?

La profesión del periodista, a priori, parece dirigida a dilucidar hechos, a presentar respuestas ante preguntas implícitas en la notica. Para Europa Press, por lo menos, no es así.

El 2 de junio de 2013, la agencia informaba que “cientos de personas se han manifestado este sábado en Jordania para reclamar la liberación de los presos jordanos encarcelados en prisiones israelíes y solicitar al Gobierno que corte sus lazos con las autoridades israelíes”.

Además, señalaba que:

“Este mismo sábado, el ministro de Asuntos Penitenciarios de la Autoridad Palestina, Issa Qaraqe, ha indicado que las condiciones de salud de los prisioneros jordanos están empeorando tras rechazar recibir medicamentos, medida que tomaron para aumentar la presión sobre Tel Aviv”.

¿Acaso no llama la atención de un periodista saber qué hace el ministro de Asuntos Penitenciarios de la Autoridad Palestina opinando sobre presos jordanos? ¿Un periodista serio no intentaría buscar respuestas? ¿Cuál es el verdadero objetivo de la manifestación en Jordania, teniendo en cuenta la coyuntura de la zona?

Por otra parte, ¿qué competencia tiene la Municipalidad de Tel Aviv en el servicio penitenciario israelí? Porque si lo que Europar Press quería era referirse al asiento del ejecutivo israelí, éste se encuentra en Jerusalén. Unos sesenta kilómetros al Este de dicha ciudad costera.

El hecho de que “las condiciones de salud de los prisioneros jordanos están empeorando tras rechazar recibir medicamentos”, ¿no produce la más mínima inquietud periodística? Máxime, cuando el propio ministro dice que el fin es “aumentar la presión” sobre el gobierno de Israel.

El 17 de septiembre de 2012, el diario ABC, en el marco de las huelgas de hambre de presos etarras, publicaba un artículo donde se realizaba el siguiente análisis:

Utilizada en sus orígenes como un movimiento de acción no violenta, en la actualidad la huelga de hambre se ha convertido en un recurso cada vez más común que, en ocasiones, se aleja de ese carácter pacifista para convertirse en un método de desafío e incluso de chantaje, tal y como reflejan casos concretos como el del etarra De Juana Chaos.”

Es decir, que no es algo desconocido para una agencia de noticias española. De hecho, el 13 de agosto de 2012 daba a conocer que:

“El secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, ha asegurado este lunes que ya son 108 los presos de ETA que se han puesto en huelga de hambre en las últimas horas, una protesta con la que piden la excarcelación inmediata del secuestrador de José Antonio Ortega Lara, Josu Uribetxeberría Bolinaga, y de otros 13 presos por motivos de salud.

[…]

En cualquier caso, [Yuste] ha retomado las palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y ha insistido en que ‘en la ejecución de las penas no cabe el chantaje ni la transacción ni la cesión y por lo tanto todos estas iniciativas destinadas a presionar a la Administración penitenciaria no van a tener ningún efecto’”.

¿Qué cambia, entonces,entre un caso y otro? ¿Por qué la agencia adhiere al término “presión” en un caso, y al de “chantaje” en el otro?

Por otra parte, la agencia no explica el motivo del encarcelamiento de los “26 jordanos”, ni da voz a la versión israelí, como sí lo hace en el caso de los terroristas etarras.

O bien la agencia pretende instalar una nueva forma de hacer periodistmo, o desconoce por completo las prácticas del buen quehacer informativo.

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