Brutalismo histórico, silencio sistemático

“Y yo más, y mejor, y antes…”. Quién no ha escuchado en un parque, entre columpios y areneros; en un manchón de tierra y una pelota, esa astucia de la retórica infantil. Quién no ha utilizado en su infancia esa falaz huida hacia adelante como dispositivo para tener razón o para resguardar la autoestima.

Tal artefacto polemista agota su utilidad a partir de una cierta edad en la que comienza a hacerse patente su precariedad, y en la que la propia autoestima exige instrumentos discursivos menos evidentes.

Así, lo que en boca de cualquier dirigente político actual sería noticia – por lo elemental, absurdo del argumento -, en el caso palestino es sencillamente obviado. Una suerte de confederación de silencios se cierra sobre esas vergüenzas y sobre aquello que delata la visión real del liderazgo sobre el conflicto y sobre su (única) “solución”.

Rawhi Fatthouh es el presidente del Consejo Nacional Palestino. Fattouh dijo el 22 de mayo de este año, en Argelia, con motivo de ese otro engaño, la llamada “nakba”, y según recogió MEMRI, que:

Palestina en su totalidad nos pertenece a nosotros y a nadie más. No la compartimos con nadie. Los seres humanos aparecieron en Palestina hace 1,5 millones de años. La primera civilización humana apareció en las antiguas cuevas del Monte Carmelo, en Palestina. La primera civilización Kebaran y la primera civilización de ingeniería Kebaran aparecieron en la Cueva Kebara hace 60.000 años. Nuestros antepasados jebuseos construyeron Palestina -y especialmente Jerusalén- en el año 5.000 a.C.”.

“Decimos que llevamos aquí más de 1,5 millones de años. Jerusalén fue construida por nuestros antepasados jebuseos en el año 5.000 a.C. -así que tiene 7.000 años- y pertenece exclusivamente a los palestinos, los árabes y los musulmanes”.

Explicaba la página web del Museo Nacional de Historia Natural Smithsonian que el Homo sapiens evolucionó en África 300.000 años atrás. Pero los palestinos, sugería Fattouh, llevaban en ese punto de la tierra en particular, desde hacía 1.200.000 antes de la aparición del Homo sapiens…

En el colegio, a Fattouh lo hubiesen llamado sin duda “Fattouh el fantástico”, es decir, el mentiroso. Pero un mentiroso hiperbólico. Por eso mismo se omite a nivel informativo este disparate: en el futuro Fattouh emita una opinión sobre Israel, podrá entonces citarse la misma como verbalizada por un dirigente serio, digno de credibilidad.

A la historia, los dirigentes palestinos le han respondido sistemáticamente con la fabulación, la apropiación o la negación. Una práctica a la que esa suerte de círculo de condescendiente mutismo mediático ha aplicado su benévola censura de cara a sus audiencias: igualmente, se excusará alguno, es retórica inofensiva para consumo interno… Como la incitación; de la que estas fabricaciones forman parte inexorable: “Yo antes, yo solo, yo mejor, yo víctima, yo legitimado…” es necesario para “no hay nada que negociar” y para producir el consecuente “yo tengo el derecho, la obligación de ejercer la violencia (“resistencia”) contra el otro”: las posturas maximalistas requieren de las ficciones identitarias desmesuradas.

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